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Referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN
El miércoles 12 de marzo de 1986 se celebró en España un controvertido referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, a la que pertenecía desde el 30 de mayo de 1982.1Convocado por el gobierno presidido por Felipe González, en él se les presentaba a los españoles mayores de 18 años una papeleta con el siguiente texto y pregunta:
- 1.º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
- 2.º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
- 3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
La consulta tuvo un carácter consultivo, no vinculante, con arreglo al artículo 92 de la Constitución. El resultado fue el "sí" a la permanencia, gracias al apoyo del 52,5% de los votantes, frente al 39,8% que votó en favor del "no".
El "no" triunfó en todas las provincias de las comunidades autónomas de Cataluña, Navarra, País Vasco y en la provincia de Las Palmas, en Canarias. La participación fue del 59,4 por ciento.
"Del De entrada NO" del PSOE
Al "Rota ylo que se tercie y lo que quieran" del mismo PSOE
http://www.google.es/#pq=votaci%C3%B3n+para+la+entrada+de+espa%C3%B1a+en+la+otan&hl=es&cp=17&gs_id=1w&xhr=t&q=rota+para+la+otan&pf=p&sclient=psy-ab&source=hp&pbx=1&oq=rota+para+la+otan&aq=f&aqi=&aql=&gs_sm=&gs_upl=&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.,cf.osb&fp=26d97aa159cd86e1&biw=1366&bih=643
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*.- Ya durante el primer gobierno de Adolfo Suárez se produjo un segundo impulso con la firma del Tratado Bilateral hispano-norteamericano en septiembre de 1976, que establecía la creación de una comisión ad hoc para la coordinación de la cooperación entre España y los Estados Unidos con los arreglos de seguridad en el área del Atlántico Norte. A raíz de este acuerdo, comienza a manifestarse el interés de los Estados Unidos y otros países de la OTAN por el ingreso de España en esta organización.
Sin embargo, no todos los países de la OTAN eran partidarios de la adhesión española, entre ellos Noruega, Dinamarca, Holanda y el Reino Unido, por considerar que España no gozaba aún de las suficientes garantías democráticas.
A partir de entonces España puso en juego una discreta presión diplomática para conseguir el apoyo de todos los países miembros de la OTAN a su eventual solicitud de ingreso, presión que fue acompañada por una cierta estrategia de acercamiento a la organización.
En en enero de 1977 el secretario general Luns declaraba ante periodistas españoles la conveniencia de que España se integrase en la OTAN, declaración apoyada poco después por el vicepresidente de los Estados Unidos Mondale.
Sin embargo, esta tendencia "adhesionista" comenzó a chocar con una cierta postura ambigua del Presidente del Gobierno Adolfo Suárez, más interesado en los temas de política interior que en los de política exterior, algo totalmente lógico y comprensible dada la fragilidad de la nueva democracia española. A este respecto, aunque el programa de primer gobierno de Suárez se revisaron varias cuestiones pendientes de política exterior, no se había hecho referencia al tema de la adhesión en la OTAN.
*.-Respecto al debate sobre la OTAN, destacar el carácter europeo de la relación España-OTAN para evitar un excesivo protagonismo de los Estados Unidos en el tema, y en la necesidad de integrar el problema de Gibraltar dentro de la negociación.
En marzo de 1978 un discurso sobre política exterior pronunciado en el Senado, el ministro de Asuntos Exteriores Marcelino Oreja declaró el rechazo del Gobierno a cualquier tipo de neutralidad política, exponiendo los pros y contras de la adhesión a la Alianza y planteando la conveniencia de un debate nacional como fórmula adecuada para la adhesión.
Sus ideas se encontraron con un doble obstáculo: por un lado, el afán del presidente Suárez por dirigir personalmente todos los aspectos relacionados con la política exterior; por otro, la falta de consenso en el seno de su partido y del Gobierno sobre estos aspectos. Todo ello condicionó la postura diplomática española ante el tema de la OTAN y provocó discrepancias entre el presidente y el ministro, discrepancias que llevaron a su destitución en septiembre de 1980.
