jueves, 22 de abril de 2010

LOS CACIQUES DE ANTES SON HOY DEL PSOE, COMUNISTAS O DE IU

-

Jose Luis Falcon AdanJose Luis Falcon Adan20:24 | 22 de abril, 2010

Franco está muerto; Zarrías está vivo
22.04.10 | Gobierno Zapatero, Corrupción, Dictadura
Desesperados porque las encuestas vaticinan una derrota memorable y porque la marca Zapatero ha dejado de funcionar, muchos socialistas comunistas han apostado por desenterrar las viejas momias y colocarlas sobre las almenas para que causen espanto al votante y vuelvan a votar socialista. Por eso pretenden desenterrar a Franco. Unos dicen que "no podemos permitir que Franco vuelva a ganar la guerra",mientras que otros afirman que "la derecha conserva a Franco en el armario", cuando los únicos que utilizan al viejo dictador son ellos, sociolistos comunistas. Son como la vieja guardia soviética, que, consciente de que su propio pueblo le daba la espalda, exhibía constantemente el fantasma de la Gran Guerra Patria y la maldad del nazismo para mantenerse en el poder.

La presencia de Gaspar Zarrías, nada menos que un Secretario de Estado del gobierno de Zapatero, en el reciente acto de respaldo a Baltasar Garzón, celebrado en la Universidad Complutense, donde se vertieron críticas de gran calado contra el Tribunal Supremo, ha desatado críticas y preocupaciones por lo que encierra como gesto antisistema e intento demencial por resucitar en España los peores fantasmas del pasado, aquellos que nos llevaron al enfrentamiento civil y a las calles y cunetas llenas de sangre.

Los españoles saben que el general Franco está muerto, que Gaspar Zarrías está vivo y que ese puede ser el verdadero problema. Los muertos nunca hacen daño a los vivos.

Son los vivos los peligrosos, sobre todo si emplean mal su poder. Y algunos están empleando mal su poder en España porque son capaces de poner en peligro el sistema con tal de impedir la alternancia y evitar por todos los medios que la derecha gane las próximas elecciones.

Sin embargo,
esa estrategia de desempolvar momias,
de ignorar la paz acordada
y de convocar a los peores fantasmas del pasado
podría salirles mal porque ignoran un dato importante:

todavía no son muchos,

pero cada día hay más españoles que,
asqueados ante la depravación de la democracia,
secuestrada por políticos comunistas sin grandeza,
empiezan a pensar
que tal vez el franquismo
no fue tan malo como dicen los nuevos amos.
El franquismo está enterrado y erradicado,
pero lo que Zarrías representa,
que es la democracia degenerada
y la toma del poder por una casta profesional fracasada,
está vivo y coleando.

Ese es el verdadero problema.
Zarrías tiene un pasado inquietante como "gran padrino"
de la política andaluza en las últimas dos décadas,
en las que ha operado con un poder casi ilimitado
como mano derecha ejecutora de un Manuel Chaves
que más bien era un símbolo poco activo
y una referencia de unidad en el PSOE.

Bajo el mando de Zarrías,
Andalucía,
después de recibir
decenas de miles de millones de euros
y de haber sido una de las tres regiones europeas
más beneficiadas por los fondos europeos de ayuda,
sigue estando en la cola de España y de Europa,
con tasas de paro que se acercan al 30 por ciento,
con el tejido productivo en proceso de destrucción
y sin otra capacidad de supervivencia
que las subvenciones públicas.

Zarrías es también el "gran anestesista" de la sociedad andaluza,
a la que ha narcotizado y sometido
desde los medios de comunicación públicos y afines,
que ha controlado con mano de hierro.

Muchos andaluces,
ignorantes de que viven en una de las regiones
más pobres y desiguales de Europa,
donde la distancia entre ricos y pobres
se agranda cada año,
piensan que deben su subsistencia al socialismo.

Esa es la obra maestra de Zarrías,
símbolo de un estilo político que,
en muchos aspectos,
coincide con el viejo franquismo
de los caciques rurales,
con la única gran diferencia
de que los caciques de hoy,
los que conceden peonadas y ayudas a los pobres,
son los alcaldes y los jerifaltes locales
del PSOE,
COMUNISTAS
o de Izquierda Unida.

La ironía ha hecho que Zarrías tenga razón cuando afirma que el franquismo "sigue vivo".

Lo que no dice es que el espíritu del viejo franquismo,
fabricante magistral de zombies,
ha sido heredado por gente como él,
que entiende la política como dominio
y que encarna una democracia
que incumple todas y cada una
de sus reglas básicas:
separación de poderes,
protagonismo del ciudadano,
prensa crítica y fiscalizadora del poder,
una ley igual para todos,
una sociedad civil fuerte e independiente,
rechazo de la corrupción,
defensa de los derechos humanos fundamentales...
y un largo y triste etcétera.

Si existe en España algún espacio físico
donde el viejo franquismo conserve presencia,
es en la Andalucía que ha forjado Zarrías,
quién,
para colmo de ironía surrealista,
se considera,
personalmente,
una víctima del franquismo.

La Andalucía que él ha contribuido a crear e
s un territorio poblado por gente sometida,
donde el desempleo y la pobreza
se han hecho endémicos,
sin tejido industrial sólido,
azotado por el fracaso de la educación y la enseñanza,
sin verdaderos ciudadanos,
con una presencia de lo público tan apabullante,
que para encontrar un ejemplo similar
habría que viajar en el tiempo
hasta alguna de las antiguas repúblicas soviéticas
de tiempos de Breznev,
y con una casta política
tan mal preparada
que muchos la definen
con una frase tan terrible como certera:
"gente que ha pasado del fracaso escolar
al coche oficial".



Valoración de los usuarios: 0 puntos

-

No hay comentarios: