Juanc - 30-10-2009 - 12:00:16h
Sigan, no lo dejen, saquenlos miles de veces, detenidos, esposados, destilando camino del banquillo, en el banquillo, en el ingreso en prision.
No dejen de mostrarlos públicamente, para que podamos recrearnos en sus rictus, en sus arrugas, en sus miradas, para que podamos entretenernos adivinando lo humano que queda en ellos, si queda algo.
También para acordarnos malamente de su estampa y de su extirpe.
Queremos ver a las sanguijuelas y oirlas en sus intentos cínicos y desvergonzados de justificarse, queremos medirnos con ellos, espejarnos en su dimensión moral y comprobar si nos podría igualmente la tentación, si nos parecemos o decidiriamos en sus circuntancias lo contrario.
Si, está la presunción de inocencia, pero esta vale en la sala del tribunal, no en la información pública de esta clase de delitos donde las víctimas somos todos y cada uno de nosotros.
Finalmente para estos comportamientos aparte de las penas de prisión si inhabilitación deberíamos pensar en otras de carácter especialmente infamantes o severas, como imponerle un patrimonio cero para el resto de sus vidas y prohibición perpetua de salir del país.
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