En estas discrepancias podemos observar una vez más la indefinición y ambigüedad del Presidente Suárez sobre el tema de la OTAN.
Después de la aprobación en referéndum de la Constitución Española y la convocatoria de elecciones generales para el 1 de marzo de 1979, UCD en su programa electoral se mostró partidaria de la adhesión tras un adecuado debate parlamentario, aunque prudentemente no se comprometía a llevarla a cabo en dicha legislatura. Esta postura fue ratificada por Suárez en su debate de investidura del 30 de marzo cuando insistió en que la UCD era partidaria de la adhesión a la OTAN por coherencia con su vocación europea y occidental, aunque supeditaba la adhesión a la consideración de los condicionamientos de las particularidades y exigencias de defensa del país y a la obtención de un amplio respaldo parlamentario.
A los problemas que en política exterior había supuesto para el Gobierno el veto del Presidente de la República Francesa Valery Giscard a la ampliación de la CEE, había que sumarle las importantes dificultades por las que se atravesaba en política interna a raíz de la moción de censura presentada por los socialistas en mayo de ese año.
Por otra parte las divergencias existentes entre el presidente Suárez y el ministro Oreja sobre al tema de la adhesión se agudizaron a consecuencia de las declaraciones, de este último al diario El País.
*.- El 20 de agosto de 1981 el Consejo de Ministros solicitó al Consejo de Estado el dictamen preceptivo sobre la entrada de España en la OTAN.
*.- El 15 de septiembre el Pleno del Congreso de los Diputados decidió, por 180 votos a favor, 126 en contra y 2 abstenciones, que la Comisión de Asuntos Exteriores era competente para tratar el proyecto de adhesión, por lo que se remitió a dicha Comisión la tramitación de la adhesión de España a la OTAN.
*.- El 8 de octubre la Comisión autorizó al Gobierno a concluir la adhesión y el 27 de octubre se iniciaba el Debate parlamentario sobre la OTAN, en un clima de movilización popular en contra.
1.- No aceptar compromisos que implicasen el almacenamiento o instalación de armas nucleares de la Alianza en nuestro país.
2.- Obtener garantías para la defensa de todo el territorio peninsular y extrapeninsular, la recuperación de la soberanía sobre Gibraltar, el fortalecimiento de la soberanía y defensa sobre toda España y la aceleración, de forma paralela, de la negociación política y económica con la CEE.
Durante el año 1980, y a consecuencia de los acercamientos del gobierno de UCD a la Alianza, la política del PSOE se transformó claramente en antiOTAN. En marzo de 1980 González hizo pública a nivel internacional su postura al defender en el Congreso de la Unión de Partidos Socialistas de la Comunidad Europea la neutralización y desnuclearización del Mediterráneo, algo completamente contradictorio con la existencia del Tratado del Atlántico Norte.
En 1981, la posición del PSOE se fue radicalizando conforme avanzaban los contactos y los acercamientos a la Alianza. En febrero, durante el discurso de investidura del presidente Calvo Sotelo, González como jefe de la oposición rechazó de lleno sus argumentos a favor del ingreso en la Alianza, aduciendo que se trataba de una organización que no se encontraba al servicio de los intereses occidentales sino de los de Estados Unidos. En aquel discurso, González llegó a manifestar que "Si algún día llegásemos al poder, propondríamos la salida de la Alianza Atlántica si el procedimiento de entrada no es un referéndum mayoritario al pueblo español". En julio la decisión de ingresar en la OTAN parece estar ya tomada y arrecia la oposición socialista, buscando apoyo no sólo en la sociedad española sino entre los partidos socialistas europeos. Con dicho fin se sucedieron los actos públicos y las declaraciones en la prensa, como las que realizó Felipe González al diario El País calificando el ingreso como "barbaridad histórica" y "tremendo error", o las de Alfonso Guerra manifestando a Diario 16 que "el eventual ingreso en la OTAN convertiría a España en una Colonia de los Estados Unidos".
