martes, 19 de mayo de 2009

TRES PERITOS PROTESTANTES, QUE PUEDEN DAR VUELTA A LAN CLASIFICACIÓN GENERAL DE TONTOS DEL 11-M, O PASOTAS, O TIBIOS. CASO SER PP, TONTOS DEL CULO,

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Porque con lo que le hicieron en los cinco días posteriores a los atentados es como para soltar u ex-abrupto parecido al que dijo:

"Ahora sí que me voy a cagar en la madre que parió a los TEDAX"

Y lo dijo cuando apareció el DNT, en unas pruebas que hacían con tele grabando
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Apoteosis de Don Tancredo

18 de Mayo de 2009 - 19:56:28 - Luis del Pino

Doble ración de noticias hoy del 11-M.

El Mundo publica, por su parte, una entrevista con el perito Antonio Iglesias, que desvela algunos sabrosos detalles acerca de las interioridades de la pericial de explosivos realizada durante el juicio, detalles que resultarían esperpénticos si el asunto no fuera tan trágico.

Básicamente, la situación en la que nos encontramos es la siguiente: asumiendo que las muestras que fueron entregadas a los peritos proceden de los trenes y no están previamente manipuladas, entonces los resultados de los análisis demuestran que en los trenes no pudo estallar Goma2-ECO, sino Titadyne.

El problema que tenemos es cómo se transforma esa certeza racional en algo más que una simple certeza racional. Porque, hasta el momento, todos los partidos políticos, sin ninguna excepción, continúan haciendo el Don Tancredo con el 11-M. Lo hace el PSOE, que desde el primer momento ha puesto el máximo empeño en que la masacre de Madrid no se investigue. Pero también el PP hace el Don Tancredo en el tema del 11-M, lo cual ya es algo más difícil de explicar. Como también hace el Don Tancredo UPyD, que pretende presentarse como una alternativa a los partidos tradicionales y que, a la hora de la verdad, forma parte con ellos de una misma cofradía del silencio.

Por si la información publicada por El Mundo en las últimas semanas fuera poco, publicamos hoy en Libertad Digital nuevos datos sobre las supuestas "negligencias" que permitieron a los "huidos" del 11-M largarse de España. Si el otro día conocíamos que a Daoud Ouhnane no se le detuvo porque no se quiso, hoy es la propia sentencia de la Operación Tigris la que nos desvela que a Mohamed Afalah no se le trajo a España porque a alguien no le dio la gana. Turquía puso a Mohamed Afalah a disposición de las autoridades españolas, a pesar de lo cual nadie exigió su entrega.

Hay un detalle que conviene resaltar: ya no estamos hablando de informaciones periodísticas que alguien pudiera sentirse tentado de discutir. Estamos hablando ya de verdades judiciales. Quien dice que Afalah estuvo a disposición de la Policía española desde junio de 2004 y se le dejó escapar es la propia Audiencia Nacional. Quien dice que no ha quedado acreditado que Mohamed Afalah se suicidara en Irak (que es lo que en su día nos dijeron) es la propia Audiencia Nacional. No es de extrañar que la sentencia de la Operación Tigris tardara tanto en darse a conocer, porque resulta ciertamente demoledora. Supongo que las presiones al tribunal habrán alcanzado niveles ciertamente notables.

Pero volvemos, claro está, a la pregunta que antes planteábamos: ¿y ahora qué? ¿Va alguien, dentro del panorama político, a mover un dedo para que se esclarezcan estas nuevas incógnitas que la propia Audiencia Nacional ha puesto sobre la mesa?

¿O tendremos que seguir siendo un escaso grupo de medios de comunicación los únicos que movamos ficha?

Ya está bien de dontancredismo, ¿no?

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Guinea: Anatomía de un golpe de estado (III)

17 de Mayo de 2009 - 10:56:33 - Luis del Pino

Entregas anteriores:

Guinea: Anatomía de un golpe de estado (I)
Guinea: Anatomía de un golpe de estado (II)



Secreto a voces

No es de extrañar que la operación fallara. Según publicaron en su día los medios de comunicación sudafricanos, tanto la CIA, como el CNI, como los servicios secretos británicos, sudafricanos y franceses estaban al tanto de la operación de Guinea desde muchos meses antes de producirse la intentona. Se trataba de un secreto a voces.

De hecho, toda la operación fue infiltrada desde el principio por los servicios secretos sudafricanos, que introdujeron a tres hombres en la estructura montada por Simon Mann. Uno de ellos sería, al parecer, un empleado de Mann: el experto en informática James Kershaw.

Kershaw, de 24 años, fue quien proporcionó a las autoridades sudafricanas la lista de los presuntos "inversores" del proyecto (a la que se bautizó con el nombre de "lista Wonga"). Los otros dos agentes sudafricanos podrían ser las dos personas que acompañaban a Simon Mann en el aeropuerto de Harare en el momento de su detención: Harry Carlse y Lourens Horn.

Esos dos mercenarios sudafricanos (que, como ya hemos dicho, trabajaban para la empresa Meteoric Tactical Solutions) fueron puestos en libertad por las autoridades zimbabuesas con una sorprendente rapidez después de su detención en Harare, a diferencia de Mann, que fue entregado a la Justicia guineana.

Gracias a esos agentes infiltrados, las autoridades sudafricanas conocían a la perfección los preparativos y pudieron grabar las conversaciones telefónicas de los implicados en los días inmediatamente anteriores al golpe, conversaciones que luego sirvieron para construir las acusaciones judiciales, una vez desbaratada la intentona.

En el caso de los americanos, algunas informaciones periodísticas aseguran que el contable de Simon Mann, Greg Wales, sondeó a "un militar estadounidense de alto rango" para ver si podían contar con el apoyo de Estados Unidos. La conversación se celebró en el Pentágono, en Washington, a finales de febrero, un par de semanas antes de la operación.

Por lo que respecta a los británicos, en noviembre de 2004, Jack Straw, entonces ministro de Asuntos Exteriores, reconoció que Gran Bretaña también había sido informada anticipadamente por sus servicios de inteligencia de que se estaba gestando un golpe en Guinea.

Según el Sunday Times, funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores británico convocaron a una reunión en Londres al teniente coronel Tim Spicer, el dueño de Sandline International, para comunicarle que desaprobaban un eventual golpe para derrocar al mandatario guineano. Según ese mismo periódico, el jefe de los mercenarios, Simon Mann, fue informado de las objeciones del Ejecutivo británico, pero Eli Calil le instó a seguir adelante. Según algunas informaciones, Calil habló de la posición del Gobierno británico con un buen amigo suyo: el laborista Peter Mandelson, ex-ministro y ex-comisario de la Unión Europea. Mandelson niega, sin embargo, haber mantenido esa conversación, así como haber estado involucrado, aunque fuera mínimamente, en el golpe de Guinea Ecuatorial.

Según el periódico The Observer, en febrero de 2004 se celebró en Londres, en la sede del Royal Institute of International Affairs, una reunión sobre el futuro de Guinea Ecuatorial en la que estaban presentes al menos un representante del gobierno británico y varios ejecutivos del sector petrolífero. En esa reunión se discutieron abiertamente los rumores sobre el golpe de estado que había en marcha en la ex-colonia española.

Conexión Madrid

Aunque quizá sea el caso español el que mejor ilustra la extensión que los rumores sobre el golpe habían alcanzado. Para el último trimestre del año 2003, esos rumores se discutían abiertamente entre los círculos de la oposición guineana en Madrid. Según un miembro de nuestros servicios de información, para enterarse de que se estaba preparando un golpe contra Obiang bastaba con darse una vuelta por alguno de los bares frecuentados en la capital por los partidarios de Severo Moto, que no se caracterizan precisamente por su discreción.

A principios de noviembre de 2003, el gobierno de Aznar recibió del CNI un informe sobre la operación que estaba en marcha. En concreto, según las fuentes consultadas, el CNI trasladó al gobierno el dato de que personas vinculadas a los servicios secretos ingleses y americanos estaban preparando un golpe de estado en Guinea Ecuatorial. Según el CNI, la información se habría obtenido gracias a que se habían pinchado los teléfonos de los hoteles donde algunos de los implicados en el golpe habían pernoctado. Existían, incluso, fotografías de algunos de esos implicados, tomadas por nuestros agentes.

El CNI también comunicó al gobierno de Aznar que los servicios secretos franceses no tenían información sobre el golpe que se estaba gestando: "De hecho, los franceses nos están preguntando a nosotros si sabemos qué es lo que pasa, pero nosotros les estamos dando la información con cuentagotas".

Por último, el CNI afirmaba que el golpe de estado en Guinea "tenía muchas posibilidades de triunfar", por lo que su recomendación al Gobierno era que se apoyara ese golpe de estado.

El Gobierno de Aznar analizó la información que el CNI le había proporcionado y decidió que algo no cuadraba. ¿Los servicios de información americanos e ingleses estaban preparando un golpe en Guinea y eran tan torpes como para dejarse grabar por el CNI en un hotel de Madrid cuando estaban de paso por España? Podía ser, aunque resultaba un tanto extraño.

