¿Ha considerado usted un aspecto del verdadero cristianismo que pocos tienen en cuenta? ¿Qué harían los primeros apóstoles si vivieran hoy? ¿Qué papel tendría la SANIDAD DIVINA en su ministerio?
Por Roderick C. Meredith
El tema de la sanidad divina es un aspecto que la mayoría de las personas no tienen en cuenta. Rara vez se comenta en la mayoría de las iglesias tradicionales.
¿Por qué? La razón principal de tal descuido se remonta a un ser que es real, Satanás el diablo, quien ha enceguecido a la gran mayoría de los humanos, ¡entre ellos muchísimos cristianos! Hoy, la mayoría de quienes profesan el cristianismo no estudian la Biblia. No acuden a ella como la verdadera “autoridad” en su vida. Se contentan con seguir las enseñanzas y tradiciones de los hombres… aunque con frecuencia sean diametralmente opuestas a la Biblia. Por otro lado, muchos conocemos aquellas campañas de “conversión masiva" celebradas por distintos “evangelistas”, donde hay mucha emoción, mucho clamor e histeria masiva… ¡pero muy poca sanidad real!
Como siempre, debemos preguntar: "¿Qué dice la Biblia en realidad? ¿Podemos COMPROBAR este asunto de la sanidad divina claramente en la Palabra inspirada de Dios?"
¡Sí podemos! Y las pruebas bíblicas son más claras y contundentes de lo que usted probablemente se imaginó.
La sanidad y el evangelio
Observando atentamente el ministerio de Jesucristo y los apóstoles, es claro que la sanidad divina era parte vital de la predicación del evangelio. El Evangelio de Mateo nos dice cómo comenzó Jesús su ministerio: "Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" (Mateo 4:23).
Usted notará que Jesús siempre hacía tres cosas en su ministerio: Predicar el evangelio, sanar a los enfermos y echar fuera demonios.
Más tarde, en la casa de Pedro, vemos algo más sobre el origen de la sanidad divina: "Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" (Mateo 8:16–17). Aquí, Mateo explica que Jesús sanaba para cumplir las escrituras en Isaías que dicen que Jesús, el Mesías "tomó nuestras enfermedades". Mateo estaba citando aquí un pasaje famoso de Isaías 53 que describió claramente el papel del futuro Mesías: “despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto" (v. 3). Enseguida, Isaías agrega: "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados " (Isaías 53:4–5).
Es muy importante destacar lo que dice aquí: ¡que Jesucristo “llevó nuestras enfermedades” y “sufrió nuestros dolores”! Estas son palabras escritas por Isaías pero inspiradas por Dios.
En Mateo 10, encontramos que Jesús concedió a sus 12 apóstoles autoridad para sanar y para echar fuera demonios: "Entonces llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia" (v. 1). Pero muchos dirán: "¿Acaso esto fue sólo para los 12 apóstoles y NO para nosotros hoy?"
De ninguna manera. En Lucas 10:1–9, leemos que Jesús dio esta misma autoridad para sanar a "otros setenta". Leamos: "En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios" (vs. 8–9). Luego, al final de su vida humana, Jesús dio instrucciones básicas que obviamente eran para todos sus siervos fieles a lo largo de los tiempos: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura… Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" (Marcos 16:15, 17–18).
Una “señal” de la verdadera Iglesia
Una de las "señales" de la verdadera Iglesia de Dios ¡es la “sanidad divina”! Esta se hizo manifiesta durante el ministerio de Jesús, de los primeros apóstoles y de los "otros setenta". Más tarde, vemos que el apóstol Pablo, llamado a llevar el evangelio a los gentiles, sanaba con frecuencia. Hechos 14 narra un incidente en que Pablo vio a un hombre cojo que "tenía FE para ser sanado. Y dijo a gran voz: ¡Levántate derecho sobre tus pies! Y él saltó y caminaba" (vs. 9–10).
