LOS OTROS IMPUTADOS
Tomo como préstamo el título del artículo del catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, publicado el pasado 18 de septiembre en “La Vanguardia”. En el mismo periódico leía que el “caso Estevill-Piqué” era el retrato de una época. Yo diría, el retrato de una época de la historia judicial catalana salpicada de puntos negros.
En 1985, mientras toda la atención mediática y política estaba pendiente del “caso Banca Catalana”, en el juzgado de Vic, fui espectador de primera fila de uno de los episodios mas oscuros de la historia judicial catalana que costó la vida al funcionario judicial Esteve Coll Cutrina.
El juez Ramon Macià Gómez destapó una “olla” de corrupción que otros jueces no se atrevieron. Unos años mas tarde el mismo juez como sustituto, por vacaciones, del juez Luis Pascual Estevill destapaba el tinglado del juzgado de Instrucción nº 26 de Barcelona.
A Luis Pascual Estevill le sentó tan mal la denuncia del juez sustituto que, en un ataque de cólera, lo acusó de “borracho, depresivo y mentiroso.
Cuando en el juzgado de Vic se había enterrado jurídicamente el cadáver del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, en uno de los pasillos de la Audiencia de Barcelona, tuve un breve encuentro con el abogado Joan Piqué Vidal, que había asistido a uno de los detenidos del “caso de corrupción” del juzgado de Vic.
Le pregunté por qué no se había investigado con mas rigor la trágica muerte del funcionario.
Su respuesta, posiblemente al confundirme con un colega, me dejó helado:
-“Deixem el mort en pau perquè si remanem la merda en sortirem tots enmardats i ara a l’Audiencia no hi convé soroll”-.
Bajando las escaleras de la Audiencia me preguntaba si lo del “soroll” era por el “caso Banca Catalana”. Si es cierto que un periódico tan influyente como “La Vanguardia” evitó “soroll” ocultando la noticia de la trágica muerte del funcionario judicial del juzgado de Vic.
Después de aquel breve encuentro con Piqué Vidal, me he preguntado muchas veces si el “caso Banca Catalana” influyó en el apagón mediático y judicial de los trágicos sucesos del juzgado de Vic.
Sobre el “soroll” la respuesta la tiene Piqué Vidal.Y una parte de lo que olía mal lo hemos leído en las conclusiones del fiscal Carlos Ramos. Tenía razón el que fue comisario de policía de Vic y mas tarde jefe de la policía judicial de Barcelona.-“Lo del juzgado de Vic es la punta del iceberg, en el gran océano de la justicia”
.
Si abres la página 114 del libro “El Virrei” de José Antich Valero, te viene a la memoria aquello de “cuando la política entra en los Tribunales de Justicía, la justicia sale por la ventana”.
El “caso Banca Catalana” engrandeció al abogado Joan Piqué Vidal, bautizado, por los medios, con el título de “toga de oro”. Nos hemos preguntado por qué cerrada la puerta judicial del “caso Banca Catalana” empiezan a crecer los enanos del “todo vale”.
Crecidos y creídos desfilaban por el triángulo de las cafeterías Mora-Balmoral-Farga de Diagonal. En el triángulo tenían despacho
Luís Pascual Estevill
y Javier de la Rosa.
A principios de los noventa el triángulo era la zona mas caliente de Barcelona,
era tan caliente que durante los JJ.OO.
también tenían despacho
el director general de la Guardia Civil Luís Roldán
y militares de alta graduación del CESID.
Tomando café en las cafeterías del triángulo veías desfilar a todas las “parejas de baile” del juez y mas tarde vocal del CGPJ, así como las del “empresario modelo”. Nunca entendí que nadie denunciara aquellos “bailes” y mucho menos que no fueran noticia en la prensa barcelonesa.