Pero lo que resultaba absurdo era la información relativa a los franceses. ¿Cómo que los servicios de inteligencia galos desconocían los detalles de algo que estaba sucediendo en el Golfo de Guinea y tenían que pedirle información al CNI? Aquello era completamente inverosímil. Nada se mueve en el Golfo de Guinea sin que los franceses estén puntualmente informados.

Por último, las relaciones del gobierno español con el guineano no eran precisamente malas en los últimos tiempos. De hecho, la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, iba a visitar Guinea Ecuatorial el 22 de ese mes de noviembre, como preparación para la firma de un nuevo acuerdo de cooperación con la ex-colonia española. Era la primera visita de un ministro de Exteriores español a Guinea Ecuatorial desde 1987 y el presidente Obiang la había saludado como el comienzo de unas nuevas relaciones entre los dos países. ¿Qué sentido tenía que el CNI recomendara apoyar, en ese preciso momento, un golpe de estado bastante confuso contra Obiang?

Era evidente que el CNI le estaba intentando colar un gol al gobierno de Aznar, aunque la naturaleza exacta de ese gol no estaba demasiado clara. En consecuencia, el gobierno de Aznar respondió al CNI que no se iba a respaldar la intentona golpista en Guinea.

El aviso

En previsión de lo que pudiera pasar, el gobierno español envió además un emisario a Guinea en noviembre de 2003, para avisar a Obiang de que había una operación en marcha contra él.

Para su sorpresa, el gobierno de Obiang respondió que ya estaban perfectamente al tanto de esa operación y que lo que se estaba gestando era... ¡un golpe de estado pro-francés! Según el gobierno guineano, la intentona pretendía sustituir a Obiang por alguien más proclive a satisfacer los intereses petrolíferos galos.

¿Un golpe de estado pro-francés? Aquello terminó de descolocar al gobierno del PP, porque esa información no cuadraba en absoluto con la que el CNI le había hecho llegar. O había dos golpes distintos en marcha o alguien estaba mintiendo de manera descarada.

Lo más directo hubiera sido preguntarle al propio Severo Moto, exiliado en España, qué era lo que estaba sucediendo. De hecho, varios miembros del Partido Popular tenían una excelente relación con Moto. Pero había dos problemas a este respecto.

Por un lado, el que Severo Moto estuviera implicado en la operación no quería decir necesariamente que el presidente de Guinea en el exilio conociera el verdadero trasfondo de la misma. Podían perfectamente estarle utilizando. Así que la conversación con Moto no iba a permitir despejar todas las incógnitas.

Por otro lado, cualquier contacto de algún miembro del PP o del Gobierno con Severo Moto representaba, en esas circunstancias, un grave riesgo. Teniendo en cuenta la posición del CNI, cabía la posibilidad, por ejemplo, de que ese contacto con Moto fuera grabado por nuestros propios servicios de información y fuera utilizado para vender la idea de que el gobierno español avalaba el golpe de estado de Guinea. En consecuencia, se decidió evitar el contacto con Moto, para no dar pie a malos entendidos.

Mientras tanto, los rumores seguían creciendo. Se habían extendido hasta tal punto que el jefe de otro de los partidos de oposición guineanos, Plácido Micó (próximo al PSOE), declaró públicamente en Bruselas, a mediados de noviembre, que su partido no apoyaría nunca el derrocamiento de Obiang por medio de un golpe de estado. El hecho de que Micó saliera a la palestra a hacer esas declaraciones sugería que la información sobre el intento de golpe había llegado ya a la sede socialista de Ferraz.

Ante la incertidumbre sobre lo que estaba sucediendo, y ante las dudas sobre la identidad de los que podían estar detrás del intento de golpe, el gobierno español sugirió a Obiang enviar buques de guerra españoles al golfo de Guinea, como gesto de apoyo a su gobierno y en previsión de lo que pudiera pasar. El presidente guineano respondió que no tenía inconveniente, pero puso como condición que se contactara también con Gabón para pedirle permiso para una "visita de cortesía", porque no quería que el gesto del gobierno de Aznar pudiera ser interpretado por los gaboneses como una provocación.

Así lo hizo el gobierno español y, tras obtener la conformidad de Gabón, se cursaron las órdenes para la salida inmediata de una flotilla, compuesta por el buque de aprovisionamiento de combate "Patiño" y la fragata "Canarias". Sin embargo, la salida de los buques se retrasó y no fue hasta el día 27 de enero que el buque Patiño salió de El Ferrol, para encontrarse con la fragata Canarias en Rota. Unos días antes, la diputada socialista Margarita Pin acababa de hacer una pregunta parlamentaria al Gobierno de Aznar, reprochándole el apoyo a la dictadura de Obiang.

La operación de envío de los buques fue, sin embargo, un fracaso. Las tripulaciones de los barcos fueron informadas de que el destino final era Guinea y de que había que vacunarse contra las enfermedades tropicales, con lo que la misión se terminó filtrando a las familias de los tripulantes y saltando a los medios de comunicación (La Voz de Galicia y el Diario de Cádiz), al día siguiente de zarpar de Ferrol el Patiño.

La publicación de la noticia de que una flotilla española había salido hacia el Golfo de Guinea provocó una airada reacción mediática tanto del PSOE como de los círculos de la oposición guineana, que pidieron explicaciones al gobierno de Aznar sobre los motivos por los que se enviaban esos buques.

El propio gobierno de Obiang, en vista de la repercusión mediática del asunto, solicitó a España que cancelara el envío de los buques, ya que se estaban alimentando todavía más los rumores de golpe. De modo que el gobierno de Aznar ordenó el día 29 de enero que los buques dieran la vuelta. Al día siguiente, el socialista Juan José Laborda hacía unas declaraciones públicas, reprochándole al gobierno Aznar el secretismo con el que había actuado. Laborda llegó a declarar que, si se trataba de prestar ayuda militar al régimen de Teodoro Obiang frente a posibles intentonas golpistas, hubiera sido preferible anunciar "explícitamente" que los buques viajaban a Guinea Ecuatorial porque se deseaba "mantener unas relaciones" y porque al Gobierno guineano le parecía "muy bien" que acudieran allí.

Sea como sea, unas pocas semanas después, el 18 de febrero, los ministros de Exteriores de España y de Guinea Ecuatorial firmaban en Madrid el nuevo acuerdo de cooperación entre los dos países para el trienio 2004-2006, por valor de 24 millones de euros. El 4 de marzo, el ministro de Exteriores de Guinea, Pastor Michá, volvía a reunirse con Ana Palacio y le entregaba una carta en sobre cerrado para el presidente Aznar, cuyo contenido desconocemos.

Si volvemos atrás en el tiempo y nos situamos en las vísperas del golpe, todo este cúmulo de informaciones plantea dos incógnitas fundamentales. La primera: ¿quién estaba patrocinando aquel extraño golpe? La segunda: ¿por qué los golpistas siguieron adelante, cuando todo el mundo sabía lo que estaban preparando?

Como vamos a ver, para intentar responder a ambas preguntas necesitamos valorar una serie de datos adicionales sobre la operación.

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Minority Report

16 de Mayo de 2009 - 10:33:16 - Luis del Pino

La película Minority Report, dirigida por Steven Spielberg y que cuenta con Tom Cruise de protagonista, está ambientada en el año 2054. Según el argumento, en esa época venidera la Policía cuenta con un departamento especializado en "precrimen", que se dedica a arrestar a futuros asesinos basándose en las visiones de tres personas que cuentan con poderes paranormales: los "precognitivos".

Los tres precognitivos, analizando el futuro, indican dónde y cuándo se va a producir un crimen y quién es el criminal, de modo que la policía puede detener a éste antes de que el asesinato tenga lugar en realidad.

¿Fantasía? ¿Ciencia ficción? ¡De ninguna manera! ¡En España también contamos con nuestros precognitivos, como la sentencia de la Operación Tigris ha puesto de manifiesto!

Como señalaba nuestro contertulio Belga197, la sentencia de la Tigris revela que las investigaciones que dieron lugar a la operación se iniciaron a raíz de unas escuchas telefónicas ordenadas por Garzón... ¡el 11 de marzo de 2004!

Es decir, que unas horas después de la masacre de Madrid, Garzón ordena intervenir unos teléfonos... ¡y resulta que esos teléfonos nos terminan llevando a los que ayudaron a huir de España a los supuestos autores del 11-M! Si eso no es precognición, que venga Dios y lo vea.

Si fuera el único caso, me sentiría tentado de atribuirlo a la mera casualidad (aunque me sospecho que con Garzón nada es casual). Pero es que, con éste, ya son cinco los casos documentados de precognición.

Sabíamos ya, por ejemplo, cómo la UDYCO decide, al día siguiente del 11-M, intervenir el teléfono de Rafá Zouhier en el marco de una operación antidroga rutinaria, sin relación con la masacre de Madrid. ¡Y luego resulta que Zouhier estaba involucrado en los atentados del 11-M, cosa de la que no nos habríamos enterado sin esas providenciales escuchas telefónicas!

También sabíamos cómo el propio Garzón ordenó intervenir, un par de semanas antes del 11-M, el teléfono del locutorio de Zougham, anticipándose así, en quince días, a las pesquisas policiales que terminarían llevando a ese locutorio en la jornada del 13-M.

