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Es para mí un gran honor poder hablar hoy con vosotros de las cosas que
nos importan: de nuestro partido, de nuestro futuro y de España.
Yo soy uno de los más de diez millones de españoles que el pasado 9
de marzo dio su confianza, otorgó su voto al Partido Popular. Y me sentí
muy orgulloso y muy agradecido de contar con la compañía de más de diez
millones de españoles.
Soy uno de los 750.000 militantes de este gran partido. Y soy, creo
haberlo demostrado claramente, un disciplinado militante que no aspira a
nada, que no pide nada, que no juega a nada.
Un militante que en las últimas elecciones generales hizo todo lo que
se le pidió.
Lo único que yo pedí fue ir a Lizarza a respaldar a Regina Otaola, en
un acto que resume mis preocupaciones.
Queridos amigos
En todas las organizaciones los símbolos son muy importantes, pero
en organizaciones jóvenes como la nuestra lo son más todavía.
Somos un partido muy joven, pero de sólidas referencias morales que
no debemos perder nunca. Sin ellas, no habríamos llegado hasta aquí y no
seríamos lo que somos. Perderlas nos impediría alcanzar nuestros objetivos
y, sobre todo, explicarnos a nosotros mismos.
Muchos han sido los compañeros que han dado su vida por nuestras
ideas. Siempre estarán en nuestra memoria. Miguel Ángel Blanco, Gregorio
Ordóñez, tantos otros. He visto, he compartido, he sido testigo de su
sufrimiento, de su lucha y de su sacrificio.
Dieron su vida por la causa de la libertad de todos los españoles.
Su ejemplo siempre ha sido nuestra referencia moral.
Me siento orgulloso de pertenecer al partido en el que otros han
recogido su testigo. Personas a las que admiramos. Todos los que hoy, en
las instituciones del País Vasco y de Navarra, en su compromiso político
diario, siguen en el punto de mira de los terroristas. Todos los que hacen
frente a diario a sus amenazas. Todos ellos constituyen el ejemplo en el que
debemos seguir mirándonos.
Queridos amigos,
Al hacer explícito mi reconocimiento y afecto a todos ellos, permitidme
recordar aquí a dos compañeros excepcionales.
A María San Gil y a José
Antonio Ortega Lara.
Si no lo hiciera traicionaría toda mi vida política y no sería fiel a mí
mismo. Además, no sería leal con mi profunda convicción de que sin
personas como ellos el Partido Popular ni habría sobrevivido ni sería lo que
es.
Yo personalmente tengo una deuda de afecto con ellos, pero todos
tenemos una deuda impagable de agradecimiento en este partido del que
deben seguir formando parte.
Queridos compañeros,
He presidido este partido durante quince años. Emprendí la mayor
renovación de nuestro partido. Tuve el honor de gobernar España durante
los ocho años a los que me comprometí. Y hoy –más que nunca- mantengo
mi convicción en un partido abierto, en un partido moderado, en el gran
partido que hoy es el Partido Popular.
Somos un partido que sólo tiene por enemigos a los enemigos de la
democracia.
Somos un partido que reivindica el juego limpio en democracia y que
jamás excluirá a sus adversarios políticos con ningún cordón sanitario.
Somos un partido abierto a la gente, en el que siempre hemos
trabajado para sumar cada día más voluntades a nuestro proyecto.
Un partido en el que no sobra nadie, unido por nuestra idea de libertad
y nuestra idea de España.
Un partido en el que siempre hemos estado orgullosos de ser lo que
somos. Orgullosos de defender nuestros principios y nuestros valores, y
orgullosos de haber liderado una etapa de progreso y bienestar en los ocho
años en los que los españoles nos dieron su confianza.
Un partido que cree y que defiende la libertad y la responsabilidad.
Que cree y que defiende la convivencia basada en el respeto a la ley.
Que cree y que defiende la política como expresión de ideas, y no
como un ejercicio cotidiano de oportunismo y ocultación.
Que cree y que defiende la democracia como garantía de los derechos
y libertades individuales.
Que trabaja para fortalecer las instituciones democráticas, frente al
abuso, la arbitrariedad y la corrupción.
Un partido comprometido con el gran legado histórico que fue la
Transición, y que defiende lealmente cada día
Un partido, en suma, que levanta muy alta la bandera de la libertad y
la bandera de España, nuestra Nación.