En el artículo “Los otros imputados” del catedrático de Derecho Constitucional, leemos: -“En el juicio contra el juez Pascual Estevill y el abogado Joan Piqué Vidal no sólo deberían sentarse en el banquillo los acusados, sino también parte de la sociedad barcelonesa, los otros imputados. Se trata de esa parte formada por empresarios, profesionales y políticos que algunos llaman, sin realmente serlo burguesía catalana...”. En el “caso de corrupción judicial, con resultado de muerte” del juzgado de Vic, tampoco se sentaron en el banquillo de los acusados, todos lo que contaminaron el juzgado y ninguno de los que conocían que se contaminaba, los otros imputados que diría Francesc de Carreras.
La anécdota :
Osona es la comarca de Catalunya con mas imputados, condenados y encarcelados por delito ecológico. El fiscal del Medio Ambiente del TSJC José Joaquín Pérez de Gregorio, era el fiscal que debía perseguir a todos los que contaminaron con sobornos la oficina judicial del juzgado de Vic y a los que conocían que se contaminaba. El muerto se lo sacaron de encima con una simple “Nota del Jutjat” distribuida a la prensa local, en la que se faltaba a la verdad. La causa de la trágica muerte del funcionario Esteve Coll Cutrina no fue otra que la de una oficina judicial contaminada de irregularidades. El cadáver de Esteve apareció totalmente irreconocible en la vía del tren, en la misma mañana que debía entregar al juez Macià un “guión-declaración” que le había encargado el juez el día anterior. Aquella misma mañana Esteve había llamado por teléfono al juez Macià haciéndole saber que se dirigía al juzgado. Ni el testigo clave ni el guión llegaron al juzgado.
En 1981, el malogrado Ernest Lluch, denunció la inestabilidad del Partido Judicial de Vic: “La situación del partido judicial de Vic ha estado caracterizada por una gran inestabilidad, reflejada, sobre todo, en el cambio continuado de jueces. Ello ha sido acentuado, además, por la falta de jueces titulares, cuyas plazas han sido cubiertas por jueces titulares de distrito y, a su vez, éstos han sido sustituidos por licenciados de Derecho. De esa inestabilidad han surgido continuamente situaciones que no han colaborado en el respeto ciudadano a la justicia. Puesto que los cambios han dado lugar a decisiones no comprendidas”. Nadie le escuchó y sucedido lo que podía haberse evitado y eso que, en la denuncia, olvidó la ausencia de secretario judicial. Poco tiempo después de la denuncia de Ernest Lluch, desde las páginas de economía de un periódico de Barcelona se preguntaban ¿Qué pasa en el juzgado de Vic?. Pasaba, que la oficina judicial era centro de peregrinación de sociedades mercantiles y particulares para presentar expedientes de suspensión de pagos y quiebra. De las subastas se beneficiaban un grupo reducido de “personajes”. “Com ja vàrem informar en el seu moment, alguns diaris barcelonins es van fer ressó ja fa temps del gran nombre de suspensions de pagament que es presentavem al jutjat de Vic fins i tot d’empresas ubicades a altres punts de l’Estat, les quals pocs díes abans de fer suspensió es domiciliaven a Vic”- (El 9 Nou). Un Oficial con funciones de Secretario había convertido la oficina judicial en su oficina y el juzgado en su finca (disfrutaba del privilegio de vivienda de juez, en el mismo edificio del juzgado). La Sección Primera de lo Penal de la Audiencia de Barcelona, lo condenó a un año de prisión menor, por un delito de cohecho continuado cometido entre los años 1978 y 1985. Presidió el Tribunal el Magistrado Adolfo Fernández Oubiña.
Durante el periodo 1978-1985, ningún juez se atrevió a destapar la “olla” de corrupción, ni el juez J.A. Belloch (1978-79). La destapó el juez Ramon Macià Gómez, el 13 de junio de 1985. El mismo día que el Oficial, que había ejercido funciones de secretario, se encontraba detenido en el depósito municipal, el Decano del Colegio de Abogados de Vic, se apresura a declarar a la prensa, que el Colegio de Abogados había denunciado a varios jueces las presuntas irregularidades de la oficina judicial. Lo que no destaparon los jueces que ejercieron en el juzgado de Vic durante el periodo 1978-1985, lo destapó el juez Macià, al quedarse como único juez de los dos juzgados de Primera Instancia e Instrucción de Vic.
