viernes, 23 de julio de 2010

PARACUELLOS: TESTIMONIO MARTIRIAL

-

Testimonio Martirial

[VOLVER]

Con el título de “TESTIMONIO MARTIRIAL” la Hospitalaria Orden de San Juan de Dios publicó en 1980, un documentadísimo volumen de más de 700 páginas, debido a la pluma de Fray Octavio Marcos, que recoge puntualmente la historia de la persecución sufrida por la benemérita Institución entre 1936 y 1939. Una de las partes más estremecedoras es la relacionada con el martirio de los 15 religiosos del Sanatorio Marítimo de Calafell (Tarragona), muy conocido por haber sido llevado al cine la escena de los fusilamientos en la playa. Nosotros, sin embargo, vamos a reproducir unos fragmentos del capítulo dedicado a Paracuellos. Es un testimonio más de la ejemplar entereza y conformidad con la voluntad de Dios con que nuestros prisioneros de las cárceles rojas afrontaban el trance supremo de la muerte.

“A este campo comenzaron a llegar expediciones el día 7 de noviembre. En las oficinas de la Asociación Oficial de Familiares de los Mártires de Madrid y su Provincia consta haber sido este Campo, desde el mes de septiembre, uno de los lugares donde consumaban los milicianos el fatídico “paseo”, y se fusilaban pequeños grupos de cinco, siete, doce. etc., extraídos de cárceles, checas, etc. Por eso, además de la masa de asesinados que reposan en las fosas, se han encontrado, y hay enterrados numerosos cadáveres esparcidos por todo el campo. Cerca de mil fueron sacrificados el 7 de noviembre en dos expediciones, una por la mañana, y otra por la tarde, en su inmensa mayoría militares. No se habían abierto todavía las fosas y los cuerpos quedaron insepultos hasta el día siguiente en que obligaron, pistola en mano, a abrir fosas a elementos señalados como derechistas en el pueblo. Los cadáveres, en impresionantes actitudes, llenaban gran espacio del campo, y arrastrados con caballerías, en informe confusión, fueron arrojados a aquellas fosas que están hoy día dentro del Campo Santo.

En días sucesivos, casi ininterrumpidos, continuaron llegando expediciones de cuatrocientos, seiscientos, mil presos. Ya se había montado en las inmediaciones un destacamento fuerte de milicianos, con servicio de vigilancia y apoyo a las patrullas de fusileros que acompañaban las expediciones, con la misión de consumar los fusilamientos. También se habían constituido grupos de trabajadores, gentes de derechas condenados a estos trabajos forzados, con la misión de abrir zanjas y dar tierra a los fusilados. Por tanto, en las sucesivas expediciones las ejecuciones se verifican al borde de las zanjas ya abiertas y en los pinos. Estas son largas -hay una que mide más de ciento cincuenta metros de larga, cuatro de ancha y tres de profundidad-, y numerosas, al menos seis o siete. Alineados los grupos al borde de las mismas, eran ametrallados y caían amontonados con la plegaria en los labios, al grito de: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!.

El día 28 llegaron varias expediciones: una, a media mañana, en la que formaban cinco religiosos nuestros de la Comunidad de Ciempozuelos; y otra, la mayor de cuantas han llegado, compuesta de once grandes ómnibus de dos pisos, atestados de presos, a las once de la mañana. En Ésta forman parte diez religiosos nuestros, también de la Comunidad de Ciempozuelos. Testigos presénciales dicen que descendían de los ómnibus con las manos atadas atrás. Iba en esta expedición el célebre comediógrafo D. Pedro Muñoz Seca, a quien en la portería de San Antón hemos visto formando pareja con nuestro M.R.P.Guillermo. También forman parte varios religiosos Agustinos de El Escorial.

En esta misma expedición se destacó otro señor, que por sus palabras se deduce que era religioso, que dijo a los verdugos: “Nos matáis porque somos religiosos; os perdonamos de corazón...” En otro grupo de esta misma expedición iban padre e hijo; antes de ser fusilados pidió el padre despedirse de su hijo, y abrazados los dos, en una escena de terrible emoción, cayeron segados por las balas. Y así se repetían las escenas, en tanto el plomo implacable segaba las vidas, mezclados con los gritos victoriosos de “Viva Cristo Rey. Viva España...” El silencio que seguía a aquellos momentos y mientras todavía palpitaban los corazones que arrojaban su sangre por las bocas abiertas por la metralla era de una emoción que sobrecogía. En una rápida revista eran rematados por las pistolas de los jefecillos aquellas vidas todavía latentes; y, mientras los cuerpos yacían abatidos por el plomo de los sin Dios, las almas, en raudo vuelo, se elevaban victoriosas con las palmas del martirio.

El día 30 se repetían parecidas escenas en nuevas expediciones en las que formaron parte siete religiosos nuestros, procedentes como los anteriores de la cárcel de San Antón. En la misma expedición fue la Comunidad casi íntegra de Padres Agustinos de El Escorial, con el P. Mariano Revilla, Asistente General, al frente de ella; varios Hermanos de las Escuelas Cristianas de Claudio Coello, y otros religiosos más.

Nuestros Hermanos mártires, en número total de veintidós, yacen confundidos con otros tantos religiosos de diversas Órdenes y Congregaciones, Sacerdotes y buenos cristianos, en las fosas largas que, a modo de surcos, contienen tan preciosa semilla y traen a nuestra mente aquellas palabras de Cristo Señor Nuestro: “Si granum frumenti non moritur, ille solum manet; sed si moritur multum fructum affert” (Jn. 12-24). Sí, grano de semilla. Arrojado al surco, son los cuerpos de los mártires que han muerto por Cristo; y porque han muerto, reportarán para la iglesia de Dios abundante cosecha de frutos; cumpliéndose, también, aquellas elocuentes palabras del apologista cristiano Tertuliano: “Sanguis martyrum, semen christianorum est”, la sangre de los mártires es semilla de cristianos”.

Reproducido por la Hermandad de Ntra. Sra. de los Caídos de Paracuellos de Jarama, en su Hoja Informativa

-

No hay comentarios: