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Cortoletraje
Introito
http://www.abc.es/20090614/internacional-oriente-medio/chiste-serio-200906140402.html
Comentarios ABC
Boicot al certamen del Holocausto
La vida sería diferente para ellos si decidieran cooperar con las autoridades y participar, por ejemplo, en certámenes como el del Holocausto, organizado como respuesta a la publicación de las caricaturas del Profeta en 2006, que provocó una oleada de protestas en todo el mundo musulmán. La respuesta iraní se transformó en un concurso, con 12.000 dólares de premio —seis veces más que el montante que recibe el ganador de la prestigiosa Bienal del Cómic de Teherán—, que finalmente ganó un dibujante de origen magrebí. En la I Exposición Internacional de Caricaturas sobre el Holocausto de Teherán, celebrada en 2006, se recibieron 1.193 obras provenientes de 67 países, de las que fueron seleccionadas 250 que permanecieron expuestas en el centro de Teherán durante varias semanas. Tres dibujantes españoles —Reynol José Álvarez, Luis Menta y Rafael Iglesias— formaron parte de una exhibición que recibió duras críticas de los caricaturistas más famosos de Irán, que se negaron a tomar parte y la calificaron de «vulgar e insultante». «Para nosotros es una línea roja más, el Holocausto es tan sagrado en Occidente como la tradición de la ashura —la celebración religiosa chií— para nosotros», defiende Heidari, quien fue acusado desde los medios conservadores de colaborar con el Estado de Israel por argumentar su ausencia del certamen con estas prudentes palabras.
Las líneas rojas de la censura se perfilan en torno a los clérigos y asuntos relacionados con la religión. Está terminantemente prohibido dibujar a un mulá vestido de mulá
Heidari, Karimzadeh y Bozorghmer son tres de los pilares de la asociación independiente Persian Cartoon. Ellos simbolizan ese Irán no oficial que trabaja en la sombra y con una mirada crítica hacia el sistema. Como ocurre en la política nacional, también en el arte existen dos iranes totalmente diferentes. «Aquí falta gente que dé la cara y que se muestre dispuesta a alzar su voz discrepante ante lo que le parezca injusto, voces menos conservadoras que proyecten una imagen diferente de lo que realmente es este país», señala Heidari.
Ellos lo intentan desde las páginas de los periódicos y revistas que apuestan por las reformas, desde sus cuidadas páginas web y ahora también por medio de la plataforma que ofrece Facebook que, como en el resto del mundo, ha experimentado un «boom» en Irán. Saben moverse con sutileza entre las «líneas rojas» y han desarrollado la capacidad de expresar sus críticas de forma que orillen los filtros de la censura, aunque en algunos casos el exceso de celo de sus editores les obliga a guardar algunos originales en el cajón. Los lectores de Irán, como los de todo el mundo, sin embargo, pueden ahora verlos en la web, una ventana que en casos como el de Heidari, sufre el velo sistemático por parte de las autoridades. Es el precio que deben pagar por mostrar su visión del Irán del siglo XXI.
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