domingo, 31 de mayo de 2009

YES WHE CAN

5/2/2009 Edición Impresa ENTREVISTA CON TONI NADAL, ENTRENADOR DEL TENISTA NÚMERO UNO DEL MUNDO

Toni Nadal: "Le repetí mil veces a Rafa el 'yes, we can' de Obama"

Feliz Toni Nadal, el martes a su llegada a Palma. Foto: EMILIO PÉREZ DE ROZAS" width="200" height="191">
Feliz Toni Nadal, el martes a su llegada a Palma. Foto: EMILIO PÉREZ DE ROZAS
EMILIO PÉREZ DE ROZAS
PALMA

--¿De verdad creía que Rafa iba a ganar el Open de Australia?
--¿Usted cree que Rafael Nadal, número uno del mundo, acude Australia sin pretensión de ganar? Por supuesto que confiaba en la victoria. Eso no significa que me maraville, aún más, la capacidad de recuperación que Rafa exhibió en Australia.

--¿Lo dice por la paliza que se metió ante Fernando Verdasco?
--Lo digo, sí, por esas cinco horas interminables de buen tenis. Lo digo porque tuvo un día menos de descanso que Roger Federer. Y lo digo porque, horas antes de jugar la final, en el calentamiento, Rafa se mareó y sufrió problemas en un gemelo.

--¿Cómo vivió esos instantes y cómo superaron esas dudas?
--Como siempre, con entereza y fe. Fui a visitarlo cinco o seis veces al vestuario. Ya sabe, yo voy y vengo; habló un minuto con él y me voy; vuelvo al rato y le comento otra cosa; regreso y le recuerdo tal detalle. Y durante ese tiempo le pedí que pensase solo en positivo.

--¿Cómo reaccionó él?
--Rafa, como yo, sabía que iba a ser un partido muy duro y que el rival era, de nuevo, el más peligroso. Traté de ser su Obama particular. Le repetí mil veces el mensaje yes, we can porque, si alguien puede hacer realidad ese mensaje, ese es Rafael. Con él, podemos. Fue una manera como otra cualquiera de decirle que pensase en positivo y que era una gran oportunidad de hacer historia.

--¿Qué le sorprendió de la final?
--Jugaron cuatro sets muy buenos, pero en el quinto y definitivo no sé qué le ocurrió a Federer. Cuando perdimos el cuarto, pensé que la victoria aumentaba de precio. Seguía creyendo ciegamente en Rafa porque le veía bien pero, sinceramente, creí que costaría mucho más.

--¿Qué pensaba en ese instante?
--Le dije a Carlos Costa, su mánager, que era vital que Federer no se despegase en los primeros juegos de ese último set. Temí que, dada la facilidad con la que había ganado el cuarto, se escapara enseguida. Era vital llegar empatados al 3-3 o 4-4 porque, en esas circunstancias, cualquier partido cobra una dimensión más mental que física y, si llega ese momento, Rafa es el mejor, mentalmente es muy fuerte, mucho. Pero, insisto, Federer se vino abajo.

--El suizo argumentó que le encantaría ser zurdo como Rafa.
--No puedo creer que utilice ese argumento como excusa. No, no, seguro que no lo dice con esa intención. Es cierto, sí, que su mejor arma, el revés cortado cruzado, pilla a Rafa de derechas pero no creo que Federer diga en serio que desearía ser zurdo como Rafa. Está claro que, hasta ahora, ser diestro no le ha ido nada mal.

--¿Es cierto que casi llora al ver las lágrimas de Federer?
--Cierto. Es lo malo que tiene el deporte: te lo pasas bien a costa de que otro pierda. Ni en tenis ni en fútbol disfruto con la desgracia ajena. Soy del Barça, pero no me gusta ver hundido al Madrid. Por eso me conmovió ver llorar a una persona de la categoría de Roger.

--¿Ve capaz a su sobrino de ganar este año el Grand Slam?
--¿Sabe qué tanto por ciento tenemos de ganar los siete partidos que nos supondrían coronarnos de nuevo en Roland Garros? Pues algo menos de un 10%. ¿Cree que podemos pensar ahora en el Grand Slam? ¡Por favor! Yo solo pienso en lo conseguido, que es mucho, sí, no en lo que está por venir.

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