Las FARC advierten a Santos: «La paz no significa el silencio de los fusiles»
Ambas partes acuerdan iniciar en La Habana el diálogo sobre el primero de los seis puntos para alcanzar el acuerdo de paz: el de desarrollo rural
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«Una paz con justicia social». Con estas palabras y dejando claro que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) llegan a la mesa de diálogo «llenos de la moral de combate» el número dos de la guerrilla, Iván Márquez, ha dejado clara la postura a mostrar durante las negociaciones que este jueves se han escenificado en Oslo.
Estas tendrán el 15 de noviembre una fecha clave. Ese será el día en el que el Gobierno colombiano y FARC iniciarán las conversaciones sobre el primero de los seis puntos, el de desarrollo rural, que contempla el «Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera» suscrito el pasado 26 de agosto.
Así se ha anunciado antes de que diera comienzo una rueda de prensa cargada de elementos simbólicos como el hecho de que los representantes de Gobierno y FARC se han sentado juntos y el reconocimiento mutuo de los esfuerzos hechos así como el compromiso con la búsqueda de la paz.
Antes de dar paso a las partes implicadas directamente, Cuba ha leído el comunicado conjunto que los negociadores han elaborado y a través del que han agradecido su apoyo a Noruega y Cuba así como a los países garantes, Venezuela y Chile.
Por su parte, la jefa de la sección de paz y reconciliación del Ministerio de Asuntos Exteriores, Tone Allers, también ha elogiado el esfuerzo de las partes en una comparecencia que ha comenzado con media hora de retraso.
Finalizar el conflicto armado
De la Calle ha apelado a la confidencialidad del proceso para que no se pierdan oportunidades algo que, ha asegurado, ya ha pasado en otras ocasiones. Con todo, no ha querido dejar paso al pesimismo y ha insistido en resaltar el momento que viven: «Seguro que no nos convenceremos el uno al otro ideológicamente. Se trata de convenir una agenda para finalizar el conflicto y que las FARC puedan expresar sus ideas sin recurrir a las armas».
Antes de finalizar su intervención también ha querido dejar que la finalización del conflicto armado «no significa paz». «Después se desarrollarán los cambios sociales que necesita el país», ha concluido.
A continuación ha sido el turno Márquez, número dos de las FARC, quien ha comenzado su intervención citando a Manuel Marulanda Vélez, «Tirofijo», considerado «padre» de las FARC,resaltando la situación en la que se encuentra su país - de la que ha culpado al Gobierno y sus medidas económicas que ha criticado duramente- y ha asegurado que buscarán la paz con el diálogo pero, eso sí, no una «paz exprés».
«Hemos venido con un sueño colectivo de paz. Con un ramo de olivo en nuestras manos. Con propuestas para alcanzar una paz definitiva», ha comenzado Márquez, en una intervención que ha sido mucho más larga que la de De la Calle.
«Golpeamos y nos han golpeado. La confrontación bélica se extiende por todo el territorio. La victoria está en manos del pueblo», ha reiterado Márquez quien también se ha referido directamente al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, para pedirle quefunden la paz basándose en «los anhelos de la nación».
Márquez también ha pedido que Estados Unidos permita al encarcelado miembro de las FARC Simón Trinidad participar en el proceso.
Optimismo
Las delegaciones de ambas partes llegaron el miércoles a Oslo, tres días después de lo previsto inicialmente debido a retrasos por cuestiones logísticas y mantuvieron una reunión previa en un lugar secreto para acordar los últimos detalles antes de constituir la mesa de diálogo.
El Gobierno y las FARC asumieron el compromiso de entablar este diálogo de paz el pasado 26 de agosto en La Habana, mediante el llamado «Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera». Ese acuerdo, que no incluye un alto el fuego previo, culminó seis meses de «conversaciones exploratorias» y secretas en Cuba, adonde se trasladarán las negociaciones tras la inauguración en Oslo. Cuba y Noruega son las garantes de un proceso en el que ejercen de acompañantes Venezuela y Chile.
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