En Hechos 8:1–7, leemos que la Iglesia de Dios se dispersó desde Jerusalén y que los discípulos viajaron por toda Palestina predicando y enseñando el mensaje de Cristo. Uno de ellos, llamado Felipe, acababa de ser ordenado como diácono (Hechos 6:5). Sin duda, por tener una FE tan grande, lo mismo que el diácono Esteban (v. 8), Felipe fue utilizado por Dios para SANAR enfermos, echar fuera demonios y obrar milagros. Leamos: "Cuando la gente oía y veía las señales que hacía, escuchaba atentamente y de común acuerdo lo que Felipe decía. Porque de muchas personas salían espíritus inmundos, dando grandes gritos, y muchos paralíticos y cojos eran sanados" (Hechos 8:6–7).
Lo anterior es una PRUEBA bíblica muy clara de que Dios usó a otras personas además de los apóstoles para sanar enfermos y echar fuera demonios. Estos milagros se hacían, claro está, por el poder de Jesucristo y en su “nombre”, es decir en su autoridad. La palabra de Dios nos dice que "Jesucristo es el MISMO ayer, y hoy, y POR LOS SIGLOS" (Hebreos 13:8). Aquel poder de sanar está allí para los fieles ministros de Dios hoy, tal como lo estaba para TODOS los apóstoles, los “otros setenta” y demás siervos fieles de Dios a lo largo de la era apostólica y después de ella, ¡y para todos los que tengan FE en la palabra de Dios!
Veamos este incidente revelador que se presentó hacia finales del ministerio de Pablo, y finales de la era apostólica: "Aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y disentería. Pablo entró a donde él estaba, y después de orar, leimpuso las manos y le sanó. Después que sucedió esto, los demás de la isla que tenían enfermedades también venían a él y eran sanados" (Hechos 28:8–9). Note que Pablo "le impuso las manos" a Publio al sanarlo. Esta era una práctica usual de los siervos de Dios y ella indicaba, entre otras cosas, que Dios obra por medio de instrumentos humanos.
Encontramos que también Jesús sanaba a los enfermos "poniendo sobre ellos las manos" (Marcos 6:5), y que cuando envió a los 12 apóstoles a cumplir una misión local, ellos "echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban" (v. 13). Es importante notar que los discípulos "ungían con aceite" a los enfermos. El aceite en sí no sanaba, sino que era un “símbolo” del Espíritu Santo, un recuerdo de que habría sanidad por el PODER del Espíritu Santo.
Los apóstoles, como todos los ministros fieles desde entonces, oraban por los enfermos, les imponían las manos y también los ungían con aceite. A veces ocurrían milagros dramáticos cuando los siervos de Dios simplemente ordenaban que hubiese sanidad, pero el “proceso usual” para los apóstoles y ancianos incluía la "imposición de las manos" y "ungir con aceite". El apóstol Santiago dio instrucciones claras para todos los tiempos: " ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados " (Santiago 5:14–15).
¿Por qué será que los ministros del cristianismo tradicional no practican esto hoy?
¿Por qué son tan pocos los cristianos profesos que reciben sanidad sobrenatural?
Los médicos y la medicina
No todos los esfuerzos del hombre son “malos” en sí. Hay médicos y otros profesionales de la salud, con su alto grado de formación, ciertamente ayudan a millones de personas todos los días. ¡NO olvidemos este hecho! Muchos profesionales de la salud obran con amor y sinceridad en su deseo de servir al prójimo. Sin duda, debemos agradecerles y elogiarlos por esto.
Él propio Jesús afirmó que: "los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos" (Mateo 9:12). En este versículo, Jesús indicó que los médicos ciertamente pueden ayudar en casos de enfermedades y lesiones. Algunos extremistas religiosos piensan que los médicos y la medicina son intrínsecamente malos. Si así fuera, ¡entonces el Hijo de Dios NO habría hecho la afirmación anterior! Y el apóstol Pablo NO habría escrito acerca de "Lucas el médico amado" (Colosenses 4:14).
Todo cristiano verdadero necesita tener “equilibrio” al respecto. Con frecuencia, ¡Satanás y nuestro propio razonamiento humano nos llevan de un extremo a otro!