De esta manera, la decisión de Calvo Sotelo de solicitar el ingreso en la Alianza supuso el inicio de un violento debate nacional con indudables connotaciones electorales y que se reflejó en la aparición de importantes movimientos y campañas antiOTAN. En este sentido, según Portero, el Partido Socialista hizo del rechazo a la integración una estrategia política para debilitar a la UCD y obtener la victoria en las siguientes elecciones.
Esta estrategia, que se desarrolló bajo el lema "OTAN, de entrada no", se cristalizó en movilizaciones populares, como la celebrada a comienzos de julio en la Casa de Campo de Madrid y que concentró a decenas de miles de personas en contra de la OTAN, o la manifestación "Por la paz y el desarme" de 15 de noviembre en la que participaron más de 250.000 personas. Se pusieron en marcha igualmente campañas de recogida de firmas promovida por PSOE y PCE (con más de un millón de firmantes). Y como estrategia de desgaste del Gobierno dio pronto sus frutos, produciéndose una disminución paulatina del número de partidarios de la adhesión, que pasó del 20 % en julio de 1981 al 13 % en septiembre.
El 3 de septiembre, un día después de que la Mesa del Congreso acordó la admisión a trámite parlamentario de la petición del Gobierno para la autorización de la adhesión, el PSOE presentó en el Congreso de los Diputados una moción solicitando la convocatoria de un referéndum. El 7 de octubre González iba un paso más lejos y se comprometía a que, en caso de que el gobierno lograra el ingreso en la OTAN y de que el PSOE ganara las siguientes elecciones, convocaría un referéndum aconsejando a la ciudadanía el voto favorable a la salida. Encontramos por fin la primera mención oficial al compromiso de celebrar un referéndum.
Durante la celebración en octubre de 1981 del Debate Parlamentario sobre la OTAN, los socialistas introdujeron dos propuestas cuyo objeto era sin duda paralizar el ya irremediable proceso de adhesión y que, sin embargo, no fructificaron: a) someter a consulta del Tribunal Constitucional una posible contradicción entre el texto del Tratado y la Constitución, y b) realización de un referéndum sobre el tema. Ante el rechazo de estas propuestas, González manifestó al Congreso que el PSOE no se responsabilizaría de la decisión que estaba a punto de tomarse, y que esta responsabilidad sería sólo atribuible a los grupos que la apoyaban. Consecuentemente con esta actitud, el Partido Socialista votó en contra de la adhesión tanto en el Congreso como en el Senado.
En último lugar, y relacionado con el anterior, el ingreso en la OTAN convertiría a España en un objetivo potencial para el Pacto de Varsovia, con el consiguiente aumento del riesgo de sufrir un ataque nuclear.
Durante este Congreso se defendió igualmente que la única forma aceptable para el ingreso en la OTAN sería la decisión popular expresada a través de un referéndum consultivo, medida ésta prevista en la Constitución para temas de especial trascendencia. González volvía a comprometerse a la realización de un referéndum, en caso de que aún no se hubiera celebrado, cuando el PSOE accediera al gobierno. Todas estas medidas sobre la adhesión a la OTAN se complementaron con la elaboración de un documento titulado "50 preguntas sobre la OTAN", que rebatía los postulados adhesionistas del Gobierno de UCD, basándose en los inconvenientes que supondría la incorporación a la Alianza:
*.- b.No garantizaba el ingreso en el Mercado Común.
*.- c.Incremento notable de los gastos militares.
*.- d.Imposibilidad de que España constituyera una excepción en el proceso de nuclearización europea.
*.- e.Inexistencia de conexión entre la entrada en la OTAN y la devolución de la soberanía sobre Gibraltar.
El PSOE y la campaña electoral de 1982.