El 7 de junio (ocho días antes de los trágicos sucesos) la prensa local informaba del cese del titular del juzgado nº 1 Jorge Campos y del nombramiento del juez Fernando Lacaba, como sustituto.
¿Por qué el juez Macià esperó quedarse como único juez? - Una de las respuestas nos llegaba nueve años después, en una entrevista que el juez Macià concedía al periodista Albert Om.
A.O. ¿Quan s’adona que el jutjat passa alguna cosa rara?
J.M. Per les converses que tenia amb alguns advocats, el que passava era patent. A més, abans d’arribar a Vic un company de carrera em va comentar part de la història. No és, doncs, que me n’adoni un día, que em llevi i m’il-lumini, sinó que és un procés més llarg”.
La entrevista tuvo lugar en el despacho del juzgado nº 10 de Barcelona. La publicó “El 9 Nou” el 11 de febrero de 1994.
El 15 de junio, mientras el juez Macià toma declaración al oficial que había ejercido funciones de secretario, la Policía Municipal de Vic, comunicaba al juez la trágica muerte del funcionario Esteve Coll Cutrina.
La trágica noticia llegaba a la misma hora que se esperaba a Esteve con el guión-declaración que debía de entregar al juez. En el juzgado se vivieron momentos de enorme confusión y de tal dramatismo que el juez Macià sufrió una presunta lipotimia, (no se conoce parte médico).
La indisposición del juez Macià obligó a que el juez de Distrito practicara la diligencia de levantamiento de cadáver.
El cadáver quedó irreconocible, y sólo pudo ser identificado porque la Policía Municipal, encontró su vehículo estacionado cerca del lugar de los hechos.
El juez Macià, una vez restablecido, acudía a la Audiencia de Barcelona, a consulta, acompañado por el juez Rubén Blasco, que había ejercido en el juzgado investigado hasta 1983 y que la casualidad o no le convertía en un testigo mas de aquel “sábado negro”. De la dramática visita a la Audiencia se tuvo noticia aquella misma noche.
Lo que no se sabe es, si el Presidente de la Audiencia informó de la visita al Ministerio Fiscal y de los trágicos sucesos del juzgado de Vic al Consejo General del Poder Judicial. Si se informó al CGPJ no se entiende que la inspección acudiera al juzgado de Vic, pasados seis meses de los trágicos sucesos.
El 2 de diciembre, la visita de la inspección al juzgado de Vic fue tan breve que no duro ni una jornada laboral.
El juez Macià, tomó una media sin precedente en la historia judicial española : precintó la sección civil del juzgado de Vic.
Si se precinta una oficina judicial, con el cadáver de un funcionario del juzgado en la vía del tren, es para que la inspección del CGPJ, acuda de inmediato.
Si no se acude de inmediato pueden desaparecer pruebas de la trágica muerte del funcionario o de la situación contable de la oficina judicial.
Acudiendo de inmediato se evitan rumores como la desaparición de documentos importantes y de efectivo del interior del vehículo del considerado testimonio clave.
En las diligencias que determinan la muerte del funcionario judicial no existe testimonio de la relación juez-subordinado, de las últimas horas del subordinado.
En medios jurídicos se comentaba, en voz baja, que el testimonio del juez , junto con la de otros testigos, era muy importante para dilucidar lo sucedido entre la mañana del viernes a la mañana del sábado, en la que aparece el cadáver del subordinado en la vía del tren.
El padre de Esteve se lamentaba que los temores que atormentaron las últimas horas de su hijo nunca llegaron a juicio.
El padre de Esteve, nunca entendió que en el juicio oral el Presidente del Tribunal Adolfo Fernández Oubiña, se negara a oír el testimonio del funcionario de la sección penal del juzgado nº 1 de Vic.
Repetía: -“Si el Presidente del Tribunal leyó la declaración de Dalmau, en la fase de instrucción, no lo entiendo”.
El “caso de corrupción judicial” se cerró en poco menos de un año con sólo dos condenados, el Oficial del juzgado y un empresario que mantenía una relación mercantil con el Oficial.