Al leer toda la Biblia con atención y honradez, encontramos médicos, como Lucas, entre el pueblo de Dios. Aun la parábola del “buen samaritano” muestra que, cuando hay heridas, es importante sanarlas y aplicar vino (u otro antiséptico) para impedir que las cortaduras se infecten (Lucas 10:33-34). Los pediatras ayudan mucho con la atención prenatal y el parto. En el pasado, algunos predicadores, con sus campañas de “sanidad masiva”, han desconocido por completo los anteriores pasajes de la Palabra inspirada de Dios ¡yendo al otro extremo! Hoy, la vasta mayoría de los humanos “instruidos” acuden a los médicos, medicinas, píldoras y ungüentos como única FUENTE de sanidad… dejando al DIOS viviente COMPLETAMENTE FUERA del panorama. Tal extremo, al igual que el otro, ¡es absolutamente ERRADO!
La Biblia es la revelación de la mente de Dios para la humanidad—revelación de aquel conocimiento básico que la humanidad no podría aprender ni entender de otra manera. La Biblia revela la “manera de pensar” de Dios, y a los cristianos verdaderos les dice en Filipenses 2:5: "Tengan la misma manera de pensar que tuvo Jesucristo" (Biblia en Lenguaje Sencillo). Es muy importante que todo cristiano auténtico aprenda a "pensar como piensa Jesús" acerca de este tema ¡y todos los temas! Jesucristo dijo: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de TODA palabra de Dios" (Lucas 4:4). Recordemos que la única “palabra de Dios” que había en esa época era lo que hoy llamamos el “Antiguo Testamento”.
La humanidad está CONFUNDIDA
Satanás el diablo ha ENCEGUECIDO completamente a la gran mayoría de los humanos, ¡incluidos muchos de los que están leyendo esto! La palabra inspirada de Dios describe a Satanás como "el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero" (Apocalipsis 12:9). Más tarde, Dios dice que cuando Cristo regrese a la tierra, lanzará a Satanás al abismo, "para que no engañe más a las naciones" (Apocalipsis 20:3).
Como “príncipe de la potestad del aire"—el GOBERNANTE invisible del mundo (Efesios 2:2)—Satanás ha influido en la sociedad humana, e incluso en la mayoría de las iglesias, para que consideren a Dios como algo "irreal" y "lejano", ¡y NO como un alguien poderoso que puede intervenir y de hecho interviene con frecuencia en los asuntos humanos! Francamente, a Satanás le agrada que pensemos en el Dios Creador como una entidad vaga y remota. Porque si supiéramos que Dios es un Ser espiritual real, dinámico y PODEROSO, quien, si tenemos fe, nos ayuda, nos bendice y nos SANA de toda enfermedad y toda dolencia,entonces posiblemente empezaríamos a adorar y OBEDECER de verdad a aquel gran Dios, y ¡empezaríamos a HACER lo que Dios dice! ¡Pero esto es lo que Satanás menos desea!
Satanás el diablo quiere que los humanos sigan CIEGOS ante la “realidad” de Dios para que no sirvamos ni obedezcamos realmente a nuestro Creador y por tanto no seamos tenidos por dignos de convertirnos en reyes y sacerdotes en el futuro Reino de Dios que reemplazará a Satanás y a sus demonios en el gobierno sobre la Tierra (1 Corintios 6:2–3; Apocalipsis 2:26–27; 5:10).
Satanás ha influido en la humanidad para hacerla buscar OTRO MODO de librarse de la enfermedad, que no tenga en cuanta a Dios. Ha influido en el hombre en esto, como en todos los aspectos de la vida, para que acuda a sus propios medios y a supropia razón humana en vez de buscar las soluciones de Dios y la voluntad divina.
Dios fuera del panorama
La historia del rey Asa se narra en 2 Crónicas capítulos 14 al 16. Allí leemos que Dios envió un profeta para decirle a este rey de Judá, que era un hombre bueno, y a todo el pueblo: "El Eterno estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si lebuscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará" (2 Crónicas 15:2). Notemos que Dios está automáticamente con nosotros todo el tiempo, que Él está con sus siervos mientras nosotros estemos con Él, y que si lo buscamos, lo encontraremos.
