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EDITORIAL
El Mundo
Para que conste
El montaje para desacreditar a Aguirre se queda en nada
08.03.2009
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LOS PARTES del espionaje al ex consejero Alfredo Prada y al vicealcalde Manuel Cobo que provocaron una crisis política de gran calado en el PP y la creación de una comisión de investigación son falsos o erróneos. De los nueve partes publicados por un diario caracterizado por su saña contra la presidenta de Madrid, seis son pura invención o no recogen lo que sucedió ese día y otros tres son completamente irrelevantes.
Ello lleva de entrada a concluir que Esperanza Aguirre fue víctima de un montaje para desprestigiarla en el contexto de las luchas internas que se libran en el PP.
Uno de los partes más importantes refleja que el 13 de abril de 2008 Alfredo Prada se desplazó al parador de Chinchón -señala que le vieron personalmente- para reunirse con su equipo. El propio Prada corroboró esta versión. Pero el ex consejero no estuvo esa fecha en Chinchón porque se encontraba en León, según consta en un impreso oficial. Hay documentos del hotel donde se albergó su conductor y recibos del pago de peajes y de los surtidores de gasolina donde repostó.
Otro parte refleja que el 16 de abril de 2008 estuvo desde «primera hora» en el hotel Intercontinental de Madrid y dice que su personal de escolta permaneció en la puerta. Falso. Prada pasó parte de la mañana en una sede de su departamento en Gran Vía y luego se desplazó al hotel NH en el Parque de las Avenidas. Poco antes de las dos de la tarde, fue efectivamente al hotel Intercontinental.
El mismo parte dice que le estuvieron buscando por la noche en el Vicente Calderón mientras se hallaba en una cena oficial de entrega de premios en la sede del Gobierno regional en la Puerta del Sol.
En otro parte, fechado el 3 de abril de 2008, informan sus pretendidos vigilantes que no le han visto salir de la consejería y que no saben donde se encuentra después de haberle buscado. Estaba en la Asamblea de Madrid, pues había Pleno... como todos los jueves.
Hay otros partes con más errores o que son completamente irrevelantes porque se limitan a hacer constar que Cobo salió de su casa a su despacho y estuvo allí todo el día. Y, por último, hay un parte sobre la diputada Carmen Rodríguez, que ya ella reveló que era totalmente falso.
Con estos mimbres se construyó una gran exclusiva periodística, se acusó al consejero Granados y a Esperanza Aguirre y se forzó al PP a aceptar una comisión de investigación después de haber abierto otra bastante esperpéntica de carácter interno. El propio Rajoy dio crebilidad a este disparatado montaje. Ahora se comprende por qué el ministro de Interior, Pérez Rubalcaba, se mofó de este asunto, cuando calificó el episodio de ser digno de «Mortadelo y Filemón».
Nada de esto tiene que ver con el espionaje a Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid, realizado por profesionales y que está sometido a investigación judicial.
Para evitar que la Asamblea de Madrid haga el ridículo, las fuerzas políticas debería acordar mañana mismo la clausura de la comisión de investigación. Y Mariano Rajoy debería pedir disculpas a Esperanza Aguirre y buscar entre sus enemigos internos a los responsables de este grosero intento de linchamiento político.
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