Queridos amigos,
Este partido ha sido y es obra de mucha gente. Es obra de muchos y
se debe aún a muchos más: a los más de 10 millones de españoles que nos
han dado su voto, y a muchos más.
A todos los que creen en España y creen en la libertad, a los que
tenemos la obligación de ilusionar para que confíen en nuestro proyecto.
Debemos trabajar para todos, para los que nos han votado y para los
que no. No ganaremos si pensamos que podemos ignorar a los que ya nos
votan. Porque los votos nadie los tiene en propiedad. Nosotros tampoco.
Sabéis que siempre he creído que un partido, un gran partido como el
nuestro que está al servicio de España, no puede ser nunca el proyecto
personal de nadie.
Tanto lo he creído que, justamente por eso, renuncié voluntariamente
a la presidencia de nuestro partido cuando cumplí mi palabra de no estar
más de ocho años en
Somos, lo hemos sido desde hace mucho tiempo y debemos seguir
siéndolo, un gran partido nacional que forma parte de la gran corriente de
centro reformista europea.
Nunca he comprendido y sigo sin comprender esa idea del centro
como el final imposible de un viaje interminable.
Nadie nos tiene que enseñar el camino del centro. No vamos al centro,
estamos en el centro desde hace muchos años. Como mínimo, desde 1989,
cuando refundamos nuestro partido como un partido grande y abierto que
buscó y obtuvo el respaldo mayoritario de los españoles, y que gobernó
España durante ocho años.
Queridos amigos,
En 1996 llegamos al Gobierno porque ofrecimos un proyecto solvente
que merecía confianza. También entonces a algunos les parecíamos tan
antipáticos como incapaces de gobernar. Primero ganamos las elecciones y,
después, gobernamos con diálogo y acuerdos.
Por ese orden, que no se nos olvide.
Dialogamos y llegamos a acuerdos, en la primera y en la segunda
legislatura de nuestro Gobierno. Con mayoría relativa, y aún más acuerdos y
de mayor alcance cuando alcanzamos la mayoría absoluta. Llegamos a
acuerdos sensatos, públicos y transparentes porque eran buenos para
España.
Acuerdos que sirvieron para la estabilidad y la modernización de
España.
Acuerdos para establecer un modelo de financiación aprobado por
todas las Comunidades Autónomas que, a día de hoy, sigue vigente.
Acuerdos para completar las transferencias a las autonomías, para
renovar el Concierto Económico del País Vasco y el Convenio navarro.
Acuerdos sensatos, públicos y transparentes para dinamizar nuestra
economía.
Acuerdos de Estado para garantizar el futuro de las pensiones.
Acuerdos de Estado por las Libertades y contra el Terrorismo.
Acuerdos para fortalecer el Estado de Derecho expulsando a los
terroristas de las instituciones.
Iniciativas de consenso que permiten que hoy los terroristas, y otros
asesinos, cumplan íntegramente las condenas impuestas por sus crímenes
odiosos.
Llegamos a acuerdos para hacer más fuerte a España, no para
debilitarla como hace el socialismo simpático.
Queridos compañeros,
Me han criticado por mis silencios y por mis palabras. Y quiero que
sepáis que tanto mis silencios como mis palabras están guiados por el
sentido de la responsabilidad y de la lealtad a mi partido y a España.
En estos momentos, cuando nuestro partido se reorganiza, quiero
compartir con vosotros cuatro reflexiones:
La primera es el reconocimiento al equipo que ha dirigido nuestro
partido desde 2004. Han defendido con gran coraje durante estos años
nuestro proyecto político, la integridad de nuestros principios y valores, y la
unidad de nuestro partido.
La segunda es mi respaldo responsable a quien va a continuar en los
próximos años con esa tarea de dirigir nuestro partido. Mariano Rajoy, si le
dais vuestra confianza, tiene ante sí una gran responsabilidad. Requiere, en
idéntica medida, la ayuda de todos y que todos sean convocados a ese
objetivo. Un objetivo que ha de contar con todos y con los mejores.
Mi tercera reflexión es el sentido de la renovación que el partido
emprende estos días.
El nuestro ha sido siempre un ejemplo de renovación integradora
frente a las etiquetas y los personalismos. Ésa ha sido la seña de identidad
de nuestro partido, y así nos ha visto siempre la sociedad española.