¿CUÁNTOS cristianos profesos realmente BUSCAN la voluntad de Dios en materia de “sanidad”? La verdad es que ¡la mayoría ni siquiera han pensado en esto ni se les ha enseñado!
Es obvio que el rey Asa ¡tampoco tenía muy en cuenta a Dios! Aunque Dios lo había bendecido y salvado de muchos modos, cuando Asa se enfermó gravemente "NO buscó al Eterno, sino a los médicos" (2 Crónicas 16:12). ¿El resultado? "Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado" (2 Crónicas 16:13).
El punto clave para recordar es que Asa dejó a Dios totalmente fuera del panorama. En su enfermedad, Asa parecía olvidar por completo que el gran Dios Creador—quien ya lo había salvado antes—podía hacer CUALQUIER cosa, y que ciertamente podía sanar "toda enfermedad y toda dolencia" (Mateo 4:23). En consecuencia, Asa MURIÓ a una edad relativamente joven.
Más adelante leemos la historia de Ocozías, rey de Israel en tiempos del profeta Elías. Ocozías tenía motivos de sobra para saber que Dios era real y que era el Sanador, porque Elías había hecho muchas señales y prodigios de los cuales Ocozías tenía que estar enterado.
Pero cuando Ocozías se lastimó gravemente, ¿qué hizo? "Envió mensajeros, y les dijo: Id y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si he de sanar de esta mi enfermedad" (2 Reyes 1:2). Elías, que era fiel siervo de Dios, se enteró y mandó decir a Ocozías: " ¿NO HAY DIOS en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, así ha dicho el Eterno: Del lecho en que estás no te levantarás, sino que ciertamente morirás. Y Elías se fue" (vs. 3–4). Y el versículo 17 completa la historia: "Y murió[Ocozías] conforme a la palabra del Eterno, que había hablado Elías".
Obviamente, gran parte del problema era que Ocozías NO acudió al Dios verdadero sino a Baal-zebub, el dios de Ecrón. Es importante señalar que este Baal-zebub era el “dios de la medicina”. Parece que los seguidores de Baal-zebub recibían brebajes o medicinas en su devoción a este “dios” pagano.
La mayoría de los eruditos religiosos reconocen que los cristianos del Nuevo Testamento se consideran “israelitas” espirituales o “judíos” espirituales (Romanos 2:28–29). Notemos Gálatas 6:16, donde Pablo les dice a los gálatas cristianos: "Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios". Si Cristo viniera entre nosotros hoy, en esta sociedad humana, muy posiblemente nos diría: "¿NO HAY DIOS en la IGLESIA (Israel espiritual), que van a consultar a médicos humanos y no vienen adonde MÍ como su Sanador?"
Un poco de EQUILIBRIO
En esta materia, todos necesitamos equilibrio. Son muchas las cosas que los médicos y dentistas pueden—y a menudo deben—hacer. En circunstancias como heridas traumáticas, huesos fracturados, hemorragia interna y quemaduras graves, hay muchos procedimientos necesarios, que los médicos hacen bien en cumplir.
Pero aun en estos casos de heridas graves, es vital que el cristiano creyente en la Biblia preste atención a la lección de Ocozías, porque para el cristiano genuino ¡sí hay un Dios en Israel! Por tanto, si necesitamos buscar la ayuda de hombres—para que un médico o quiropráctico competente nos enderece los huesos, cosa heridas o atienda a otras reparaciones—debemos al mismo tiempo pedir la intervención de Dios para que la herida sane bien. Aun cuando acudimos al hombre para aquello que el hombre puede hacer bien por nosotros, según nuestro saber y entender, tenemos que seguir mirando a Dios para que vaya MÁS ALLÁde lo que el hombre puede hacer. Debemos pedirle que intervenga directamente cuando sea necesario. ¡No dejemos a Dios “fuera del panorama” JAMÁS!
