lunes, 21 de abril de 2008

ENERGÍA NUCLEAR: ALGUNOS RIESGOS

Evaluación del riesgo

Según el director del Departamento de Seguridad de la JEN, todos estos riesgos son evaluables, habiendo sido ya realizados estudios sobre ello.

La posibilidad o riesgo de que se produzca un accidente mortal por año en la población que vive en un radio de 30 kilómetros alrededor de la central, es menor de 5 x 10 elevado a 10.

Esto significa que morirán irremediablemente -según la estadística- cinco ciudadanos de cada 10.000 millones (dos veces y pico la población humana).

El riesgo de morir por esta causa es comparativamente mucho menor que el de morir por otras causas.

Por ejemplo, de esa misma cantidad (10.000 millones de ciudadanos), morirán en la carretera tres millones de personas al año. (La cifra sigue siendo imaginativa).

En accidente de ferrocarril 40.000 personas. En accidente aéreo 90.000 personas.

En accidente marítimo otras 90.000. Ahogadas, 300.000. Electrocutadas, 60.000 y víctimas de rayos, 5.000 .

Según esta tabla se observa que lo más probable es morirse en la carretera. Morir víctima de una central nuclear -aun viviendo a menos de 30 kilómetros de ella- es un millón de veces menos probable.

Aumento

Concepción Alvarez Ramis, catedrática de Biología y especialista en Radioecología, explicó que el aumento de radiactividad debido a las centrales no es mayor que la radiactividad debida a la altura o a la presencia de rocas graníticas.

López Rodríguez, secretario general técnico de la JEN, dijo que «la oposición a la energía nuclear existe con mayor o menor intensidad en todos los países donde se están llevando a cabo programas nucleares».

Es una cuestión con «mala prensa» según él, rodeada de la terrible imagen de Hiroshima, presentación a la Humanidad de la energía atómica.

Existen temores profundos, según López Rodríguez, manejados por unos u otros grupos.

La complejidad del problema es enorme, dado el número de variables presentes en el problema.

Ahí están las centrales nucleares en marcha y en construcción.

Ellas favorecen una forma accesible de energía considerada por muchos «más que buena necesaria».

A favor
están las grandes compañías constructoras pero en el Este no hay grandes empresas capitalistas y también se construyen.

En algunos países eurooccidentales, la energía está nacionalizada y también se construyen.

Contra ellas están otros intereses: colonialismos de los grandes que impiden que las potencias medias tengan autonomía energética, grandes compañías de otras formas de energía, etc.

La ciencia, en el medio, tierra de nadie, sólo puede facilitar los datos del riesgo y las características técnicas de los problemas.

«Evaluados los riesgos -dijo uno de los participantes en el encuentro- la sociedad debe decidir».

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