Hasta ahora, después de cada elección, tanto cuando ganábamos
como cuando perdíamos, se acercaban más y más ciudadanos para
interesarse por nuestro proyecto, para sumarse a nuestro partido. Nuestros
adversarios podían decir que estábamos solos, pero nosotros sabíamos que
estábamos cada día más y más acompañados.
No nos equivoquemos sobre el sentido de la renovación. Siempre he
dicho: cuando vayas avanzando procura que cada vez veas más gente
siguiéndote.
Nadie debe quedar por el camino.
Si así fuera tendríamos razones para preocuparnos. Porque el
esfuerzo de integración que iniciamos hace ya unos cuantos años ha sido la
clave de nuestro éxito.
Sin integración y sin unidad difícilmente tendremos futuro como partido
de Gobierno.
¡Sigamos invitando a entrar en el Partido Popular! ¡No alejemos a
nadie que honradamente quiera arrimar el hombro!
La cuarta reflexión que quiero compartir con vosotros es mi
compromiso inequívoco con un proyecto político con objetivos comunes y
ambición nacional.
Un proyecto comprometido con la unidad de
la igualdad de derechos de los ciudadanos.
Un proyecto cohesionado de Nación que tiene como motores de
progreso la libertad amparada por la ley y la solidaridad entre los españoles.
Un proyecto que cree en la responsabilidad y en la ampliación de las
oportunidades para que todos puedan desarrollar sus capacidades.
Queridos amigos,
Ésta es la verdadera apuesta ganadora, éstas son las convicciones
que permiten dirigirnos honradamente a la sociedad española y pedir su
confianza.
Nosotros no nos hemos movido nunca en la periferia de la
Constitución. Nosotros reivindicamos el pacto de
origen bajo
Nunca hemos visto en
caduco. Queremos que el modelo de Estado funcione y funcione mejor, pero
queremos el modelo autonómico que
queremos una confederación disimulada en la que el Estado sea incapaz de
cumplir con sus responsabilidades hacia los ciudadanos.
En los últimos años, España ha alcanzado las más altas cotas de
descentralización y reconocimiento de su pluralidad.
Tenemos un grave problema cuando la cuestión no es el derecho a
estudiar en euskera, o en catalán, sino que se niegue el derecho a estudiar
en castellano.
Nosotros defendemos un gran proyecto nacional con grandes objetivos
comunes. Los españoles no tienen por qué elegir entre cohesión y
pluralidad. Entre solidaridad y prosperidad. Entre paz y justicia. Entre la
lengua común y las demás lenguas de España.
Son falsos dilemas. Nunca debemos aceptar representar un proyecto
político secuestrado por intereses parciales o rehén de querellas territoriales.
Queridos amigos,
No hay nada más antiguo y más rancio que poner los territorios por
delante de las personas.
Nada más retrógrado y más injusto que dividir a los españoles entre
ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.
Nada más reñido con la modernidad que convertir la diferencia en
desigualdad, y hacer de la singularidad un privilegio.
Nuestra idea de España no consiste en recrear, bajo otra apariencia, lo
que superamos hace dos siglos al constituirnos como una nación de
ciudadanos libres e iguales.
Nosotros, como partido, queremos construir una alternativa sólida con
objetivos nacionales claros y compartidos, frente a una España invertebrada
y un Estado inviable.
Hemos culminado el modelo autonómico previsto en
Más allá, no se desarrolla lo particular. Se niega lo común a todos los
españoles. Y negar lo común es hoy el principal problema político de
España.
Lo es y la mayor irresponsabilidad es del Gobierno actual.
Afrontarlo es, por tanto, la mayor responsabilidad que tiene ante sí un
partido que quiere ser alternativa de gobierno en España.
Desde hace demasiado tiempo algunos dedican sus energías y su
imaginación a ver cómo pueden eludir
mucho. Nosotros queremos que
Constitución al fin y al cabo, siga siendo el marco de nuestra convivencia en
la democracia a la que accedimos hace treinta años.
Queridos amigos,
Hay quien desea que un partido como el nuestro, que está
comprometido con este proyecto, entre en una senda de división y debilidad.
Lo han intentado en los últimos cuatro años con una vergonzosa
política antidemocrática de exclusión, con la descalificación sistemática del
papel de oposición, buscando el silencio y la adhesión domesticada como
única forma admisible de estar en política.
¡Es la estrategia de “o te adhieres, o te callas, o te echamos del
campo”!