A cada cristiano le corresponde decidir en qué medida aplicará las soluciones del hombre. A medida que crece en la FE, el cristiano experimenta más y más casos de “sanidad” divina ante todo tipo de enfermedades y dolencias, porque Dios ¡NO está limitado! Pero en esto los cristianos no deben “juzgarse” unos a otros ni condenarse unos a otros (Mateo 7:1). Cada individuotiene la obligación personal de “fijar sus límites” y valerse de la ayuda médica conforme a su entendimiento y su fe—no la de otros. Como nos dice la palabra de Dios, "todo lo que no proviene de fe, es PECADO" (Romanos 14:23).
En este punto, ¡es importante comprender a dónde nos dirigimos como sociedad! Todo el que realmente CREA la Biblia sabe que Jesucristo predijo con acierto que una de las señales de su próxima venida serían las “pestes", o EPIDEMIAS. Nos encontramos hoy en un momento histórico en que la propagación de sida, el virus de ébola y aun la enfermedad de la “vaca loca” ¡constituyen una amenaza creciente para incontables seres humanos!
Hasta ahora NO HAY CURA para estas enfermedades. ¡Solamente el Dios verdadero puede librarnos de estas pestes! Además, es creciente la amenaza de armas biológicas y químicas. La "guerra biológica" ya no es solo un tema para películas de ficción. Líderes políticos e investigadores lo reconocen abiertamente.
Siendo así, ¿QUIÉN curará estas enfermedades mortíferas si los bioterroristas las propagan deliberadamente, atestando aun más los hospitales y centros de urgencias con masas de gente aterrorizada y desesperada? De nuevo, NO podemos dejar a Dios fuera del panorama. Más y más, al acercarse el fin de esta era, los cristianos verdaderos deben aprender a volver los ojos a Dios como su máximo Protector, Liberador y Sanador. Esta es una parte vital del regreso al “cristianismo original”—de contender ardientemente “por la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3).
¿Qué es la sanidad divina?
En años recientes se han publicado muchos artículos que hablan de cómo ciertos médicos y hospitales entendidos están cooperando ahora más que nunca con ministros y “compañeros de oración” que ayuden en el proceso de curación. Esto probablemente ayude en algo. Pero tristemente, la mayor parte del énfasis se hace en el beneficio psicosomático de tener una “actitud positiva”—de sentirse "animado" o "esperanzado". ¡NO se hace énfasis en un DIOS Todopoderoso que interviene directamente y “sana” las enfermedades y dolencias de modo sobrenatural!
Pero la sanidad sobrenatural es exactamente lo que la Biblia dice que ocurrió en tiempos del Nuevo Testamento. Lean atentamente el pasaje en Marcos 2:1–12, donde Jesús sana a un paralítico. "Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados" (v. 5). Sintiendo la hostilidad de sus oyentes ante este concepto, Jesús dijo: "¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa " (vs. 9–11).
El pasaje continúa: "Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa" (v. 12).
Este NO fue un restablecimiento "gradual" que se produjo con la ayuda de médicos, remedios y transfusiones de sangre. De ninguna manera, sino que Dios intervino y quitó la PENA por los errores físicos, los pecados y el descuido que casi siempre son la CAUSA de enfermedades. Recuerde que, como vimos antes, Isaías 53:4 nos dice que Jesús ha llevado nuestrasENFERMEDADES.
Poco antes de la crucifixión de Cristo, Poncio Pilatos lo hizo azotar horriblemente—castigo que solía administrarse a los condenados. Estos salvajes azotes generalmente se administraban con un látigo de cuero que llevaba incrustados trozos de vidrio o metal y cuyo objetivo era desgarrar la piel e inducir sangrado abundante y dolor atroz. ¡Muchos MORÍAN por el efecto de los azotes! POR ESO dijo Isaías que: "por su llaga fuimos nosotros curados" (v. 5).
La mayoría de los cristianos profesos observan lo que llaman la Eucaristía o la “Cena del Señor”. En realidad, estas prácticas religiosas son una corrupción de la observancia bíblica llamada la Pascua. El apóstol Pablo, describiendo la importancia de la FE y la humildad al tomar los símbolos de pan y vino en la Pascua, advirtió: "Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen [han muerto]" (1 Corintios 11:28–30).