Tras el ingreso en la OTAN, y durante la campaña electoral de 1982 el PSOE contrajo dos compromisos: detener el proceso de integración y convocar un referéndum. Esta postura, usada como arma propagandística de gran efecto durante la campaña, era consecuente con las directrices adoptadas por el partido en el XXIX Congreso y se materializó en la presentación de numerosas propuestas y mociones cuyo objetivo era paralizar la adhesión. Sin embargo, un análisis detallado del programa electoral del Partido Socialista permite aventurar la hipótesis de que realmente se trató de dejar en un segundo plano el tema de la Alianza. En efecto, el tema es presentado dentro de un paquete de medidas en política exterior junto con objetivos como la adhesión a la Comunidad Europea, el desarrollo de las relaciones internacionales con los países de Iberoamérica y Mediterráneo, las relaciones bilaterales con Estados Unidos, etc. La referencia al tema de la OTAN aparecía en sexto lugar.
Este "olvido" por parte del Partido Socialista tiene una explicación lógica a juicio de algunos autores: según el entonces subsecretario del Ministerio de Educación Joaquín Arango el PSOE había asumido ya que no sacaría a España de la OTAN, pues abandonar la Alianza hubiera sido interpretado por el resto de Europa Occidental como un falta de solidaridad, que hubiera afectado la credibilidad de la política exterior española y perjudicado el ingreso de España en la CEE. Desde una postura muy similar, Viñas argumenta que el PSOE había experimentado una transformación en sus planteamientos en política de defensa a consecuencia de las modificaciones producidas en el entorno geoestratégico en que había de desarrollar su política internacional.
Desde este punto de vista, si la permanencia en la Alianza era necesaria para la política exterior socialista, podemos extraer dos conclusiones de gran importancia. En primer lugar, UCD y el hasta entonces presidente Calvo-Sotelo le había hecho un gran favor al PSOE al incorporar España a la OTAN. En segundo lugar, introducir la propuesta del referéndum en el programa electoral supuso un grave error, opinión esta compartida por los ex-ministros socialistas de Defensa Narcís Serra y de Exteriores Fernando Morán y por Joaquín Arango. En este sentido, Morán ya había expresado durante la campaña electoral sus dudas sobre la inclusión del tema del referéndum como promesa electoral; mientras que Serra se mostraba menos moderado y opinaba que hubiera sido mejor no prometer el referéndum. Desde otra perspectiva, Arango, en base a las recomendaciones y conclusiones del grupo de trabajo que había presidido sobre el golpe de estado de 23 de febrero de 1981, desaconsejaba plantear la salida de la OTAN.
En cuanto a la actitud de otros partidos políticos ante el tema de la OTAN en la campaña electoral de 1982, la Unión de Centro Democrático, Alianza Popular y Centro Democrático y Social (el nuevo partido de Suárez) mostraron una postura favorable a la integración en la Alianza; por el contrario el Partido Comunista era partidario de la salida e incluso fijó la fecha para la celebración de un referéndum consultivo.
3. El PSOE en el Gobierno.
Con su victoria en las Elecciones Generales del 28 de octubre de 1882, el primer Gobierno socialista se encontró con la indeseable herencia de UCD: Calvo-Sotelo había incorporado a España en la OTAN con la mayoría de la opinión pública y de los partidos políticos en contra, y sin una definición clara y precisa de la aportación española y de los términos de su inserción en la OTAN.
Esta postura inicial del Gobierno se ajustaba al compromiso electoral del PSOE y a la voluntad de la sociedad española.
Esta estrategia, que con mayor o menor fortuna dio resultado en política exterior y en las relaciones con la Alianza, causó no obstante enfrentamientos entre la base y la cúpula del partido y disensiones dentro del Gobierno, ocasionadas por diversas corrientes de opinión en cuanto al tema de la permanencia:
*.- De una parte, el Vicepresidente Alfonso Guerra, diplomáticos como Luis Yánez y ministros como José María Maravall, Ernest Lluch o Javier Solana, estaban dispuestos a abandonar la OTAN y a orientar la política exterior española hacia una línea más neutralista y de cooperación con América Latina y el Tercer Mundo.
*.- Por otro lado, el Ministro Defensa, Narcís Serra, se mostraba partidario de la permanencia, en funciónde las ventajas y posibilidades que ello suponía para la industria española y la profesionalización de las Fuerzas Armadas. Idéntica postura adoptaba el ministro de Economía, Miguel Boyer, que comprendía la contradicción entre una política económica europeísta y otra defensiva de carácter neutral.
•Definición precisa de los criterios de no integración en la estructura militar.
•Declaración de no admisión, establecimientos o tránsito de armamento nuclear.
•Mantenimiento de las relaciones bilaterales con Estados Unidos, pero con reducción, mediante acuerdo, de la presencia militar en España.
•Declaración a favor de la paz, la distensión y del desarme controlado y verificable.
*.- En 1984, se produjo el definitivo giro atlantista en las manifestaciones de González y del resto de los miembros del Gabinete Socialista: declaraciones favorables en TVE y énfasis en la relación entre la permanencia en la OTAN y la integración en la Comunidad Europea, hasta tal punto que el Ministro de Defensa Serra declaró su confianza en la no celebración del referéndum. Incluso alguien tan opuesto a la Alianza como Alfonso Guerra cambió de opinión y comenzó a apoyar la permanencia. Tras este giro político se encontraba el intento del Gobierno de aprovechar las ventajas que la Alianza ofrecía a los intereses españoles y al proyecto socialista.
Los días 23 a 25 de octubre de 1984 se celebró el Debate sobre el Estado de la Nación, en el que se puso de manifiesto el cambio de actitud del Gobierno en el tema de la OTAN. Felipe González expuso su famoso "Decálogo" sobre la política de paz y seguridad, compuesto por los siguientes diez puntos encaminados a la búsqueda del consenso en política exterior:
1.Continuidad en la OTAN.
2.No integración en la estructura militar.
3.Reducción de la presencia norteamericana en España.
4.No nuclearización.
5.No exclusión de la firma del Tratado de NO proliferación Nuclear.
6.Voluntad de participación en la Unión Europea Occidental.
7.Recuperación de Gibraltar.
8.Candidatura al comité de desarme de la ONU.
9.Desarrollo de convenios bilaterales de cooperación defensiva con otros países de la Europa occidental.
10.Plan estratégico conjunto.
En su intervención parlamentaria, González expuso las líneas maestras de su política en relación con la Alianza: permanencia vinculada al ingreso en la CEE y a la disminución de la presencia estratégica en España. Propuso igualmente el presidente del Gobierno la celebración de un debate parlamentario sobre el tema con vistas a la consecución de un consenso y la comunicación a la opinión pública de una amplia información que les permitiera decidirse sobre la permanencia de España en la OTAN. Finalmente anunció la celebración de un referéndum sobre la cuestión para principios de 1986.
Decidida y clarificada definitivamente su actitud con respecto a la OTAN, González se dedicó hábil y eficazmente a la búsqueda de apoyo para sus tesis, y ningún sitio mejor para ello que el XXX Congreso del PSOE celebrado en diciembre de 1984. Allí defendió la permanencia en la OTAN aludiendo a argumentos tan variados como la memoria histórica del partido que en 1949 había valorado positivamente la creación del Pacto Atlántico, o la crítica al romanticismo e idealismo de la izquierda socialista por su actitud neutralista. De la misma manera, en las conclusiones del Congreso se aportaron una serie de argumentos en apoyo de la permanencia:
•No poner en entre dicho nuestra credibilidad exterior.
•La salida de la OTAN provocaría una alteración de los equilibrios establecidos y la fragilidad política de la Alianza.
Evidentemente, esta toma de posición fue apoyada por el Departamento de Estado norteamericano y los países miembros de la OTAN, que acogieron estas medidas con euforia. Sin embargo, durante el año 1985 se produjeron varios hechos que transformaron esta euforia en preocupación. Por un lado se recibieron presiones tanto desde los Estados Unidos como desde el Congreso de la Unión Europea Democristiana. Por otro lado, en España el PCE encabezó una fuerte movilización popular contra la OTAN mediante manifestaciones, declaraciones y actuaciones de las mesas por el referéndum.
