miércoles, 14 de julio de 2010

MADRID: ¿LE GUSTAN LOS LIBROS A GALLARDÓN?

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Gallardón, ahora contra las librerías de Madrid

La última ocurrencia
del Alcalde de Madrid
es una campaña de inspecciones
las librerías de la capital
que supondrá
que un centenar de ellas
reciban la visita
de técnicos de Calidad y Consumo.

El sector del libro,
que ha visto caer sus ventas,
se ve ahora además
en el punto de mira municipal.

NOTA DE BRUTTHUS
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¿Querrás decir Gallardonal?

(Volver)

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boe dijo el día 9 de Junio de 2010 a las 11:24:20:
Al hilo de la noticia y al impagable celo de las autoridades Municipales a la hora de proteger los derechos de sus ciudadanos, ahora que estamos en verano, permítanme unos comentarios al respecto.

Tengo la desgracia de vivir en una urbanización que dispone de una piscina comunitaria y como en un par de ocasiones me ha tocado ser Presidente de la Comunidad, he podido comprobar de primera mano cómo, los desvelos municipales por garantizarnos un baño placentero y seguro, ha convertido el asunto en una verdadera pesadilla que revive con implacable regularidad todos los años.

Además de los análisis obligatorios de agua cada temporada -a realizar por un laboratorio oficial- y de la necesidad intermitente de un socorrista un año sí y el otro no -en esto no terminaban de aclararse-, podría contarles de las normas que exigían una zona perimetral para baño de pies, norma que a poco de la instalación del mencionado perímetro fue eliminada por alguna oscura razón que escapa a mis entendederas. El asunto es que el invento fue sustituido por otro igualmente obligatorio; un pedilubio. Para los que no estén versados en el asunto, les aclararé que consiste en un badén lleno de agua situado en la puerta de acceso al recinto de la piscina, que incluso debía contar con su propia mini-depuradora y que supuestamente, garantizaría la perfecta higiene pedal de los bañistas, obligados a pasar por el dispositivo de modo similar a lo que vemos ocurre con el ganado en las "películas del Oeste".

A poco de estar instalado, después de un desembolso considerable, aparentemente el invento dejó de ser imprescindible, pero en esta ocasión le tocó el turno a la piscina de niños, que desde la construcción de la urbanización, había consistido en un rectángulo anexo al vaso principal, provisto de una pilastras que impedían que cualquier niño pudiese colarse por los intersticios, pero que garantizaba que el agua se renovara y depurara con el sistema general de depuración.

El caso es que después de una de las inspecciones, la celosa funcionaria nos indicó que aquello no podía estar así y que había que cambiarlo bajo amenaza de clausura de la piscina. De nada valieron nuestras argumentaciones de que aquello estaba según la licencia Municipal original. La funcionaria se mantuvo inflexible, por lo que después de sopesar el asunto, la Comunidad decidió soterrar la piscina de niños, de modo que fue eliminada y ahora los niños o se bañan en el vaso de los mayores, o en alguna de esas pequeñas piscinas inflables de plástico que se llenan de agua sobre el césped, suponiendo naturalmente que el padre correspondiente te haya provisto de la suya.

Una vez que las autoridades comprobaron que los niños disfrutaban de un no-baño con las mayores garantías, decidieron que era imprescindible marcar todo el perímetro con marcas indicativas de la profundidad en cada punto. Evidentemente, al ser los potenciales bañistas disminuidos psíquicos profundos, se evitaba el riesgo de que alguien se lance de cabeza sin comprobar antes si existe profundidad suficiente para la pirueta.

A año siguiente de garantizado lo anterior, le tocó el turno a las escalerillas de acero inoxidable que facilitaban la entrada y salida del agua en las cuatro esquinas. Me figuro que el modelo ya lo conocen, esas que disponen de unas barandillas laterales para facilitar el acceso. El problema es que el fabricante -mísero de él- había tenido la desdichada idea de hacer ambos lados de igual altura. En esta ocasión la funcionaria nos indicó que un lado tenía que ser más alto que otro para facilitar el agarre tanto a niños como a mayores. Pueden ustedes figurarse que la “transformación” de las barandillas de las mentadas escaleras, amén de un engorro carísimo ha resultado en unas escaleras de acceso absolutamente reglamentarias pero que parecen hechas por un borracho aprovechando retales.

Tradicionalmente, la medición del ph del agua y la adición de cloro se hacían a diario por el portero de la finca utilizando uno de esos kits portátiles basados en el tornasol y mediante las consabidas pastillas de cloro en los “skimmers”. Pero este año, ya nos han avisado que es obligatoria la instalación de unos complejos equipos de medición y dosificación automáticos que cuestan un riñón y que por lo que hemos podido averiguar, además de ser sumamente delicados, precisan de calibración cada año.

No quiero cansarles más a todos los que hayan tenido la paciencia de llegar hasta aquí, así que no les contaré la anécdota de la lona para cubrir en invierno la piscina a pesar de estar en un recinto cerrado con candado y porqué según el funcionario, no servía una de esas redes de seguridad que se utilizan en las obras. Solo adelantarles que este año aún no se ha tomado ninguna decisión respecto a los mentados equipos automáticos porque hay desacuerdo. Unos abogan por convertirnos en “ilegales“ a la hora del baño; otros por cegar la piscina con tierra y césped. Dejando para los más intrépidos una toma de agua y una regadera -homologada desde luego- de forma que todos puedan disfrutar del verano una vez garantizados sus derechos y con total garantía de seguridad.

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