viernes, 26 de octubre de 2012

CARRILLO ERA ASÍ O MÁS


GARZÓN
http://maremagnumdequisicosillas.blogspot.com.es/2012/10/cosas-de-carrillo-que-no-han-sido.html


anadeespañaanadeespaña11:37 | 08 de febrero, 2012

uno de los días,
en la “checa” de la calle marqués de cubas,
en la tercera habitación del pasillo de la derecha,
recuerdo cómo los milicianos le pegaban a un señor
que estaba atado a una silla de madera con brazos.
no sabía quién era
ni porqué le daban guantazos en la cara hasta partirle el labio…

después de aquello, al amanecer,
creo que fue el 24 de agosto,
me montaron en un “forito”, ocho cilindros, muy viejo,
y fuimos a la carretera de fuencarral.

al rato, llegó un coche alargado
de donde se bajaron cuatro milicianos,
y el quinto, el jefe de las “checas”,
que yo aún no conocía entonces.

vestía un tabardo marrón y unas botas.
no tendría más de 23 ó 24 años.

era santiago carrillo.

apearon a tres señores y una señora, l
es hicieron andar sobre la cuneta unos doce metros,
y sin que yo me lo esperara,
sacaron las metralletas
y los mataron a los cuatro.

carrillo,
que había dado la orden de ejecución,
saltó a la cuneta y me dijo:
“pionero, estudiante, ven acá.

¿sabes quién es este?”

–señalando a uno de los ejecutados
que estaba tendido en el suelo en un charco de sangre-.

Este es el
duque de veragua,


el fascista número uno de españa”,
añadió carrillo mientras sacaba una pistola de debajo del tabardo
(que recuerdo perfectamente, del nueve largo),
y disparó tres tiros sobre el cráneo del duque,
que ya estaba bien muerto.

hecho esto,
carrillo vio en la mano del cadáver una sortija con brillantes
que parecía de valor,
y dirigiéndose al guardia de asalto

ramiro roig, “el pancho”,

le ordenó:
“¡quítale el anillo!”.
el otro empezó a tirar sin conseguir que saliera.

“¡córtale el dedo, leche!”
–reclamó carrillo indignado-.

el guardia sacó una navaja del bolsillo
y destrozó la mano hasta que consiguió sacar el anillo,
y se lo dio a su jefe.

recuerdo perfectamente que santiago carrillo,
después de limpiar la sangre de la sortija,
con broza que tomó del suelo,
se la guardó en el bolsillo y, 
cogiéndome por encima del hombro,
me subió en el ford.

emprendimos viaje de regreso.
una vez en la “checa” de la calle marqués de cubas,

después de un rato, salió carrillo y le dijo al guardia de asalto:
“a este pionero que no le falte de nada,
y me lo lleváis a paracuellos para que ayude
a lo que tenga que ayudar”.

yo no sabía a qué se refería carrillo,
pero como todos los días me daban de comer,
andaba con el puño en alto muy obediente.

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