domingo, 12 de junio de 2016

PENES MAYESTATICOS: REMEDIOS MORALES

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REMEDIOS MORALES 
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Queridos copulantes:
Un pene con bastantes centímetros más de los necesarios para cumplir su función reproductora y sin el apoyo del 
os penis (o sea, un hueso)
es una estructura lo suficientemente costosa
como para pensar que
si evolucionó así
fue por alguna razón.

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¿Y si resulta que es una señal que no está dirigida a las mujeres? Puede que no sea como la cola del pavo real, con la que lo comparábamos el otro día, sino como los cuernos de los ciervos o los alces, una señal para los otros machos. Ellos se miden entre sí, se cornean y el que tiene los cuernos más largos y con más puntas acaba siendo el sultán.

A las hembras se les da el trabajo hecho. Así que es posible que el gran pene humano no tenga mucho que ver con la supuesta promiscuidad de nuestras antepasadas ni con sus preferencias, sino con la rivalidad entre los hombres y su tendencia a la poligamia. Según Jared Diamond, hay datos que confirman que el tamaño del pene actúa no ya como una señal genérica para las mujeres, sino como una demostración de estatus ante otros hombres. El crecimiento del pene en el pasado pudo haber sido algo así como una carrera armamentística entre potencias rivales. De ahí la obsesión por el tamaño como prueba de virilidad, y de ahí también los posibles complejos que, desde épocas remotas, anidan en lo más intimo de algunos corazones masculinos.

En todas las culturas, desde tiempo inmemorial, lo mismo que en la mente de muchos científicos, políticos, religiosos, psiquiatras, etc., el culto masculino al pene campea vigoroso por doquier. Cuando los montañeses de Nueva Guinea vieron por primera vez a los hombres blancos, pensaron que sus cinturones eran unos enormes penes que se enrollaban alrededor de la cintura y quedaron consternados y humillados por la comparación. En todas partes del mundo, desde la selva más recóndita hasta los lavabos del hotel Ritz, los hombres comparan secretamente sus penes con los de sus vecinos de micción. De paso, ¿puede alguien explicar por qué a los caballeros no les da vergüenza hacer pis en petit comité?

Yo sugiero que un pene grande es un buen compañero para alguien ambicioso, es un legado que merece la pena dejar en herencia a la prole y constituye una buena baza para el ego de un hombre, cuya seguridad en sí mismo puede ayudarle a obtener un triunfo superior al merecido por el conjunto de sus dotesy que, por lo tanto, le concede ventajas genéticas sobre otro hombre que, a lo mejor, es más inteligente o más trabajador, pero muestra un comportamiento pusilánime, porque es dueño de una birria de pene que no resistiría una comparación en los servicios de la oficina.

El magnífico retrato de Carlos V que pintó Tiziano ilustra bien lo que digo. El emperador, elegantemente vestido, posa con su perro favorito. Apunta éste con su cabeza hacia el enorme pene imperial, que, enfundado en un alzapón que lo pone de relieve, es el auténtico protagonista del cuadro. Según la enciclopedia que consulto, el emperador "aparece con gallardía, con toda la decisión rápida, la osadía y el valor que recuerda la historia". Comprendido. El hombre más poderoso del mundo, el pene más grande del mundo.

Pero el pene no debería seguir creciendo, por más que, hipotéticamente, su tamaño constituya una ventaja para su dueño. Podría caer en un caso de evolución desenfrenada, esto es, convertirse en una estructura excesivamente costosa que dificultaría la reproducción. Hay más de un motivo para mantenerlo a raya. El pene largo no es, ni mucho menos, el que mejor funciona. Si sabéis algo de física os daréis cuenta de que resulta más frágil, complica la penetración, se arquea más, necesita mayor riego sanguíneo para mantener la erección y puede ser molesto para las mujeres. El tamaño del pene tiene puesto un tope, y ese tope es el tamaño de la vagina. Un pene con macrogenitosomía es anticopulatorio. Aunque la vagina es elástica en una mujer en edad fértil, los órganos que la rodean son empujados y comprimidos. Golpear repetidamente el fondo de la vagina, en una penetración profunda, no es muy estimulante, sino que resulta doloroso para las mujeres que no tienen tendencias masoquistas.

El rey Fernando VII era poseedor de un ejemplar de pene hipertrófico de tal calibre, que le causaba problemas a la hora de cumplir con el débito conyugal; hasta el punto de que, para hacer menos penosa la penetración, se veía forzado a insertar en su base un ceñidor en forma de cojín de tres o cuatro centímetros de espesor, con un agujero central, como una rosquilla. Aun así, causaba dispareunia a sus esposas. La pobrecita María Josefa de Sajonia, con quince años, se lo hizo en la cama en su espantosa noche de bodas y el rey tuvo que recurrir al Papa para que obligara a su esposa a dejarse hacer. Lo mismo que Fernando VII, algunas tribus ponen trabas físicas a la penetración total –como el uso de anillos especiales o lazos trenzados en la base del pene, o, simplemente, los puños de las mujeres apoyados en su hueso púbico– para evitar las posibles molestias de la penetración profunda y permitir otras sensaciones periféricas.

Lo cierto es que un elevado porcentaje de mujeres se queja de dispareunia, pero esta queja sólo es atendida en presencia de alguna patología en el aparato genital femenino. En caso contrario, es recogida como una excusa para evitar el coito que, en realidad, encubre el rechazo psicológico al pene por alguna experiencia sexual desagradable, que es lo que suelen decir los expertos siempre que se les demuestra que los engranajes fisiológicos de hombres y mujeres no coinciden.
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