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PRIMEROS DÍAS DE PONTIFICADO
El Papa Francisco integra a los líderes de las demás religiones
. Saludó a todos con un sencillo «queridos hermanos y hermanas» en el encuentro con los cristianos
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-Saludó a todos con un sencillo «queridos hermanos y hermanas»
El Papa Francisco cambió el protocolo de un día para otro incorporando a los líderes de todas las religiones en la audiencia inicialmente prevista para las Iglesias y comunidades cristianasno católicas. Cambió también el horario: les recibiría a las 12 en lugar de la 11 de la mañana para poder recibir antes a la presidenta del Brasil, Dilma Roussef, y empezar a hacer planes con vistas a la Jornada Mundial de la Juventud el próximo mes de julio en Rio de Janeiro.
El Santo Padre saludó a todos con un «queridos hermanos y hermanas», y utilizó una silla igual a la dispuesta para el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, «primus inter pares de las Iglesias ortodoxas», quien le dirigió un cariñoso discurso.
Es la primera vez que un patriarca de Constantinopla viene a la misa de Inauguración de un Papa, y su presencia era muy prometedora. El Santo Padre se adelantó a abrazarlo y le llamó «mi hermano Andrés», refiriéndose al Apóstol hermano de Pedro que es el fundamento de la Iglesia de Constantinopla.
Francisco conoce bien las Iglesias ortodoxas, y enseguida se ha creado un clima de esperanza de mejora en el entendimiento mutuo, incluso con el patriarcado de Moscú, uno de los más reacios al diálogo, representado por el metropolita Hilarión de Volokolamsk, quien saludó al Papa con gran cariño.
Estuvieron en la audiencia los líderes de dos comunidades religiosas ecuménicas, es decir, formadas por católicos, ortodoxos y protestantes, juntos y en pie de igualdad. Eran el hermano Alois de Taizé y Enzo Bianchi, prior de Bose.
Francisco leyó, en realidad, dos discursos breves consecutivos, preparados respectivamente por el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. El denominador común, aparte del respeto y afecto fue la voz dulce del Papa, más apagada que el día anterior a consecuencia del cansancio.
El Santo Padre se atuvo al texto escrito pero insistió en repetir una frase sobre la importancia del «respeto a las distintas tradiciones religiosas». Propuso también a todos, diálogo y esfuerzo común para ayudar a la humanidad, evitando violencias y divisiones. Tuvo palabras especialmente cálidas para los judíos, entre cuyos representantes figuraba el rabino de Roma y también el rabino David Rosen, responsable mundial del diálogo con la Iglesia católica, quien estuvo muy amable con Francisco en el saludo personal.
El Papa mencionó también en su discurso a los «hombres y mujeres que no pertenecen a ninguna tradición religiosa pero buscan el bien, la bondad, la belleza y la custodia de la creación». Los no creyentes, incorporados por Benedicto XVIa los encuentros de Asís, forman ya parte de la familia.
En el saludo personal, muchos ortodoxos le regalaron iconos, otros le obsequiaron con cruces, relicarios o libros. Se había creado un clima muy familiar, como si todos fuesen viejos conocidos del Papa Francisco. Algunos en realidad lo eran, y el Santo Padre les daba abrazos muy fuertes y besos en ambas mejillas, como hizo con un rabino de modo muy especial.
Al final, muy en su estilo, el Papa saludó también a los empleados de los dos pontificios consejos. Los ujieres, las secretarias y los encargados de mantenimiento adoran a Francisco.
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