PABLO MONTESINOS
Mariano Rajoy y Artur Mas se entienden a puerta cerrada. Fruto de numerosos encuentros, públicos y discretos, han labrado una relación de entendimiento y sin estridencias, aseguran ambas partes. Esto no significa que sean amigos, pero sí que se respetan. Durante las dos horas que duró el decisivo encuentro en Moncloa, mantuvieron las mismas formas de siempre, pero el fondo fue muy duro y trascendental. Tanto es así que nada más terminar, el jefe del Gobierno telefoneó al líder de la oposición para contarle lo que había sucedido y conseguir su apoyo, que considera clave.
Fue un portazo en toda regla. El ambiente se había enredado hasta el máximo y, en opinión del Gobierno, el líder autonómico “había llegado demasiado lejos, no había calculado bien y acabó quemándose” con la manifestación de Barcelona, en la que se clamó por la independencia. El presidente se enfadó cuando supo que, a cual puntilla, Mas no comparecería en Moncloa, rompiendo con el protocolo. La Generalidad lo comunicó a las 18.30 horas del día anterior, cuando todo estaba ya preparado. Y Moncloa quiso dejar bien claro, vía mensaje de texto, que la decisión había sido unilateral y “de mal gusto”.
En el despacho, envuelto en una expectación máxima, Rajoy no le dijo nada que no hubiera dicho públicamente. “No puede haber pacto fiscal”, le transmitió, porque es “inconstitucional”. La Secretaría de Estado emitió un comunicado tras escuchar a Mas, en la sede del Gobierno catalán en pleno centro de Madrid, para que no quedara duda de lo ocurrido. Frente al dramatismo del invitado, que no se dieron a puerta cerrada, la Moncloa dijo que “no hay novedad porque no nos hemos movido de donde siempre hemos estado”.
Ya lo avisó el presidente en la víspera, en la mismísima sede de la soberanía nacional, donde también recordó que en su mano está, si llega el caso, utilizar los instrumentos que le otorga la Carta Magna para meter en cintura a las comunidades. Mostró “su oposición a la propuesta de un concierto económico para Cataluña por no ser compatible con la Constitución, que todos los gobernantes están obligados a cumplir y a hacer cumplir”, se zanjó oficialmente.
Abrió la puerta a hacer mejoras, pero dentro de los modelos de financiación ya existentes y en ningún caso abriendo una Hacienda propia. De hecho, le dijo el presidente, “son bastantes las comunidades que están denunciando defectos en el diseño y han confirmado que van a evaluarlo e instar a su revisión”. Lo que, en voz de un miembro del Ejecutivo, supone “más España y no menos, más unidad nacional y no menos”.
El jefe del Ejecutivo no compareció. No se barajó bajo ninguna circunstancia porque, explican, Rajoy solo comparte rueda de prensa con un mandatario extranjero de su mismo rango. Lo contrario sería "rebajarse", hablando en plata para un dirigente popular. Quien salió ante los medios, por ser su rival en las urnas, fue Alicia Sánchez Camacho, que cuenta con todo el respaldo del Gobierno.
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