Sabíamos, asimismo, que a Jamal Zougham se le marca como sospechoso de islamismo radical cuatro años antes del 11-M, gracias a un error judicial. Si no llega a ser por ese error providencial, por esa anticipación sucedida cuatro años atrás, no hubiéramos podido detener a nadie en la jornada de reflexión de las elecciones de 2004.

Sabíamos, por último, que a Jamal Zougham se le detiene ese 13-M porque en su tienda se vendieron, supuestamente, unas tarjetas telefónicas relacionadas con el atentado de Madrid. Vender tarjetas telefónicas no es delito, pero gracias a esa detención inexplicable, a esa auténtica precognición, luego nos encontramos con que una serie de testigos reconocen a Zougham como alguien que colocó bombas en los trenes y con eso podemos condenar al menos a un autor material de la masacre. ¡Vaya suerte, oiga!

Y yo me pregunto: ¿quiénes forman el grupo de precrimen en España? ¿Quiénes son esos precognitivos que tan acertados están a la hora de predecir el futuro? ¿En qué departamento de nuestros servicios de información quedan documentadas sus visiones? Tengo verdadera curiosidad por saberlo.

Aunque hay que reconocer que aún no contamos con sistemas tan avanzados como los americanos. En Minority Report, el Departamento de Precrimen usaba esas visiones del futuro para detener a los criminales antes de que se cometieran los hechos. Aquí, parece que las visiones de nuestros precognitivos sólo sirven para detener a los culpables después de que han llevado a cabo el delito. Por ejemplo, las precogniciones que alguien (¿quién?) le hizo llegar a Garzón en la Operación Tigris no sirvieron para evitar que huyeran de España los que la versión oficial señala como autores del 11-M.

Eso sí, nos permitieron documentar esa huida de una forma extraordinariamente minuciosa. Lo cual, a la hora de venderle la moto a la opinión pública, viene muy bien.

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Once preguntas al señor Zapatero

13 de Mayo de 2009 - 11:43:22 - Luis del Pino


Señor Presidente del Gobierno,

Dado que usted, seguramente sin quererlo, ha vuelto a ofender a las víctimas de la masacre de Madrid, comparando las investigaciones del 11-M con las teorías sobre la muerte de Elvis Presley, permítame que le haga unas cuantas preguntas.

Se las hago con el ánimo de que pueda usted aclararme algunos puntos que no termino de entender del todo y quitarme de la cabeza algunas peregrinas teorías a las que no hago más que dar vueltas. Como la de que es imposible que el 11-M fuera montado por un conjunto de pringados que jamás habían puesto un petardo en un cajero y la mitad de los cuales trabajaba para nuestros propios servicios de información.

  1. ¿Por qué responsabilizó usted a ETA de la masacre del 11-M a primera hora de la mañana del 11 de marzo, antes de que lo hiciera el gobierno del PP? ¿Qué datos tenía usted para culpar a ETA de la matanza?
  2. ¿Por qué Manuel Huertas, miembro del Partido Socialista de Euskadi, difundió el propio 11-M la noticia de que ETA había repartido octavillas el día anterior en el casco viejo de San Sebastián, llamando al boicot a Renfe? ¿Ha podido usted averiguar quién elaboró esas octavillas apócrifas?
  3. ¿Ha podido usted averiguar el nombre de la persona o personas de nuestros servicios de información que comenzaron a difundir entre determinados periodistas, a las 12 de la mañana del 11-M, la tesis de que el atentado era obra de Al Qaeda? ¿En qué datos cree que podían basarse esas informaciones, teniendo en cuenta que aún no había aparecido nada en el interior de la furgoneta Kangoo?
  4. ¿Tiene usted alguna explicación racional para el hecho de que el trozo de explosivo encontrado en la furgoneta Kangoo coincida, en su análisis granulométrico, con la muestra patrón que la jefa del laboratorio de los Tedax envió a la Policía Científica?
  5. ¿Quién es la persona que le dijo a usted que llamara a los directores de periódicos en la tarde-noche del 11-M, para difundir el dato incorrecto de que había terroristas suicidas en los trenes? ¿Por qué no desmintió usted aquel bulo al día siguiente, una vez comprobado que no existían tales suicidas y que alguien le había inducido a error?
  6. ¿Sabe usted si el 11-M se depositaron objetos procedentes de los trenes en la sede de la Brigada Provincial de Policía Científica?
  7. ¿En qué momento tuvo usted conocimiento de que el día 13 se iban a producir detenciones de algunos sospechosos? ¿Quién le informó de esas detenciones y qué información recibió usted sobre la identidad de los que iban a ser detenidos?
  8. ¿A qué hora del 13-M tuvo usted conocimiento de la existencia de un supuesto vídeo de reivindicación? ¿Qué interpretación da usted al hecho de que los presuntos terroristas eligieran, para difundir el vídeo, una televisión controlada por el PP, en lugar de alguna otra televisión más proclive a la tesis de que el atentado era islamista?
  9. ¿Sabe usted si el Sr. Moratinos se entrevistó con miembros del gobierno marroquí escasos días después del 11-M, sin conocimiento del gobierno español? ¿Ha tenido usted ocasión de preguntar al Sr. Moratinos de qué se habló en esa reunión?
  10. ¿A qué hora del 3 de abril de 2004 fue usted informado de que se iba a producir una operación antiterrorista en el sur de Madrid? ¿Quién le informó? ¿Sabe si hubo alguna persona de su partido que fuera informada con anterioridad a usted?
  11. ¿Quién le dijo a su compañero de partido, Rodríguez Ibarra, que saliera a la palestra a cuestionar, pocos días antes del 11-M, la operación antiterrorista de Cañaveras? ¿Qué datos tenía su compañero de partido para suponer que esa operación era un montaje? ¿Fue un montaje esa operación, con la información de que usted dispone ahora?

Créame, señor Zapatero, que estoy seguro de que Elvis Presley está muerto. Pero como también lo están, desgraciadamente, las 193 personas que aquel día fueron asesinadas, en un atentado que muchos, probablemente por ignorancia, creemos que no se ha investigado adecuadamente.

Y, como estoy seguro de que usted comparte el dolor de las familias de esas personas tanto como yo lo comparto, le agradezco de antemano su pronta respuesta a mis preguntas. Le pido disculpas si alguna de ellas le ha parecido muy estúpida, pero créame que su respuesta contribuiría a clarificar muchas de las dudas que algunos, sin ninguna mala fe, tenemos todavía.

Dicen que una de las obras de caridad es enseñar al que no sabe. Apelo, por tanto, a su caridad para que nos explique, en palabras que hasta los más cerriles de nosotros podamos entender, qué fue lo que pasó el 11-M.

Gracias de antemano.

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El explosivo de la Kangoo

12 de Mayo de 2009 - 12:16:55 - Luis del Pino

Publica hoy el periódico El Mundo la segunda parte del informe elaborado por el perito Antonio Iglesias, en la que se demuestra, atendiendo a dos argumentos difícilmente contestables, que el resto de cartucho de Goma2-ECO supuestamente encontrado en la furgoneta Kangoo la mañana del 11-M fue, en realidad, extraído del mismo cartucho que se envió como muestra patrón a la Policía Científica.

Los dos argumentos en que el perito se basa son:
  1. Que el supuesto resto de la furgoneta Kangoo estaba contaminado por la misma sustancia (metenamina) que la muestra patrón, a diferencia de la Goma2-ECO del resto de escenarios analizados (mochila de Vallecas, piso de Leganés), donde esa contaminación no aparecía.
  2. Que el análisis granulométrico de las muestras indica una coincidencia casi perfecta entre el resto de Goma2-ECO supuestamente encontrado en la furgoneta y la muestra patrón enviada desde la unidad de Tedax, lo que sólo se explicaría si ambos restos de explosivo provienen del mismo lote de fabricación.

Son tres las conclusiones que cabe extraer de esos datos.
  1. En primer lugar, se demuestra que el resto de Goma2-ECO supuestamente encontrad en la furgoneta Kangoo no procedía de los trenes, sino que fue "colocado", en realidad, por la misma persona o personas que seleccionaron un trozo de Goma2-ECO patrón para enviárselo a la Policía Científica. En otras palabras: que no es verdad que aquel resto de explosivo procediera de ninguna bomba del 11-M, sino que fue colocado por alguien vinculado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, para orientar las investigaciones hacia la Goma2-ECO.
  2. Como consecuencia de lo anterior, tenemos que deducir forzosamente que en los trenes no estalló Goma2-ECO. No sabemos lo que estalló, pero Goma2-ECO no fue. La razón es muy simple: nadie "colocaría" un resto falso de explosivo para orientar las investigaciones hacia la Goma2-ECO, a menos que las muestras que se hubieran recogido en los trenes apuntaran a otra cosa. En otras palabras: si en los trenes hubiera estallado Goma2-ECO, nadie habría tenido necesidad de introducir de matute un falso resto de explosivo en la furgoneta Kangoo.
  3. La tercera deducción que podemos hacer es aparentemente más extraña, pero tiene su importancia. El análisis granulométrico demuestra que la Goma2-ECO de la furgoneta Kangoo y de la muestra patrón coinciden entre sí, y se diferencian de los restantes restos de Goma2-ECO encontrados en otros lugares, como la mochila de Vallecas o el piso de Leganés. Pero eso quiere decir que, con bastante probabilidad (aunque no con total certeza), la Goma2-ECO encontrada en la mochila de Vallecas o en Leganés no proceden del mismo lugar que el resto de cartucho supuestamente encontrado en la furgoneta Kangoo. En otras palabras: que quien confeccionó la mochila de Vallecas no sacó la Goma2-ECO del mismo lugar del que se había sacado el resto de explosivo para la furgoneta Kangoo. Eso apunta a que intervinieron diversas manos (no necesariamente descoordinadas) en la colocación de una y otra prueba.
El hallazgo del perito Antonio Iglesias explica a la perfección algunas de las incógnitas más llamativas del 11-M. Por ejemplo, explica a la perfección cómo es posible que dos perros distintos no olieran ningún resto de explosivo en la furgoneta Kangoo en la mañana del 11-M. Si los perros no olieron ese resto de cartucho es por la sencilla razón de que en aquella furgoneta no había ningún resto de explosivo cuando la olieron los perros. El resto de cartucho fue "colocado" después, una vez que la furgoneta fue transportada al complejo policial de Canillas.

Como también se explica por qué no se quisieron enviar a la Policía Científica las muestras recogidas en los trenes para que se analizaran: porque esos análisis habrían puesto de manifiesto que lo que estalló en los trenes no tenía nada que ver con el resto de cartucho supuestamente encontrado en la furgoneta Kangoo.

Como también se explica cómo es posible que durante dos años nadie quisiera especificar los componentes que se habían encontrado en los análisis realizados por los Tedax a las muestras de los trenes: porque probablemente en esos análisis aparecían componentes que no entran en la composición de la Goma2-ECO.

Hoy tenemos, gracias a las investigaciones de un perito químico empeñado en descubrir la verdad y gracias al celo profesional de un periódico empeñado en no ocultarla, una prueba más de cómo nos engañaron a todos los españoles desde la propia mañana del 11 de marzo de 2004.

¿Alguien de la clase política piensa mover un dedo para que se reabra ese sumario falseador y falseado, con el que se ha pretendido tapar la mayor masacre terrorista que nuestro país ha sufrido?

¿O los españoles vamos a tener que seguir viviendo con la perpetua amenaza de que alguien, algún día, decida asesinar a otros 200 españoles elegidos al azar, con el fin de conseguir unos determinados objetivos, en vista de que la intentona anterior le ha salido gratis?

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Los explosivos del 11-M

11 de Mayo de 2009 - 12:46:06 - Luis del Pino

Cinco años después de cometida la masacre, seguimos sin conocer los nombres de quienes pusieron las bombas, seguimos sin saber cómo se transportaron esas bombas hasta las estaciones, seguimos sin saber cómo estaban construidas esas bombas, seguimos sin saber quién las montó...

Ni siquiera sabemos qué explosivo se utilizó para matar a las 193 personas que perdieron la vida el 11 de marzo. Hoy, el periódico El Mundo publica los resultados de un trabajo realizado por uno de los peritos que participó en el juicio del 11-M. En ese exhaustivo trabajo, el perito Antonio Iglesias concluye que los análisis realizados a las muestras entregadas al tribunal apuntan a que las bombas del 11-M contenían Titadyn, y no la Goma2-ECO que la versión oficial dice que se utilizó.

La prueba pericial de explosivos ordenada por el tribunal del 11-M pasará a la Historia como uno de los mayores esperpentos judiciales de un país acostumbrado a que la Justicia sea un auténtico esperpento. Repasemos los hechos:
  • Los miembros de las Fuerzas de Seguridad, cumpliendo con su obligación, recogieron toneladas de restos en los trenes atacados nada más producirse los atentados del 11-M.
  • Incumpliendo el protocolo, esas muestras no se llegaron a enviar a la Policía Científica para su análisis.
  • Los propios vagones atacados se comenzaron a desguazar sólo 48 horas después de la masacre, en lugar de conservarlos hasta el juicio, como marca la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
  • Las toneladas de restos recogidos en los vagones atacados desaparecieron como por arte de magia, sin que sepamos qué fue de ellas.
  • Centenares de objetos de las víctimas (incluyendo ropas, documentación, calzado) fueron quemados en el vertedero de Valdemingómez.
  • Decenas de restos electrónicos recogidos en los trenes fueron reducidos a polvo en una trituradora industrial de las afueras de Madrid.
  • En la Comisión de Investigación del 11-M, el entonces jefe de los Tedax afirmó que se había encontrado nitroglicerina en los focos de explosión, lo que echaba por tierra la hipótesis de que hubiera podido emplearse Goma2-ECO en las bombas, porque ese explosivo no contiene nitroglicerina. Cuando se señaló en este blog esa contradicción, el jefe de los Tedax achacó sus palabras a un error.
  • Después de dos años de instrucción sumarial, jamás se llegó a incluir en el sumario un informe en el que se detallara qué componentes de explosivo se habían encontrado en cada uno de los focos. Cuando se le preguntó en el juicio a la jefa del laboratorio de los Tedax por qué no había indicado los componentes encontrados, contestó que "porque nadie le había preguntado".
  • Ante la inexistencia de pruebas respecto al explosivo utilizado en los trenes, el tribunal ordenó realizar una prueba pericial para aclarar esa cuestión.
  • Para evitar posibles manipulaciones, el tribunal ordenó grabar esa prueba pericial en vídeo.
  • A pesar de haberse recogido en su día toneladas de muestras, a los peritos se les entrega para su análisis un minúsculo conjunto de muestras, la mayoría de ellas lavadas previamente con agua y acetona, sin ningún tipo de garantía de no haber sido previamente manipuladas y sin ningún soporte documental que acreditara que efectivamente procedían de los trenes. De alguno de los focos de explosión no se les llegó a entregar a los peritos prueba ninguna.
  • A pesar de los pesares, en esa prueba pericial de explosivos aparecieron componentes que no forman parte de esa Goma2-ECO que la versión oficial sostenía que se había utilizado.
  • Cuando aparece por primera vez uno de esos componentes que no forman parte de la Goma2-ECO, la grabación en vídeo de la prueba se interrumpió, debido a un providencial corte del fluido eléctrico.
  • Posteriormente se repiten los análisis, y empiezan a aparecer en multitud de muestras todo tipo de componentes que antes no habían aparecido.
En cualquier otro país con una Justicia digna de ese nombre, el tribunal habría interrumpido o anulado el juicio y habría tomado las medidas necesarias para que se pusieran a disposición del juez instructor todas las pruebas recogidas en los escenarios de explosión. Pero el tribunal presidido por Gómez Bermúdez dio por bueno que en los trenes se había utilizado Goma2-ECO, sin pedir que se aclarara el destino de las muestras recogidas en los trenes, sin pedir que se repitieran unos análisis que habían resultado un completo fiasco, sin pedir explicaciones a quienes durante dos años de instrucción sumarial habían ocultado los componentes aparecidos en los focos de explosión y sin pedir responsabilidades por los misteriosos cortes de luz que habían hecho que fuera imposible garantizar que no se hubieran producido manipulaciones durante la prueba pericial de explosivos.

Y la pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué el Gobierno, la Oposición y la Justicia son capaces de dar por bueno el resultado de un juicio viciado desde el principio? ¿Por qué consienten que se cierren judicialmente las investigaciones, sin ni siquiera haber aclarado cuál fue el arma del crimen? ¿Por qué están todos ellos dispuestos a respaldar la mentira, con tal de que no se remueva lo que el 11-M sucedió?

¿Tan terrible es lo que el 11-M esconde como para que todos se pongan de acuerdo en que lo mejor es el silencio?

Es una pregunta retórica, ya lo sé.

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Guinea: Anatomía de un golpe de estado (II)

11 de Mayo de 2009 - 10:47:11 - Luis del Pino

Guinea como objeto de deseo

A todo esto, ¿qué motivos podía haber para dar un golpe de estado en Guinea?

Guinea no era un país precisamente rico hasta mediados de la década de 1990. Pero la valoración del país dio un giro radical en 1996, cuando la petrolera americana Mobil descubrió una gran bolsa de petróleo en las aguas del Golfo de Guinea.

Desde entonces, una serie de empresas fundamentalmente (aunque no sólo) de Estados Unidos, lideradas por ExxonMobil y Triton, han invertido más de 8.000 millones de dólares en las tareas de prospección y extracción, alcanzando la producción de petróleo en Guinea la cifra de 350.000 barriles diarios en 2004, lo que la convierte en el tercer país del Africa Subsahariana en producción de petróleo, sólo por detrás de Nigeria y Angola. El petróleo representa, en estos momentos, más del 80% del PIB del país. La empresa petrolera española Repsol también cuenta con un permiso de prospección petrolífera.

