José Luis Abajo "Pirri" da a España su segundo metal al conseguir el bronce en espada

El tirador José Luis Abajo, más conocido como "Pirri", hizo historia para su deporte y para España al conquistar la primera medalla olímpica de la esgrima española, que significa, además, la número 100 en unos Juegos.

El único deporte olímpico de origen español no tenía todavía a ningún campeón nacional y ni tan siquiera un medallista.

El madrileño acabó con esa estadística al superar en la final de consolación al húngaro Gabor Boczko en un duelo de infarto que se resolvió en el tiempo extra (8-7).

Dura jornada tras romper los pronósticos

El bronce cierra una dura jornada para el mosquetero, ya que la competición de esgrima se disputa en un día.

1 - Exento en primera ronda,

2 – En dieciseisavos de final ganó al coreano Kim Won Jin, por 15 tocados a 14.

3 – En octavos de final contra uno de los máximos favoritos el número 2 del ranking mundial, el francés Jerome Jeannet, primer cabeza de serie.
Fue el combate más fácil, ganando por 15 tocados a 9

4 - En cuartos donde derrotó al italiano Diego Confalonieri (14 tocados a13).

5 - Semifinales. Ahí, Matteo Tagliariol, que ganó al final ganó la medalla de oro, (15-12) se tomó la revancha de su compatriota.
(9 tocados a 11, perdió “Pirri”).

6 – El bronce:
a) - Comenzó con ventaja inicial para el húngaro (0-2)
b) - Remontada del español al final del primera asalto (3-3).
c) – En el segundo fue al contrario.
Se adelantó Abajo (5-3) para que le empatara (6-6) Boczko,

d) - Con tablas y todo por decidir comenzó el 3º, en el que sólo se logró un tocado doble.
e) - El tiempo extra de un minuto debía decidir al ganador y a cuatro segundos del final llegó la estocada definitiva y el grito de "Pirri" vencedor.

Aquello fue un jolgorio para la grada española que estaba ocupada por la familia, y su esposa con la cara pintada con los colores de España, por muchos amigos y jugadores de su club y por los cuatros representantes, restantes (aunque esperamos que sean sumantes).

Una explosión de júbilo, al final.

Le dedicó el bronce a su hija de 6 meses, chupándose el pulgar, durante un buen rato, para que lo viera y se enterara “todo el mundo”.