Estas presiones, tanto exteriores como interiores, volvieron a originar tensiones en el seno del Gobierno que desembocaron en la destitución de Fernando Moran y su sustitución en la cartera de Exteriores por Fernández Ordóñez, de vocación mucho más atlantista que su predecesor. Esta medida, bien recibida por los países de la OTAN supuso una consolidación de la figura de González al frente de la diplomacia española.
El riesgo de derrota era alto, y el Gobierno se movilizó de cara a la campaña electoral. Como dice irónicamente Aguirre de aquel momento de nuestra historia, "El PSOE, utilizando todos los argumentos –desde las supuestas ventajas tecnológicas hasta la llegada del Pato Donald- tiene sobre sus espaldas la carga de convencer a la opinión pública y cambiar su orientación. Una tarea poco sencilla para un partido que llegó al poder enarbolando la bandera anti-OTAN".
Dicha tarea se realizó tanto a nivel institucional como personal. A nivel institucional se tomaron dos medidas de gran importancia. En primer lugar el PSOE elaboró un documento titulado "Propuesta de una política de paz y seguridad", en el que se optaba por la permanencia bajo una serie de condiciones como la no incorporación a la estructura militar, prohibición de instalación, almacenamiento o paso de armamento nuclear por nuestro territorio y reducción de la presencia norteamericana. Por otra parte, y en conexión con lo anterior, a finales de año comenzaba la segunda ronda de negociaciones con los Estados Unidos para la reducción de la presencia militar en España.
A nivel personal, destacó el papel de González, que aumentó notablemente su número de apariciones en los medios de comunicación. Como muestrade su estrategia, valgan las declaraciones que realizó a El país el 17 de noviembre de 1985 y que citamos por su importancia en contraste con la postura que había defendido hacía apenas cuatro años:
"Creo que los intereses de España se defienden mejor permaneciendo en la Alianza. Nuestra anterior valoración sobre la Alianza y sobre su funcionamiento no era correcta (...) En la Alianza, de verdad, están los países que tienen mayor ejercicio de la soberanía popular del mundo, mayor nivel de desarrollo económico, de democracia, de libertades y de respeto a los derechos humanos y mayor nivel de paz".
Esta chocante sinceridad del Presidente, en tanto que reconocimiento de sus errores, tendría influencia en el cambio de opinión de gran parte de la sociedad española. Así, declarada públicamente su postura ante la opinión española, González concentró su discurso en tres aspectos convincentes para su electorado:
•El cumplimiento del compromiso del referéndum.
•Las consecuencias negativas que para el Gobierno tendría un resultado negativo.
•Las consecuencias negativas de la salida de la Alianza a nivel internacional: el aislamiento respecto del mundo occidental, el retraso tecnológico, los riesgosimpredecibles de una actitud contraria a los bloque militares, o el desprestigio internacional.
Como resultado de los esfuerzos del Gobierno se produjo un giro en la opinión de buena parte de los españoles, giro recogido en una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) en febrero y que mostraba una notable división de la opinión pública (32 % a favor de la permanencia, 32 % en contra y 36 % que no contestaban). Esta división a nivel popular, también se reflejaba entre las distintas fuerzas políticas, como se puso de relieve en el Debate sobre la Política de Paz y Seguridad, celebrado los días 4 y 5 de febrero de 1986 y en el que la oposición rehusó, por distintos motivos, apoyar al Gobierno.
El 7 de febrero de 1986 se publica en el Boletín Oficial del Estado el Real Decreto 214/1986, por el que se somete a referéndum de la nación la decisión política del Gobierno en relación con la Alianza Atlántica.
Resumiendo la postura del Gobierno, se propuso a la opinión pública española que se pronuncie favorablemente a la permanencia en la Alianza y se acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:
1.No incorporación a la estructura militar integrada.
2.Prohibición de instalar, almacenar o introducir armamento nuclear en territorio español.
3.Reducción progresiva de la presencia militar norteamericana en España.
La pregunta del referéndum quedó formulada de la siguiente manera: "¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?".
5. Opiniones sobre el referéndum.
Las organizaciones antiOTAN.