El vecino de Guinea Ecuatorial, Gabón, se encuentra en la situación precisamente contraria: la producción de petróleo del país ha disminuido paulatinamente, al irse agotando sus reservas. Gabón es un país profundamente subordinado a Francia; la comunidad francesa representa el 4% de los habitantes de la capital. Como dato curioso, Gabón es el país con mayor consumo de champán francés per cápita del mundo. El país está dirigido, desde hace más de cuarenta años, por el decano de los dictadores africanos, Omar Bongo, que se convirtió al Islam en 1971 y es el Gran Maestre de Diálogo, la primera gran logia africana en ser reconocida por la masonería francesa.

Entre ambos países hay una serie de islas en la bahía de Corisco (Mbañé, Cocoteros y Conga) cuya propiedad Gabón le disputa a Guinea Ecuatorial. La más conflictiva de esas islas es Mbañé, que pertenecía a España desde marzo de 1843 y que pertenecería en la actualidad, por tanto, a Guinea Ecuatorial. Sin embargo, Gabón ocupó ilegalmente el islote en 1972 y desde entonces está latente un conflicto diplomático que, en principio, no tenía demasiada importancia, pero que pasó a complicarse al descubrirse petróleo en las aguas de la bahía de Corisco. Al no haberse delimitado nunca con precisión las aguas territoriales y las fronteras marítimas, la posesión de ese islote puede significar la diferencia entre acceder a un yacimiento petrolífero o no.

En la actualidad, ese conflicto está sometido al arbitraje de la ONU, que primero nombró a un franco-canadiense (Yves Fortier) como mediador y recientemente lo sustituyó por un suizo (Nicolas Michel), sin que se hayan producido avances de ningún tipo.

La situación política en Guinea Ecuatorial está marcada, por tanto, por dos factores estrechamente relacionados: la abundancia de petróleo en sus costas y el larvado conflicto territorial con Gabón.

A esos dos factores se une el hecho de que la de Guinea Ecuatorial es una de las dictaduras más corruptas y menos respetuosas de los derechos humanos que existen y que, para colmo, está amenazada de una permanente inestabilidad, dado el precario estado de salud de su presidente Teodoro Obiang. Los conflictos sucesorios forman parte inherente de la convulsa política interior guineana, con dos candidatos enfrentados a la hora de suceder a Obiang: su hermano, Armengol Ondo Nguema, uno de los hombres fuertes del sanguinario régimen; y el hijo de Obiang, que ha heredado de su padre el nombre de Teodoro, aunque al parecer no las aptitudes para dirigir ese conflictivo país.

Grandes reservas de petróleo, un régimen dictatorial con pocos apoyos en el exterior y una situación interna enormemente convulsa. Ésos eran los factores que se aunaban en 2004 para convertir Guinea Ecuatorial en un oscuro objeto de deseo.

Crónica de un golpe maldito

Los detalles del golpe se fijaron, según la declaración de Simon Mann, en mayo de 2003, en una reunión en la casa del libanés Eli Calil en Londres, a la que asistieron el propio Mann y Mark Thatcher,

El plan consistía, según declaró ante un tribunal sudafricano uno de los implicados, Crause Steyl, en utilizar algún tipo de añagaza para atraer a Teodoro Obiang hasta el aeropuerto de Malabo, con el fin de secuestrarlo y trasladarlo a España.

Para el éxito del golpe se contaba con una baza fundamental. El mercenario Nick Du Toit, a quien algunas informaciones periodísticas sin confirmar relacionan con el tráfico de armas y de diamantes, había estado trabajando dos años en Guinea Ecuatorial para el propio dictador Teodoro Obiang, con un contrato para entrenar las fuerzas paramilitares y los cuerpos de aduanas guineanos. Era un hombre de confianza de la familia Obiang.

En 2003, después de vencer ese contrato, Du Toit entró otra vez en Guinea como hombre de negocios, aparentemente para montar un empresa dedicada a la pesca. En la práctica, su misión consistía en preparar el terreno para el triunfo de la intentona golpista que habría de tener lugar al año siguiente.

Según la declaración de Steyl, Nick du Toit, aprovechando su amistad con Obiang, iba a pedir al presidente guineano que fuera al aeropuerto de Malabo, porque supuestamente le iban a regalar allí varios vehículos todoterreno de lujo que acababan de llegar por avión. La idea, según Steyl, era que "hubiera hombres armados dentro del avión, entre los vehículos, apoyados por la fuerza que habría llegado desde Sudáfrica". De ese modo, Obiang sería secuestrado y, al mismo tiempo, Severo Moto desembarcaría en Guinea y se haría con las riendas del país.

Serían tres los equipos que participarían en la operación: el primero de ellos, dirigido por Du Toit, se infiltraría como avanzadilla en Malabo con anterioridad al golpe, para preparar la trampa destinada a Obiang. Un segundo equipo, formado por el grueso de los mercenarios, viajaría desde Sudáfrica el mismo día del golpe, con las armas. Finalmente, un tercer equipo sería el encargado de escoltar a Severo Moto desde España hasta Guinea, para hacerse con las riendas del poder. Du Toit ayudaría, asimismo, a Simon Mann en todo lo relativo al acopio de las armas.

De cara a preparar la logística del atentado, Mann y Du Toit contrataron los servicios de varios mercenarios de alto nivel. La adquisición y el pilotaje de los aviones que habría que utilizar en la operación se le encargó a un antiguo compañero de ambos, Crause Steyl, que dirigió las operaciones aéreas de Executive Outcomes a mediados de los 90.

Otros dos mercenarios de alto nivel, Harry Carlse y Louwtje (Lourens) Horn, se encargarían de ayudar a Mann y Steyl con las tareas de aprovisionamiento. Carlse y Horn trabajaban para otra empresa de seguridad, Meteoric Tactical Solutions, con sede en Pretoria. El primero de ellos era su representante para Oriente Medio, mientras que el segundo era el representante para Iraq. El director de Meteoric Tactical Solutions niega cualquier implicación de la empresa en la intentona y, como veremos después, su papel puede ser más complejo de lo que a primera vista parece.

Simon Mann iba diciendo a los hombres a los que contrataba que el golpe contaba con el apoyo de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, y con la autorización del servicio secreto y del gobierno sudafricanos. Como luego veremos, aquello tenía bastantes pocos visos de ser cierto.

Crause Steyl se encargó de seleccionar los aviones y helicópteros que se iban a utilizar para el golpe. Según su declaración ante los jueces sudafricanos, el propio Mark Thatcher (con quien se reunió en tres o cuatro ocasiones y que le había sido presentado por Greg Wales en un aeropuerto cercano a Johannesburgo) le ayudó en esas tareas de selección.

El asunto de los helicópteros se trató inicialmente en julio de 2003, en una reunión entre Simon Mann, Mark Thatcher y Nick Du Toit, según la declaración de este último.

En el último trimestre de 2003, Mark Thatcher y Crause Steyl montaron en Sudáfrica una empresa denominada Triple A Aviation Services (lo de Triple A quiere decir "Air Ambulance Africa"). La inversión de Mark Thatcher fue de 275.000$. La tapadera de la empresa era la prestación de servicios de ambulancias aéreas, pero en realidad debía encargarse de dar cobertura legal a las adquisiciones de material aeronáutico para el golpe. En enero de 2004, Triple A Aviation Services firmaba el correspondiente contrato con Logo Logistics, la empresa de Simon Mann. Dos de las empresas de Du Toit (MTS y Triple Option Trading 610) firmaron contratos similares con Logo Logistics.

En cuanto a las armas, la intención era adquirirlas a la empresa Zimbabwe Defence Industries, propiedad del propio gobierno de Zimbabue y dirigida por el coronel Tshinga Dube. En las negociaciones, que se llevaron a cabo durante el primer trimestre de 2004, participaron Simon Mann, Nick Du Toit y una tercera persona no identificada. La lista de la compra incluía 20 ametralladoras, 61 rifles de asalto AK-47, 150 granadas de mano, 10 lanzagranadas, 100 granadas RPG y 75.000 cargadores. El importe total de la factura ascendía a 180.000$.

Por lo que respecta a los mercenarios de a pie, se contrataron a través de diversas empresas del sector, incluyendo a la propia Military Technical Services de Nick Du Toit. El primer grupo (el de Du Toit) estaba formando por 8 sudafricanos, un alemán y 6 armenios (aunque no está del todo clara su composición, dado que el 7 de marzo de 2004 las autoridades guineanas afirmaron haber detenido a 10 sudafricanos, 4 armenios, 4 kazajos y un alemán).

El segundo de los grupos, el de Simon Mann, que viajaría desde Sudáfrica, estaba formado por 20 sudafricanos, 18 namibios, 23 angoleños, dos congoleños y un zimbabués, aunque al parecer todos ellos tenían pasaporte de Sudáfrica. A esos mercenarios se les dijo que iban a la República Democrática del Congo, a realizar labores de seguridad en una zona minera. La intención era hablarles del verdadero objetivo de la misión sólo cuando el avión de transporte hubiera salido de Sudáfrica. El avión había de ser pilotado por Neil, el hermano de Crause Steyl.

El tercero de los grupos, el que debía escoltar a Severo Moto hasta Malabo, estaría compuesto por el propio Crause Steyl y otro sudafricano, que se encargarían de pilotar un avión King Air 200.