En la iglesia de Corinto, muchos estaban “enfermos” y “debilitados” porque no habían aprendido a discernir el verdaderosignificado del pan y el vino: que nuestro Salvador padeció los terribles azotes para que nosotros fuéramos CURADOS. El pan partido simboliza el cuerpo de Cristo, "partido" para nuestra sanidad física. El vino simboliza su sangre derramada ¡dada en pago por nuestros pecados espirituales!
Por ESO fue que la curación del paralítico efectuada por Cristo—como vemos en Marcos 2:1–12 y Mateo 9:1–8—se describió como ¡el perdón de “pecados”! La sanidad física y el perdón espiritual están vinculados en la Biblia. Nuestro Salvador JesucristoSUFRIÓ terriblemente para que las dos cosas fueran posibles. La palabra de Dios también plantea este principio: "Bendice, alma mía, al Eterno, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Eterno, no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias" (Salmo 103:1–3).
Nosotros no podemos tomar la Pascua bíblica correctamente sin mirar a Cristo como nuestro SANADOR porque Él pagó la pena por nuestra negligencia física y nuestras transgresiones de las leyes físicas de la salud. La pagó lo mismo que pagó la pena por elpecado ESPIRITUAL. Como lo indica el Salmo 103, tanto la sanidad física como el perdón espiritual son “beneficios” ofrecidos por un Dios de amor. Pero la humanidad engañada generalmente se ha dejado convencer de que acepte uno de estos beneficios ¡y haga caso omiso del otro!
Se necesita una FE viva
Durante todo su ministerio, Jesús les decía a los individuos que buscaban sanidad: "Conforme a vuestra FE os sea hecho" (Mateo 9:29). Cuando unos individuos mostraron fe y celo en tal grado que "descubrieron el techo" de un cuarto para introducir a un hombre paralítico y acercarlo a Cristo para que fuera curado, la palabra de Dios nos dice: "Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados" (Marcos 2:5) —y el hombre quedó SANADO ¡delante de sus ojos!
Al acercarse el FIN profetizado de esta era, todos debemos concentrar la mente en la REALIDAD del gran DIOS quien nos da vida y aliento. Necesitamos CREER su Palabra inspirada, la Santa Biblia. ¡Necesitamos creerle a Él! Tenemos que entender que¡Dios NO es mentiroso! Cuando nos promete algo en su Palabra, Él respalda esa promesa con ACCIONES poderosas— ¡siempre y cuando creamos!
Dios nos dice: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).
¡La anterior es una afirmación FIRME! Usted y yo NO PODEMOS agradar al Dios verdadero mientras no aprendamos a CREERLE— ¡a confiar totalmente en lo que Él dice en su Palabra inspirada!
Para ayudar a cada uno de ustedes a desarrollar la FE viviente que todos necesitamos tanto, los invito a que nos llamen o nos escriban para pedir una útil e informativa publicación: el folleto El Dios verdadero, Pruebas y promesas. Nosotros enviaremos estas publicaciones absolutamente gratis a quien las solicite. El estudiar y consultar las citas bíblicas que allí se dan, lo ayudará a ser más consciente de la REALIDAD del Dios verdadero y de la manera de recibir respuestas genuinas a sus oraciones.
Hace varios años, uno de mis estudiantes universitarios—un joven casado—faltó un día a la clase de Biblia de primer año. Tan pronto terminó la clase, se encontró conmigo en el vestíbulo del edificio. Era obvio que se sentía angustiado y preocupado por algo.
— ¿Qué pasa? —le pregunté.
— Es mi hijita —dijo, sin más preámbulos —. El médico le hizo un examen de sangre ¡y encontró que ella tiene un tipo mortal de meningitis espinal! No le da mucho tiempo de vida. Le está subiendo la fiebre y le dan convulsiones de tanto en tanto. Por favor ¡venga a ungirla y a orar por ella!
