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2topograf
Reposición:
Allá por los años treinta y mucho del pasado siglo, ganaron unos una guerra, que la perdieron otros. Creían. Rémora y Cruz que padecemos los de siempre, sin beberlo ni comerlo. Pero me parece que un 23 de Febrero de no hace mucho, decidieron resarcirse todos. Abrieron el botín del absolutismo y se sentaron cómodamente, relajados, seguros ante un futuro inmejorable, y afianzaron posiciones; se repartieron amnistías y venganzas, poderes, leyes y viles metales. Eso sí, a nuevos tiempos, nuevos modos. Tal que así, que un 11M de infausto recuerdo, hubieron de corregir el rumbo de plebeyos que empezaron a pensar como ciudadanos.
Y hoy España es un campo de batalla donde se dirime una guerra sin cuartel. Entre hermanos que un día reconquistaron su historia, su leyenda, sus tierras; entre paisanos que han compartido el honor de el descubrimiento de un nuevo continente; entre compatriotas que han regalado al mundo la más bella de las lenguas: el Español. ¡Qué pena! La nación más vieja de ésta vetusta Europa, convertida en una finca en disputa; ¡Qué horror! Su historia violada; su cultura negada; su futuro frustrado, en un triste, cruel y oscuro desafío de avariciosos charnegos y fantasiosos fantasmas de iluminados orates. Mala gente, que blanden sutiles armas: xenofobia, lengua, raza, para crear odios, venganzas, rencor entre hermanos. Por unas monedas, por un poco de un efímero poder que gozarán ellos pero perderán sus hijos.
Pero eso sí, existe un señor, que se siente seguro, dueño y señor de un montón de sátrapas canallas y despóticos a los que deja que se peleen como a cochinos en una pocilga por un poco de desperdicios. El vive rico, él vive seguro, él vive como un dios. Unos cuantos generales pondrán a su disposición cañones y pólvora si fuera preciso. Incluso si la finca deja de ser negocio.
Sldos.
Allá por los años treinta y mucho del pasado siglo, ganaron unos una guerra, que la perdieron otros. Creían. Rémora y Cruz que padecemos los de siempre, sin beberlo ni comerlo. Pero me parece que un 23 de Febrero de no hace mucho, decidieron resarcirse todos. Abrieron el botín del absolutismo y se sentaron cómodamente, relajados, seguros ante un futuro inmejorable, y afianzaron posiciones; se repartieron amnistías y venganzas, poderes, leyes y viles metales. Eso sí, a nuevos tiempos, nuevos modos. Tal que así, que un 11M de infausto recuerdo, hubieron de corregir el rumbo de plebeyos que empezaron a pensar como ciudadanos.
Y hoy España es un campo de batalla donde se dirime una guerra sin cuartel. Entre hermanos que un día reconquistaron su historia, su leyenda, sus tierras; entre paisanos que han compartido el honor de el descubrimiento de un nuevo continente; entre compatriotas que han regalado al mundo la más bella de las lenguas: el Español. ¡Qué pena! La nación más vieja de ésta vetusta Europa, convertida en una finca en disputa; ¡Qué horror! Su historia violada; su cultura negada; su futuro frustrado, en un triste, cruel y oscuro desafío de avariciosos charnegos y fantasiosos fantasmas de iluminados orates. Mala gente, que blanden sutiles armas: xenofobia, lengua, raza, para crear odios, venganzas, rencor entre hermanos. Por unas monedas, por un poco de un efímero poder que gozarán ellos pero perderán sus hijos.
Pero eso sí, existe un señor, que se siente seguro, dueño y señor de un montón de sátrapas canallas y despóticos a los que deja que se peleen como a cochinos en una pocilga por un poco de desperdicios. El vive rico, él vive seguro, él vive como un dios. Unos cuantos generales pondrán a su disposición cañones y pólvora si fuera preciso. Incluso si la finca deja de ser negocio.
Sldos.
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