Al comenzar marzo de 2004, Simon Mann ya había recibido en su cuenta centenares de miles de dólares, probablemente para hacer frente a la compra de las armas. Uno de los pagos, de 134.000 $, había sido realizado aparentemente por un tal JH Archer. Otro pago, de 100.000 $, provenía de la empresa Air Africa Ambulance. El grupo de avanzadilla de Nick du Toit, por su parte, había llegado a Guinea Ecuatorial en enero, para ir preparando el terreno.

Una semana antes del golpe, Crause Steyl se encargó de adquirir en Estados Unidos, por cuenta de Logo Logistics, un Boeing 727-L100, con número de registro N-4610, que se utilizaría para transportar a los mercenarios desde Sudáfrica a Guinea Ecuatorial. El avión, que antiguamente había pertenecido a la Fuerza Aérea Estadounidense, fue adquirido a la empresa Dodson Aviation Inc de Kansas.

Mientras Crause Steyl terminaba de cerrar la logística de transporte, Harry Carlse y Lourens Horn se reunieron con Simon Mann en Zimbabue, para recoger las armas y esperar allí a los mercenarios que habían de llegar desde Sudáfrica.

En cuanto al resto de mercenarios, la última semana en Sudáfrica, antes de la operación, la pasaron entrenando con fusiles de asalto AK-47.

Al parecer, hubo dos retrasos en los planes, porque la operación estaba inicialmente prevista para el día 18 de febrero, luego se atrasó al 5 de marzo y finalmente se decidió ejecutarla el día 7. Simon Mann insistía en que sus instrucciones eran llevar a cabo la operación antes de las elecciones legislativas en España, previstas para el 14-M.

En cualquier caso, el 7 de marzo los distintos equipos de mercenarios se pusieron en marcha de acuerdo con los planes previstos, directos al desastre. El equipo procedente de Sudáfrica sería detenido en el aeropuerto de Harare (Zimbabue), mientras que el equipo de Du Toit sería arrestado por la policía de Obiang en Malabo.



Notas

El lector interesado puede consultar algunos enlaces para ampliar la información sobre estas cuestiones.

Mapa de alta calidad de Guinea Ecuatorial

Un excelente artículo sobre el conflicto territorial entre Guinea Ecuatorial y Gabón

Datos sobre la situación de las explotaciones petrolíferas en Guinea en 2003

Artículo de enero de 2003 de Le Monde Diplomatique, llamando la atención sobre los intereses americanos en Guinea Ecuatorial

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Guinea: Anatomía de un golpe de estado (I)

10 de Mayo de 2009 - 22:05:34 - Luis del Pino

El viaje a ninguna parte

7 de marzo de 2004. Aeropuerto de Harare, Zimbabue. Tres hombres esperan la llegada de un Boeing 727 que ha despegado del aeródromo de Wonderboom, cerca de Pretoria (Sudáfrica). El avión, que transporta 64 mercenarios, tiene previsto hacer una escala para repostar, antes de proseguir viaje hacia Guinea Ecuatorial, aunque en su hoja de ruta se afirma que su destino final es Burundi. En el aeropuerto de Harare esperan también cargar las armas que los tres hombres que aguardan a la aeronave han estado tratando de adquirir en Zimbabue a lo largo de los días anteriores.

Pero la operación está condenada al fracaso desde el principio. Los servicios secretos de Sudáfrica y Angola han avisado al gobierno de Zimbabue de la llegada del Boeing, con lo que la policía detiene tanto a los 64 pasajeros, como a los 3 hombres que esperaban la llegada del avión. Inicialmente, las autoridades del país afirman que los mercenarios se aprestaban a dar un golpe de estado en el propio Zimbabue, y culpan de ese intento de golpe a Estados Unidos e Inglaterra, aunque posteriormente, pasada la confusión de las primeras horas, pondrían el suceso en relación con un intento de golpe de estado en Guinea Ecuatorial.

7 de marzo de 2004. Malabo, capital de Guinea Ecuatorial. La policía del dictador Teodoro Obiang arresta a 15 mercenarios por su presunta implicación en un intento de golpe de estado y decreta el cierre parcial de las fronteras. Entre los detenidos, que al parecer llevaban en el país más de un mes preparando el terreno, hay varios kazajos, armenios, sudafricanos de origen angoleño y sudafricanos blancos, además de un alemán, Merchz Gerad Euyen. El mercenario alemán moriría once días después en circunstancias no aclaradas. Según las autoridades guineanas, murió por "un cuadro de paludismo cerebral"; según las organizaciones de derechos humanos, murió a causa de las torturas infligidas por la policía. En los domicilios de los mercenarios, la policía se incauta de varios planos de Malabo, aparatos de comunicaciones, teléfonos vía satélite, lanchas rápidas y otros tipos de material.

7 de marzo de 2004. Bamako, capital de Malí. Un nervioso Severo Moto, presidente del gobierno guineano en el exilio, acompañado de otros tres compatriotas, espera la llamada telefónica que le confirme que puede viajar a Guinea Ecuatorial. Acaba de llegar ese mismo día desde Canarias, en un King Air 200 de la empresa Triple A, pilotado por dos sudafricanos, que previamente había hecho viaje de Madrid a Canarias. Tras una hora de espera, Moto recibe la ansiada comunicación telefónica, pero las noticias no son buenas: la operación se ha ido al garete. El avión, que ha salido de Canarias ilegalmente, emprende el regreso hacia el aeropuerto de Gando.

Así caía el telón aquel 7 de marzo, en tres lugares de Africa diferentes, sobre lo que no es otra cosa que la crónica de un golpe anunciado. Una desastrosa operación de la que, en realidad, todo el mundo estaba al tanto casi desde que se pusiera en marcha.

Soldados de fortuna, millonarios, pozos petrolíferos, dictadores, servicios de inteligencia, golpes de estado... La historia de esa operación nacida para fracasar parece sacada de cualquier guión de Hollywood. Un guión en el que el mercado de los mercenarios, mucho más prosaico de lo que la gente se imagina, juega un destacado papel.

Mercenarios

El sector de los "servicios militares privados" constituye un mercado floreciente y rentable. Tan floreciente, que un soldado de fortuna puede llegar a embolsarse 30.000$ al mes por sus servicios, aunque las tarifas habituales suelen ser algo más bajas, en torno a los 10.000$ mensuales.

Muchas de las empresas que se mueven en ese sector son negocios perfectamente legales, que trabajan por encargo de gobiernos democráticos en tareas de seguridad u operaciones militares sometidas a escrutinio público. La más conocida de esas empresas en la actualidad es la famosa Blackwater, que ha estado operando en Iraq en los últimos años por cuenta del gobierno de Estados Unidos.

Pero, junto a esas empresas de las que no consta que hayan llegado a cruzar "la delgada línea roja", existe también un gran número de otras compañías que ofrecen servicios más "delicados" a todo aquél que los pueda pagar. Servicios que pueden ir desde las operaciones encubiertas a la organización de golpes de estado a la carta.

En muchos casos, esas empresas de mercenarios tienen vínculos no demasiado indirectos con diversos servicios de inteligencia, puesto que sus plantillas se nutren, en buena medida, de personas que han trabajado anteriormente en lucha antiterrorista, en tareas de información o en cuerpos de operaciones especiales. Eso no quiere decir que actúen siempre al dictado de los servicios de información, aunque sí es cierto que existen canales de comunicación fluidos.

En muchos casos también, esos auténticos ejércitos privados tienen intereses directos en compañías de prospección minera o petrolífera, porque esas compañías se cuentan entre las pocas dispuestas a adelantar los recursos necesarios para organizar las operaciones; y también porque, en muchos casos, los beneficiarios locales de esas operaciones mercenarias (el gobierno que accede al poder, o que se mantiene en el mismo, como resultado de una operación) pagan los servicios de las empresas de mercenarios mediante concesiones de un tipo u otro.

Sudáfrica ha sido, tradicionalmente, uno de los países con un mercado de mercenarios más floreciente y existen buenas razones para ello. En 1989, con el régimen del apartheid en pleno proceso de descomposición, el gobierno de Sudáfrica aprobó una serie de recortes en la estructura militar, que llevaron a prescindir de los servicios de miles de miembros de las fuerzas especiales sudafricanas. Se trataba de soldados con una amplia experiencia militar en las guerras fronterizas que Sudáfrica había mantenido entre 1966 y 1989, en Angola y Namibia.

Como resultado de aquel desmantelamiento, se fundaron numerosas empresas de "servicios militares privados", alguna de las cuales, como Executive Outcomes, llegó a contar con 500 asesores militares y más de 3.000 soldados.

Al principio, aquellas empresas operaban sin ningún tipo de control, habiendo jugado un papel destacado en las sangrientas guerras de Angola y Sierra Leona. Pero en 1998, el gobierno sudafricano, una vez finalizado el régimen del apartheid, promulgó una ley prohibiendo las actividades mercenarias, con lo que algunas de esas empresas cerraron, otras se reciclaron para dedicarse a actividades más legales y otras continuaron con sus operaciones habituales, aunque de forma bastante menos ostentosa.

En el golpe de estado de Guinea participaron, como luego veremos, empleados de varias de esas compañías de "servicios militares privados", aunque hay dos personajes clave en la trama.