Llamé de inmediato a mi secretaria y le pedí que cancelara todas mis citas de las próximas horas. Luego me subí al coche y seguí a este joven hasta su casa. El médico había venido más temprano pero dijo que no había nada que hacer por la niña en esta etapa tan avanzada.
Cuando llegué, la madre había estado llorando y la niña estaba tendida en la cama, despierta pero debilitada y con fiebre de casi 38 grados. Consciente de la profunda gravedad de la situación, me puse de rodillas con sus padres a la cabecera de la niña, le ungí la cabeza con una gota de aceite de oliva que siempre llevo en un frasquito y le supliqué a Dios nuestro Padre queSANARA completamente a la niña y que aplicara el sacrificio de Jesucristo y la restableciera del todo—y PRONTO.
Sabiendo que, hablando humanamente, la muerte era muy cercana, derramé el corazón y le oré a Dios con todo fervor. Reclamé su PROMESA de sanar y le rogué que tuviera misericordia de esta pequeña, cuya vida estaba apenas comenzando. Luego, después de animar a los padres a que CREYERAN a Dios, me despedí y regresé a mis demás labores. Pero seguí orando por ella en la mente el resto del día y en mi oración vespertina antes de acostarme. Bien entrada la mañana siguiente, ¡recibí la llamada que estaba esperando! La madre de la niña me dijo que la chiquilla se quedó en un sueño profundo y tranquilo poco después de que la ungí. Más tarde se despertó con hambre—hambre de verdad por primera vez en días. ¡La fiebre había desaparecido! Se acabaron las convulsiones. Luego volvió a dormirse y duró así muchas horas hasta bien entrada la mañana.
Ahora está levantada —me dijo la madre—. Se siente bien y está jugando con sus muñecas como si nada hubiera pasado". Cristomismo, quien pagó la pena de la enfermedad en su lugar ¡la había SANADO de modo rápido y sobrenatural!
Podría escribir en detalle sobre una mujer a quien conocí y que recibió un "paño ungido" (ver Hechos 19:11–12) y se le sanócompletamente un brazo paralizado. Podría escribir sobre una señora con cáncer del seno a quien los médicos habían desahuciado pero que se SANÓ justo cuando parecía “demasiado tarde".
Además, podría escribir sobre la curación reciente de un individuo que había estado en África y había contraído una forma de hepatitis C que muchas veces resulta fatal. En pocas palabras, y sin narrar toda la historia, transcribo parte de su carta en que expresa su gratitud por la intervención de Dios:
"Estimado Dr. Meredith,
Le tengo buenas noticias. Como recordará, el último examen de sangre que me hicieron no midió la carga viral porque no había suficiente virus. El análisis más reciente indica que ya no tengo hepatitis C. Las enzimas hepáticas están dentro de los niveles aceptables… Doy gracias a Dios y ruego que pueda usar el resto de mi vida para servicio y gloria de Él… Gracias de nuevo por su oración de fe".
Estos no son cuentos sentimentales; son hechos. Quiero que todos los lectores de El Mundo de Mañana sepan que estoy muy consiente de que muchas personas dan “testimonios” aparentemente asombrosos pero que no se pueden probar, según los cuales fueron sanados. Pero los incidentes citados arriba fueron casos de sanidad auténtica: una intervención sobrenatural del Dios Creador en respuesta a una oración de fe.
¡Nosotros podemos y debemos confiar en la palabra de Dios! Él nos dice que "la oración de fe salvará al enfermo" (Santiago 5:15). Que Dios ayude a cada uno de ustedes a estudiar este tema por su cuenta en la Biblia. Ruego que los inspire a clamar a Él pidiendo el valor y la FE que necesita para agradarle. Y aunque de vez en cuando usted acuda a profesionales de la salud en busca de atención médica apropiada, ruego que cada uno aprenda a siempre poner a Dios dentro del proceso. Aprenda a CRECER en entendimiento y fe. Aprenda a tener FE en que el Dios viviente puede hacer lo que el hombre no es capaz de hacer. Porque al final de cuentas, Dios—y solamente Él—es nuestro Sanador.
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