La postura contraria a la permanencia en la OTAN estuvo capitaneada la Plataforma Cívica para la Salida de la OTAN y la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP). La postura de las organizaciones antiOTAN se resumen perfectamente en un manifiesto que la CEOP publicó como alternativa al Decálogo de González cuyos principales puntos eran:
1.La presencia en la OTAN aumenta el peligro de guerra, reforzando los bloques militares.
2.Aumenta el peligro de instalación de armamento nuclear en España.
3.Restringe la capacidad de maniobra de España en asuntos internacionales, especialmente en el Tercer Mundo.
4.Favorece la industria armamentística en detrimento de otras más necesarias.
5.Incrementa los gastos militares.
Las fuerzas políticas.
Entre los partidos políticos hubo diversidad de opiniones y posturas, algunas sorprendentes. Obviaremos en este apartado la evolución de la actitud del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión de Centro Democrático por haber sido abordada ya en este trabajo, centrándonos en los otros dos partidos mayoritarios en España, a saber Partido Comunista de España y Alianza Popular (mas tarde, Coalición Popular).
La postura del Partido Comunista (PCE) ha sido siempre claramente antiatlantista, fijándose como metas en política exterior el no alineamiento en bloques militares, el impulso al ingreso en la CEE y el fomento de las relaciones internacionales con el Mediterráneo, el Mundo Árabe y América Latina. Así, ya en la campaña electoral de 1982 se fijó como objetivo básico la convocatoria del referéndum en el plazo de seis meses, junto con otras medidas complementarias como la congelación de las negociaciones para aclarar la situación española en la Organización, la declaración de España como territorio desnuclearizado, la recuperación de la soberanía gibraltareña y la no renovación del Tratado con Estados Unidos.
En 1986, y de cara al referéndum de la OTAN, el Partido Comunista adoptó una postura radicalmente contraria a la permanencia, participando activamente en las movilizaciones de la sociedad española en base a argumentos rescatados de la anterior campaña: denuncia de la política de bloques y del imperialismo yanqui, el aumento del riesgo de guerra y de crisis nucleares en nuestro territorio, la carrera de armamento y sus elevados costes económicos, etc. En este sentido presentó un documento llamado "La paz es posible. Una propuesta de política exterior y de defensa fuera de la OTAN", que propugnaba una alternativa de Defensa Neutral Integrada dentro de un marco global de neutralidad en política exterior.
Por su parte, Alianza Popular (AP) siempre había hecho gala de una vocación claramente atlantista. En su programa electoral de 1979, Alianza Popular reclamaba un debate inmediato con el fin de conseguir una inmediata integración en la OTAN como medio de sustituir la relación bilateral existente con los Estados Unidos a la que consideraban impopular. La integración en la Alianza se justificó entonces en base a dos tipos de argumentos. Por un lado argumentos de carácter universal o abstracto como el rechazo del neutralismo y del no alineamiento por ser una opción cara y utópica, la necesidad de pertenencia de España al mundo occidental, y las ventajas de una relación multilateral con la OTAN. Por otro lado se esgrimieron argumentos de carácter más particular o concreto y relacionados con la política interior, entre los que destacaban la mejora y modernización de la Fuerzas Armadas, garantías para una mejor defensa del sistema democrático español, garantías de supervivencia en caso de ataque de la fuerzas del Pacto de Varsovia, posibilidades de resolver el contencioso sobre Gibraltar, y beneficios económicos, científicos, sociales, industriales y tecnológicos.
A partir de 1982, AP es partidaria de la integración completa en la Estructura Militar de la Alianza, dejando en segundo lugar en orden de prioridad la adhesión a la CEE y la resolución del conflicto de Gibraltar.
El 11 de diciembre de 1985, a pocos meses del referéndum y ya como Coalición Popular (CP), tras unirse con el Partido Demócrata Popular y el Partido Liberal, esta intención de conseguir la integración total se concreta en una Declaración Conjunta en la que se solicita la cancelación del referéndum aduciendo los intereses partidistas del gobierno del PSOE y las consecuencias negativas para el sistema político español. Se anunciaba que en caso de celebrarse la consulta no participaría en la misma.