El primero de ellos es un mercenario llamado Simon Mann. Educado en la exclusiva escuela británica de Eton e hijo de un gran empresario del sector cervecero, Simon Mann fue miembro del cuerpo de operaciones especiales británico (SAS), antes de dedicarse primero a temas de seguridad informática y luego a actividades mercenarias.

Trabajó primero para la empresa Executive Outcomes, de la que ya hemos hablado, y posteriormente para Sandline International, otra compañía de "servicios militares privados" fundada a principios de la década de 1990 en el Reino Unido por, entre otros, Tony Buckingham, propietario de la empresa petrolífera canadiense Heritage Oil, que cotiza en la bolsa de Toronto, y por Tim Spicer, un antiguo teniente coronel del ejército británico. Sandline International estuvo en el pasado implicada en algunos sonoros fracasos, como una frustrada operación contra la guerrilla rebelde en Papua-Nueva Guinea (operación que no sólo fracasó, sino que le costó el puesto al gobierno que había contratado a los mercenarios) o un fallido intento de golpe de estado en Liberia en 2003 (financiado por un millonario de la India, que buscaba que un nuevo gobierno le otorgara concesiones para la explotación de minas de diamantes y otros minerales). Sandline International cesó en sus operaciones el 16 de abril de 2004, poco después del fiasco de Guinea Ecuatorial.

Fue Simon Mann, ex-empleado de Executive Outcomes y empleado de Sandline International, uno de los que se encargaría de organizar la logística del golpe de estado en Guinea, aunque parece ser que a través de otra compañía, perteneciente al propio Simon Mann: Logo Logistics, domiciliada en el paraíso fiscal de Guernsey. Nadie ha podido probar, al menos de momento, la implicación de Tony Buckingham y Tim Spicer en el golpe de estado de Guinea.

La segunda persona que juega un papel fundamental en la trama es Nick Du Toit, un ex oficial del ejército sudafricano que también contaba con su propia empresa de "servicios militares privados": Military Technical Services (MTS), fundada en 1989 por el general retirado Tai Minaar, que murió en extrañas circunstancias en septiembre de 2001, al parecer envenenado. Du Toit también había formado parte hacía años, como Mann, de la empresa Executive Outcomes.

Simon Mann y Nick Du Toit se encargaron, por tanto, de la mano de obra mercenaria y la logística del atentado. Pero, para dar un golpe de estado, lo fundamental no es la mano de obra, sino el dinero para financiar las operaciones. Así que comencemos por el principio.

Personas de dinero

El millonario de origen libanés Ely Calil conoció a Severo Moto, el jefe de la oposición guineana en el exilio, en 2001. Les presentó en Madrid, según publicó en su día el periódico El Mundo, un miembro de la familia Garrigues. Desde entonces, Calil había estado financiando las actividades opositoras del guineano, quizá por amistad, como Severo Moto afirma, o quizá con vistas a cobrarse en un futuro los réditos de su inversión.

Ely Calil es un personaje envuelto en el misterio. Sólo se conoce una fotografía suya, que se hizo hace más de treinta años, el día de la boda con su primera mujer, Frances Condron, modelo e hija de un millonario del tabaco de Tennessee. Nacido en Kano (Nigeria) en 1945, de padres libaneses, Ely Calil cuenta con la ciudadanía británica y senegalesa, y vive a caballo entre París y Londres.

Fue Calil quien puso en contacto a Severo Moto con el mercenario Simon Mann a principios de 2003, en el hotel Intercontinental de Madrid. Severo Moto, como él mismo confirmó a un medio inglés, contrató a Mann para que le facilitara protección durante el regreso a su país, aunque insiste en que su intención era "luchar por un cambio democrático", no dar un golpe de estado. La misma versión sostiene Calil, que reconoce haber financiado a Moto y haber servido de introductor de embajadores entre Moto y Simon Mann, aunque afirma que la idea nunca fue quitar el poder violentamente al dictador guineano Obiang.

La versión de Simon Mann es radicalmente distinta: según él, el contrato firmado con Moto preveía que Mann se convirtiera en el jefe de la guardia presidencial de Severo Moto una vez expulsado Obiang del poder, mientras que la mano derecha de Moto sería Karim Fallaha, otro libanés socio de Calil, con éste controlándolo todo en la sombra. Detrás de Calil estaría, según Simon Mann, otro grupo de gente "muy rica y muy poderosa", aunque dice no conocer sus nombres.

Según lo declarado por James Kershaw, testigo de la fiscalía en uno de los juicios celebrados en Sudáfrica, Calil estaba a la cabeza de un grupo de inversores británicos y libaneses, a quienes se les prometieron beneficios cinco veces superiores al dinero invertido.

Según ese testimonio, además de Eli Calil, que habría aportado 750.000$ y de Simon Mann, que habría puesto 500.000$, otros cuatro hombres aportaron otros 500.000$ cada uno: Karim Fallaha, el libanés socio de Calil; Greg Wales, un hombre de negocios británico que actuaba, al parecer, como contable de Mann; Gary Hersham, un empresario inmobiliario de Londres; y David Treman, otro empresario británico afincado en Sudáfrica. Sin embargo, la implicación de estas personas no se ha podido probar y todas ellas niegan tener nada que ver con el golpe. Al igual que tampoco se ha podido probar la implicación del escritor y ex-dirigente del Partido Conservador británico Jeffrey Archer, de quien se dijo que había transferido 134.000$ a una cuenta bancaria de Simon Mann.

De quien sí se consiguió probar la implicación en el golpe de estado de Guinea es de Mark Thatcher, el problemático hijo de la ex-primera ministra británica Margaret Thatcher.

Nacido el 15 de agosto de 1953, Mark Thatcher es, fundamentalmente, un bon vivant. Se casó en 1987 con Diane Burgdorf, la hija de un millonario de Texas dedicado a la distribución de automóviles, a quien conoció mientras trabajaba como representante de la marca de coches de lujo Lotus. Se mudó a Sudáfrica en 1994, huyendo de un escándalo financiero, y se afincó en un lujoso barrio de Ciudad del Cabo.

Cinco meses después del fallido intento de golpe en Guinea Ecuatorial, las autoridades sudafricanas lo pusieron bajo arresto domiciliario, cuando ya estaba a punto de huir hacia Estados Unidos. Mark Thatcher fue acusado de haber invertido unos 275.000$ en la operación, que habrían ido destinados, básicamente, a proporcionar los medios aéreos para el golpe.

Fue puesto en libertad tras reconocerse culpable, ante un tribunal sudafricano, de violación de las leyes contra los mercenarios. El tribunal le condenó a pagar una multa de 335.000 euros y a 4 años de prisión, aunque la condena fue suspendida.

Mark Thatcher y Eli Calil se conocían de tiempo atrás. Según Simon Man, los dos hombres de negocios y él mantuvieron en Londres varias reuniones preparatorias del golpe. Thatcher y Calil lo niegan.

Además del puesto de jefe de la Guardia Presidencial de Severo Moto, a Simon Mann se le prometió, al parecer, un pago de 1 millón de libras esterlinas en efectivo, más una serie de derechos de explotación petrolífera, por organizar la operación. Según datos sin confirmar difundidos por las autoridades guineanas, fue Calil el encargado de transferir ese millón de dólares a la cuenta de Simon Mann. En cuanto a los mercenarios que participarían en la operación, el pago inicial sería de 3.000$, según las declaraciones posteriores de algunos de los implicados, y, si el golpe tenía éxito, cada hombre recibiría 30.000$ más y pasaría a formar parte de la guardia presidencial del nuevo jefe de estado guineano.

Por lo que a Nick du Toit se refiere, parece que se le prometieron 5 millones de dólares por su participación en la operación.

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Parece todo el mundo tan contento...

7 de Mayo de 2009 - 14:25:39 - Luis del Pino

Pues yo debo de ser muy aguafiestas. o estar muy escaldado, pero a mi el nombramiento de Pachi López no me dice nada de nada. Hablando en términos no muy educados, me la refanfinfla.

Es más, me estomaga tanta campanada navideña a costa del nombramiento de Pachi López como lehendakari, me revuelve tanta fingida hemorragia de satisfacción, me repugna tanta artillería mediática empeñada en convencernos de lo contentos que tenemos que estar. Me recuerda los mismos ímprobos esfuerzos que en su momento hicieron para convencernos a todos de lo contentos que teníamos que estar porque ETA hubiera declarado una tregua.

¿Y por qué tenemos que estar contentos de que Pachi López sea lehendakari, me pregunto yo? ¿Es que el nombramiento de Pachi resuelve algún problema? ¿Es que por el hecho de que ahora el gobierno vasco corresponda al PSE van a desaparecer las tensiones nacionalistas, se va a respetar la Constitución en el País Vasco y los no nacionalistas van a poder gozar de libertad? Evidentemente, ninguna de esas cosas se consigue automáticamente porque Pachi asuma el cargo de presidente autonómico.

