lunes, 22 de julio de 2013

LA ALBERCA, UN TESORO DE LA SIERRA DE FRANCIA (SALAMANCA, CASTILLA Y LEÓN)

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José Luis Puerto
por José Luis Puerto



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Los inesperados rincones, las calles laberínticas y sus fascinantes tradiciones y creencias han sido difundidas por numerosos escritores, cineastas y pintores

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http://www.abc.es/viajar/espana/abci-pueblo-alberca-201307191859.html

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En plena Sierra de Francia salmantina, a más de mil cincuenta metros, rodeada por un anillo de bosques de robles, castaños y otras mil especies arbóreas, a los pies de la montaña sagrada de la Peña de Francia y protegida por ella, La Alberca es uno de los pueblos más hermosos de España; de hecho, fue el primer núcleo rural español declarado, en 1940, Monumento Histórico-Artístico Nacional. Atesora un triple patrimonio excepcional: una naturaleza paradisíaca, una arquitectura popular fascinante y unas fiestas, indumentarias antiguas, ritos, creencias y tradiciones, que han sorprendido a viajeros, etnógrafos, escritores y artistas, que han difundido La Alberca por los cuatro puntos cardinales. Entre sus propagandistas, hay escritores, como Miguel de Unamuno, o el portugués Miguel Torga, quien, en su «Diario», al visitar La Alberca, escribió que «Pocas veces el pueblo español habrá tenido un testimonio tan ejemplar de sí mismo como este retablo vivo en que España se supera en la expresión de su ancestralidad».
Ha sido plasmada por pintores como Joaquín Sorolla, Ismael Blat o José Guerrero. Luis Buñuel inicia su documental sobre Las Hurdes con bellísimas imágenes sobre La Alberca, y el cine la ha convertido en escenario de no pocas películas. Sin olvidar que fotógrafos como Ortiz Echagüe, Kurt Hielscher, Ruth M. Anderson o Inge Morath la han plasmado en logradas instantáneas.
Su abigarrada arquitectura popular, como de medina islámica, con calles laberínticas, inesperados rincones y perspectivas, muros entramados, casas cuyos pisos van volando unos sobre otros hasta besarse sus aleros con los de enfrente, fuentes salmódicas, o la bellísima plaza con sus soportales y esbelta cruz granítica, es uno de sus mayores atractivos. También lo es el calendario de sus fiestas, culminadas con la patronal de la Asunción, con el ofertorio, danzas y ramo en la Plaza ante la imagen de la Virgen, la mañana del 15 de agosto; o la representación de la Loa en el Solano Bajero, el 16; con el Corpus Christi, fiesta para contemplar los bordados antiguos, los altares en las calles y el aspecto ceremonial de los hombres con sus capas. En ambas, puede admirarse la indumentaria antigua, los variados trajes femeninos con sus alhajas, con el «traje de vistas» como mayor tesoro, marcado por el coral y la plata. Sin olvidar fiestas primaverales, como las del Pendón (lunes de Pascua) o la Romería (lunes de la octava de Pascua), donde el municipio convida a dulces y vino en «galletas» (ánforas de cobre) por los «escancianos» y bebido en «barquillos» (vasos de plata). En el rito diario de «la esquila las Ánimas», una mujer devota recorre el pueblo al atardecer todos los días, tocando la esquila y salmodiando oraciones por las Ánimas Benditas.
Por las calles se encuentra «el marrano San Antón». ¿Y qué decir de esa naturaleza paradisíaca de La Alberca, encarnada en el mito de Las Batuecas, valle en el término del pueblo, un mito recreado por el mismísimo Lope de Vega? Tales atractivos constituyen otras tantas razones para visitar La Alberca este verano, o en cualquier otro momento. Si lo haces, amigo viajero, te quedarás con ganas de volver.

A tiro hecho

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