La sociedad española ha demostrado ser lo suficientemente madura, y
el Partido Popular lo suficientemente fuerte, como para frustrar la estrategia
de la exclusión, del cordón sanitario, de pactos de “todos contra el PP”.
Por cierto, esta estrategia de exclusión no es nueva. Ya la vivimos con
otras denominaciones en 1993 y 1996. Pero ya sabemos también que esas
estrategias fracasan cuando se encuentran enfrente con una alternativa
solvente que no se contenta con formar parte del paisaje.
Ahora su única esperanza es que seamos nosotros los que quebremos
lo que ellos no han sido capaces de romper, ¡y bien que lo han intentado!
Por eso es tan importante que de este congreso salgamos con la
determinación de que la sociedad española siga reconociendo en el Partido
Popular a un partido de gobierno capaz de defender de manera coherente y
firme su proyecto. Un partido decidido a articular una nueva mayoría de
Gobierno.
Queridos amigos,
2004. ¡Claro que sí! Los españoles necesitan nuevas respuestas a una
nueva realidad. Soluciones al paro, a la crisis económica. Soluciones para la
integración de los inmigrantes. Soluciones para garantizar una educación de
calidad. Soluciones que el socialismo está demostrando que es incapaz de
ofrecer.
Nosotros hemos contribuido a la transformación de España en
positivo. Somos el partido de la modernización y el progreso real. Somos el
partido del empleo y de la prosperidad. Situamos a España, de verdad, en el
corazón de Europa.
Tenemos las mejores ideas. Las que funcionan.
Renovemos nuestro partido para mejorar nuestro proyecto. Para
enriquecerlo con nuevas aportaciones. Para incorporar nuevas perspectivas.
Con inteligencia.
¿Qué sentido tendría renunciar a un proyecto de éxito y solvente como
el nuestro?
Nuestro objetivo no es heredar a la izquierda, sino ganarle en las
urnas y sustituirla democráticamente.
Para ganar, habrá que sumar nuestros aciertos a los errores del
contrario. Y a su demagogia, deberemos enfrentar nuestro liderazgo.
Queridos amigos,
Hay una izquierda arrogante, que algunas cosas tiene que callar, que
insiste -a estas alturas- en negarnos la legitimidad que nos han dado las
urnas y nuestra impecable trayectoria al servicio de la democracia.
Además, han querido que nos avergonzáramos. ¿De qué?
Han querido que nos avergonzáramos de promover soluciones
solidarias, justas y vertebradoras para problemas tan antiguos y tan
importantes como la escasez de agua en España.
Supongo que nadie sensato creerá, como hace el Gobierno, que la
única política hidrológica posible en España consiste en mirar al cielo a ver si llueve.
Han buscado que nos avergonzáramos de promover una inmigración
legal y ordenada, que integrara a los inmigrantes.
Han intentado que nos avergonzáramos de creer en los valores del
mérito, del esfuerzo, del aprendizaje y del respeto al profesor.
Han pretendido que nos avergonzáramos de defender, sin cansarnos,
los intereses de España en Europa.
Han querido que nos avergonzáramos de haber logrado que España
fuera respetada e influyente en el mundo.
Han buscado que nos avergonzáramos de que el terrorismo y sus
cómplices recibieran la respuesta firme y legal que merecían.
Han intentado que nos avergonzáramos de nuestro respaldo
incondicional a las víctimas del terrorismo en su reivindicación de Memoria,
Dignidad y Justicia.
Han pretendido, en fin, que nos avergonzáramos de ocho años de
Gobierno que acabó con la corrupción, llevó a España a la primera división
de Europa y restableció el prestigio del Estado de derecho.
No tenemos que avergonzarnos de nada. Al contrario. Si nos
hubiéramos avergonzado, hoy estaríamos echando el cierre al Partido
Popular.
Queridos amigos,
¿Estábamos equivocados cuando nos opusimos a la negociación
política del gobierno con los terroristas?
¿Éramos unos radicales cuando denunciamos que, de la mano de esa
negociación, los terroristas –sin dejar de serlo- estaban volviendo a las
instituciones?
¿Éramos unos antipatriotas cuando pedíamos al Gobierno que dejara
el electoralismo y que actuara ante una crisis económica que los socialistas
“garantizaban” que nunca llegaría a España?