Es verdad que el hecho de que el PNV pierda el gobierno vasco, el hecho de que Pachi López sea el primer lehendakari no nacionalista, hace posible que la libertad termine llegando al País Vasco, pero sólo si existe una verdadera voluntad de que eso sea así. Y ahí precisamente radica el motivo por el cual yo no voy a dedicarme a echar al vuelo ninguna campana: porque no tengo nada claro que ésas sean las verdaderas intenciones.

Si ese primer lehendakari no nacionalista fuera un Nicolás Redondo Terreros, yo no albergaría duda alguna de que el nuevo gobierno vasco iba a dedicar todos sus esfuerzos a caminar en la buena dirección. Pero Pachi López no es Nicolás Redondo, sino un señor que ahora reclama "aislar al entorno social de ETA", cuando hace dos días no tenía inconveniente en apoyar el proceso de cesión ante ETA y en retratarse al lado de ese terrorista llamado Arnaldo Otegui. Pachi López es un señor que ahora reclama la unión de todos para derrotar a ETA, pero que hace dos días, en la capilla ardiente de Isaías Carrasco, dirigía sus odios, no hacia los asesinos de su compañero de filas, sino hacia Mariano Rajoy y hacia los demás representantes del partido popular.

¿A quién de los Pachis tenemos que creer, al que casi escupe a Rajoy hace menos de un año o al que firma ahora con Basagoiti pactos de estabilidad? ¿Al que antaño defendía que se negociara con ETA o al que hogaño pide que se la derrote?

Por supuesto, la respuesta es que no nos podemos creer a ninguno de esos Pachis, por la sencilla razón de que las palabras y actos de Pachi López no son producto de la convicción o de los principios, sino de la mera conveniencia política de cada momento, que va variando según que el viento de la actualidad sople en una dirección u otra.

¿Acaso alguien se cree sinceramente que Pachi López se ha caído del caballo? ¿Que ha visto la luz? ¿Que ha tenido una revelación? ¿Que se ha convertido? Si el PP y el PSOE hubieran obtenido un par de escaños menos en las últimas elecciones autonómicas, ahora Pachi estaría defendiendo la necesidad de pactar con el PNV, con el mismo ardor con que defiende actualmente su pacto con el PP.

¿Y qué decir de sus actuales compañeros de viaje, los populares pop de Basagoiti? ¿A qué Basagoiti hemos de creer? ¿Al que ahora saca pecho ante los nacionalistas, o a quien hace diez minutos defenestraba sin el menor pudor a María San Gil?

Lo siento mucho, pero tengo cerrada hace tiempo la ventanilla de conceder beneficios de la duda. Obras son amores y déjenme de artificiales campañas de imagen destinadas a convencernos de que creamos en lo que todavía no hemos visto. Si el PSE y el PP hacen de la necesidad virtud y actúan en los próximos meses de acuerdo con lo que se espera, estupendo. Mientras tanto, continuaré poniéndome en lo peor.

Por dos motivos distintos. El primero es porque ya hemos visto antes alguno de estos "cambios históricos", por ejemplo cuando el PSC sustituyó a CIU al frente del gobierno autónomo catalán. Y ya hemos visto cuál ha sido el resultado de ese "cambio histórico" tan sonado: que el Tío Tom de Iznájar se ha demostrado más nacionalista, en sus hechos, que el peor Pujol.

Y el segundo motivo es de carácter contextual. Si mañana viéramos que el Tribunal Constitucional rechaza ese Estatuto catalán que viene a cargarse la Constitución y la Nación, entonces empezaría a creer que efectivamente existe, en los dos partidos mayoritarios, una verdadera voluntad de enmendar los errores cometidos a lo largo de todos estos años.

Pero cuando lo que veo es que empiezan ya los globos sonda para prepararnos para una posible convalidación del Estatuto catalán en el Constitucional, entonces lo que me temo es que tanta campaña de imagen a cuento del bueno de Pachi tiene su truco. Que no es otro que presentarnos la salida del PNV de Ajuria Enea como si fuera la solución de todos los males (cuando en sí misma no soluciona ninguno) para, mientras tanto, clavárnosla a placer en ese Tribunal Constitucional que debería ser garante de nuestra Carta Magna y que se ha convertido, de hecho, en el principal instrumento para su destrucción.

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Justicia Universal

5 de Mayo de 2009 - 11:28:45 - Luis del Pino

El concepto de Justicia Universal resulta bastante debatible, en el buen sentido de la palabra. Habría argumentos tanto a favor como en contra de que se pueda, desde el exterior de un país, juzgar delitos cometidos en el interior del mismo.

A favor de esa posibilidad jugarían argumentos como, por ejemplo, que las dictaduras no tienden precisamente a ser implacables con sus propios crímenes. ¿Qué esperanza de Justicia le queda a los ciudadanos sometidos a una dictadura sanguinaria, si no es que alguien desde fuera (es decir, alguien no sometido a la autoridad del dictador) pueda someter a juicio al responsable máximo de los crímenes?

A favor jugaría también el hecho de que existen circunstancias excepcionales que hacen que, llegado el caso, buena parte de la opinión pública de un país disculpe delitos que en cualquier circunstancia normal resultarían execrables a ojos de todo el mundo. Por ejemplo, las consecuencias del enfrentamiento étnico en la antigua Yugoslavia hubieran hecho imposible esperar que la Justicia del propio país castigara convenientemente a los genocidas, debido a la "comprensión" que esos genocidas encontraban en una parte de la propia ciudadanía, que veía en esos crímenes la respuesta "natural" a otros crímenes de similar naturaleza cometidos por el bando contrario.

A favor jugaría también el argumento de que determinadas prácticas inhumanas pueden estar aceptadas en una sociedad por tradición o por costumbre, por lo que no cabe que sea esa misma sociedad la que someta a juicio a los que las perpetran. ¿Cabe esperar, por ejemplo, que un tribunal en un país regido por el islamismo radical someta a juicio a quienes lapidan a una mujer adúltera?

Pero también hay argumentos en contra de ese concepto de Justicia Universal. Por ejemplo, el argumento abstracto de los propios derechos del ciudadano, tanto el derecho al juez natural como el derecho a que no se le apliquen leyes de modo arbitrario. En el momento en que sacamos a alguien de un país para enjuiciarle en otro, ¿no estamos, en cierto modo, fabricando un tribunal a medida? Asimismo, si una determinada práctica no es delito en un determinado país, ¿podemos someter a juicio a alguien aplicándole, después de cometido el "delito", una legislación que para él no regía?

Otro argumento en contra de esa Justicia Universal es que su propio concepto vulnera los derechos de soberanía democrática de los países, imponiendo a sus ciudadanos visiones sobre el Bien y el Mal que no tienen por qué corresponderse con lo que esos ciudadanos han elegido libremente. Es decir: estamos privando a los ciudadanos de un país del derecho a decidir qué es delito y qué no. Pongamos un ejemplo exagerado: ¿qué pensaríamos si un tribunal francés abriera un macroproceso contra los toreros españoles por torturas a los animales? ¿No pensaríamos que los franceses no son nadie para decidir por nosotros que la tauromaquia es un delito? O pongamos otro caso: ¿debería un país con una legislación fuertemente antiabortista someter a juicio, por genocidio, a los dueños de clínicas abortistas de otros países? ¿Qué es un delito y qué no lo es, a la hora de aplicar la Justicia Universal?

Si hubiera un mecanismo democrático que permitiera a los ciudadanos de todo el mundo consensuar una definición universal de los delitos, entonces esos argumentos en contra de la Justicia Universal desaparecerían. Pero no es el caso. Y mientras eso no suceda, me temo que no queda otra que juzgar individualmente la procedencia o improcedencia de aplicar ese concepto de Justicia Universal en cada caso concreto.

Por ejemplo, parece que existiera un cierto consenso en aplicar esa Justicia Universal, a través de tribunales penales internacionales, a determinados delitos especialmente repugnantes, como los de genocidio. Pero, sin embargo, lo que resulta bastante más dudoso es que los jueces Garzón o Andreu sean quiénes para investigar delitos que correspondería investigar a la Justicia de dos países democráticos como Israel o Estados Unidos. ¿Quiénes son esos dos jueces para inmiscuirse en el trabajo de sus colegas americanos o israelíes? ¿Están sugiriendo que la Justicia de esos países es manifiestamente injusta?

Pretender, como quiere hacer Andreu, investigar supuestos crímenes cometidos por los israelíes en Gaza es un insulto a un país plenamente democrático y que tiene una Justicia también plenamente democrática, que ya se encarga de velar porque todo el mundo, incluyendo el Ejército israelí, respete las leyes y los convenios internacionales. No es de extrañar, por tanto, que el Gobierno israelí haya reaccionado criticando con dureza la iniciativa.

De hecho, me parece que su respuesta es excesivamente tibia para la importancia del insulto. En lugar de presentar una carta de protesta al Gobierno español, que lo que hará es archivarla en la papelera, permítanme ustedes una sugerencia, señores del Gobierno israelí.

¿Qué tal si convencen ustedes a algún juez de Israel para que, aplicando ese mismo concepto de Justicia Universal, abra una investigación sobre el 11-M, en vista de la negativa del Gobierno y la Justicia española a investigar la masacre?

Si hicieran eso, verían ustedes cómo la investigación del juez Andreu duraba dos minutos abierta.

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