Contrariado por las condiciones de la permanencia y por la convocatoria del referéndum, Coalición Popular adoptó una postura abstencionista, recomendando la abstención a sus votantes en una clara intención de perjudicar y castigar al Gobierno, privándole así de un número de votantes importante. Esta actitud fue no sólo poco comprendida por los socialistas, sino ampliamente criticada por sus votantes, los conservadores europeos y representantes de los países miembros de la Alianza.
En último lugar, entre los partidos nacionalistas, proatlantista de tradición, predominó la ambigüedad e indefinición. Convergéncia i Unió había presentado en diciembre de 1985 ante el Parlamento una moción a favor de la permanencia de España en la OAN; sin embargo de cara al referéndum dio libertad de voto a sus electores. Por su parte, en el Partido Nacionalista Vasco hubo posturas contrarias como la de Xabier Arzalluz (favorable al sí) y la de Carlos Garaikoetxea (partidario del no).
Los medios de comunicación.
Dada la influencia de los medios de comunicación en la opinión pública nos vamos a detener brevemente en este apartado, analizando la postura de los diferentes medios acerca de tres hechos:
•La adecuación de la convocatoria del referéndum.
•La postura a tomar.
En cuanto a las consecuencias del referéndum existía una opinión generalizada por parte de todos los medios en las repercusiones negativas que tendría para algunas figuras políticas como el Presidente del Gobierno, a causa de sus contradicciones y vaivenes políticos en el tema de la OTAN; pero también en el Presidente de Coalición Popular Manuel Fraga, por su postura abstencionista calificada por la opinión pública como voto de castigo al Gobierno y de poco solidaria por los países miembros de la Alianza.
Ante el hecho de la convocatoria del referéndum se pueden distinguir tres actitudes diferenciadas. La clara mayoría de los medios de comunicación, encabezados por los diarios ABC, Ya, La Vanguardia y Diario 16, se mostraron abiertamente en contra. La cadena SER también se manifestó en este sentido aunque más discreta y subliminalmente. Otros diarios mantuvieron una postura ambigua, como El Periódicode Barcelona que lo calificaba de acierto moral, pero de error político. Por último, una minoría se mostró a favor de la celebración del referéndum. En este sentido se manifestaron el diario El País y algunos columnista de la cadena Zeta.
Acerca de la postura a tomar ante el referéndum se produjo una mayor diversidad, pero también algunas coincidencias sorprendentes. La Vanguardia, que había desaconsejado en un principio la celebración del referéndum y mostrado su disgusto por la convocatoria, dio un giro radical y solicitó encarecidamente el voto afirmativo. Por su parte, El País pasó de una actitud neutra ante este tema a adoptar una posición favorable al sí, afirmando que el voto negativo podría suscitar tensiones institucionales. El diario ABC y la revista Época defendieron la abstención, en tanto que los diarios El Periódico y Ya mantuvieron una postura ambigua o intermedia, aunque de distinta forma. Así Ya pareció inclinarse por el voto afirmativo, aunque hizo un llamamiento a la reflexión sobre el sentido del voto en base a las consecuencias del referéndum. El Periódico mostró una actitud más neutra, exponiendo las razones para el sí y para el no, sin pronunciarse salvo en el carácter vinculante del referéndum. Por último, y evidentemente por distintas motivaciones, diarios tan opuestos como El Alcázar y Mundo Obrero defendieron denodadamente el no.
La Iglesia.
En cuanto a la Iglesia manifestó sus reparos al referéndum en un comunicado de la Conferencia Episcopal Española. La Iglesia aludía en este sentido a la complejidad que la formulación de la pregunta representaría para muchos españoles, así como a las interpretaciones y valoraciones que el Gobierno pudiera hacer de los resultados y que calificó de dudosas.
Los países aliados. Podemos decir que la reacción de los países aliados ante la convocatoria del referéndum no fue demasiado airada, por ser una medida esperada y que la diplomacia española
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