¿Éramos unos alarmistas cuando advertimos de las negativas
consecuencias de la política de “papeles para todos” del socialismo, que ya
no parece tan simpático?
¿Éramos antieuropeos cuando pedimos que no se renunciase, sin
negociar siquiera, a fondos europeos trabajosamente logrados?
¿Alguien nos tachará ahora de centralistas por decir que romper el
modelo autonómico es económicamente inviable y nos arrastra a una deriva
confederal que nos debilita a todos?
¿Somos autoritarios por denunciar el fracaso del modelo socialista de
educación que ha devastado la enseñanza pública?
¿Alguien negará hoy que un Gobierno responsable no debe hacer
nunca electoralismo con la posición internacional de España y con la
confianza de nuestros aliados?
Queridos amigos,
Pretenden seguir vendiéndonos la misma mercancía averiada de
propaganda. Mala compra haríamos si nos dejásemos convencer.
Nosotros tenemos que ser el partido en el que confíe la mayoría de los
españoles. No el partido que gustaría a nuestros adversarios.
Tenemos que ser una alternativa creíble frente al socialismo. No una
alternativa a nosotros mismos.
Queridos amigos,
A mí me gusta este partido.
Un partido nacional sólido que ha dicho siempre lo mismo en cualquier
punto de España y debe seguir haciéndolo.
Un partido que quiere el fortalecimiento del Estado para asegurar
mejor la libertad, la igualdad y los derechos de los españoles.
Un partido que trabaja sobre los grandes objetivos nacionales de
España y por la revitalización de nuestras instituciones democráticas.
Me gusta ser militante y votar a un partido que denuncia las cosas que
van mal, y que propone soluciones.
Que no juega al tacticismo, al cortoplacismo y a la ocultación.
Que no pretende ser infalible, pero que les dice la verdad a los
españoles. Y que defiende su proyecto con convicción allí donde le sitúen los españoles, en el Gobierno o en la oposición, que es donde estamos ahora.
Un partido que dé a fondo las batallas, que no eluda las discusiones.
Para ganar, hay que bajar al terreno de juego y pelear cada balón.
Queridos compañeros,
Queremos recuperar el objetivo de ser un país seguro de sí mismo, un
país que cuente, que asuma responsabilidades con las democracias más
avanzadas, que no dimita.
Es la tarea que nos toca. Es el sentido de nuestro compromiso con los
españoles. Es lo que significa estar a la altura de las circunstancias.
Yo espero que estemos a la altura. Que no les fallemos ni a nuestros
militantes, ni a nuestros votantes, ni al conjunto de los españoles.
Pongamos voz a esa gran mayoría de la sociedad española decente,
esforzada, que madruga cada día y saca el país adelante, que no está por
rupturas ni por radicalismos.
A ellos nos tenemos que dirigir. También a los que últimamente se
sienten confusos y desorientados. Para recuperar su confianza.
Somos el partido de la gente normal. Y ganaremos su apoyo
mayoritario si defendemos con convicción y coherencia aquello en lo que
creemos: una propuesta moderada y ambiciosa para recuperar el impulso
modernizador de España.
Sabemos que para ello tenemos que incorporar a muchos y formar un
equipo con los mejores.
Tenemos el mejor proyecto, las mejores ideas y contamos en nuestras
filas con quienes mejor pueden llevarlas a cabo.
Tenemos el mejor partido. Y tenemos la obligación de recuperar el
mejor futuro para España.
Conocemos la fórmula del éxito. Sus ingredientes son trabajo,
honradez, seriedad, responsabilidad, constancia, coherencia, respeto,
compromiso y esfuerzo.
Todos estos son nuestros valores. Tenemos que ponerlos al servicio
de España y de los españoles. Sé muy bien que sois capaces de conseguirlo. Lo sé por experiencia.
No sólo lo he vivido, sino que durante años lo he presidido y lo he liderado.
Conozco como nadie las capacidades de este partido, y sé de lo
mucho y bueno que sois capaces de alcanzar. Sé muy bien que conseguiréis el éxito si os lo proponéis.
Y espero y deseo ilusionadamente que sigáis defendiendo nuestras
ideas, mejorando nuestro proyecto, adaptándolo a los nuevos tiempos y
ofreciendo soluciones creíbles y positivas para todos los españoles.
En ese empeño, del que nunca me apartaré, podéis contar -y dejadme
que presuma de algo- con el militante más disciplinado de este partido.
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