Se cerró con una sentencia de los magistrados Adolfo Fernández Oubiña, José Luís Barrera Cogollos y César Planas, en la que se condenaba al funcionario y al industrial implicados en el caso por sendos delitos de cohecho.
Nadie ingresó en prisión.
Sin embargo, la misma sentencia absuelve al funcionario judicial del presunto delito de exenciones ilegales, (cobro de impuestos no acordados por ley) las famosas corruptelas conocidas en el ámbito de la abogacía como propinas, astillas, bufandas o lápices.
En 1986, las propinas en metálico a funcionarios judiciales, según sentencia, no era delito.
Las propinas una buena coartada cuando en el juicio oral el fiscal señaló que el Oficial de la sección civil había comprado un yate, dos pisos, dos coches y que llevaba un ritmo de vida inconcebible con el sueldo de funcionario.
Al Tribunal nadie le enseñó las fotos del cadáver del funcionario judicial irreconocible y mutilado en la vía del tren.
Recuerdo, que en el “caso de la villa olímpica” el juez instructor Adolfo Fernández Oubiña, si enseño las fotos del cadáver a los imputados de la paliza mortal.
¿Por qué tanta prisa en cerrar el caso?.
Un procurador me comentó, que autentificar las rúbricas de los jueces en todos los expedientes de suspensión de pagos, quiebra, subastas y otros autos de la sección civil, así como cotejar todas las cuentas oficiales en las que operaba el oficial con funciones de secretario con firma conjunta o no con el juez, durante el periodo de 1978-1985 requería mucho tiempo.
Hoy, el procurador Ramon Bayés me diría que lo que me comentó sobre las pruebas documentales y periciales ha prescrito en las estanterías de la casa de la justicia. Nunca se ha sabido si se investigó lo que era vox populi, los sobornos en obras de arte y otros objetos de gran valor. –“Jo no havía entes mai, perquè alguns homes de lleis, magistrats, procuradors o pixatinters –tant li fot- fossin personas tan sensiblement afeccionades a les obras d’art.
Després he comprès que moltes obres d’art són penyoras rebudes, com a compensació a les hàbils maniobres de fer avançar o retardar els papers de la justicia”. (de un artículo firmado por el periodista Jaume Collell publicado en “El 9 Nou” trece días después de los trágicos sucesos).
El oficial con funciones de secretario, vivía en el mismo juzgado y entre 1978-1985 nadie se había dado cuenta de lo que era vox populi.
Por los privilegios del oficial con funciones de secretario, por el desorden de la oficina judicial, por las largas ausencias de secretario judicial y por la trágica muerte del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, nadie pidió responsabilidades a nadie. Los jueces y magistrados en caso de negligencia exigen responsabilidades a todos los colectivos de la sociedad. Ni nadie pidió el testimonio de los jueces que ejercieron en el único juzgado de Vic, hasta principios de 1985. A nadie le interesó conocer o investigar si las denuncias del Colegio de Abogados a varios jueces por presuntas irregularidades en la sección civil del juzgado tenían firma y fecha.. ¿Quién controla los fondos y las cuentas de la Justicia?. En 1993, la Generalitat de Catalunya, otorgó la Creu de Sant Jordi, al que fue Presidente de la Audiencia Territorial Cesáreo Rodríguez Aguilera. Disentí, por escrito, ante el President Pujol, por la concesión de tal alto galardón. Disentí porque creía y creo que la maquinaria judicial, en el caso del juzgado de Vic, no llegó al fondo, paro en el superficie. Cuando la Justicia hace imposible la verdad es desmoralizador.
Cerrada la puerta judicial, intenté abrir otra puerta. Fue en el Hotel Majestic de Barcelona. En la antigua cafetería del “Majestic” tuve la oportunidad de informar personalmente de lo sucedido en el juzgado de Vic, al entonces Ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch y ex juez de Vic.
Como Ministro de Interior tenía autoridad para conocer toda la investigación policial, la actuación de la policía científica y del grupo de homicidios, podía conocer si se inventariaron todos los documentos u objetos que se encontraron en el interior del vehículo del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, si se tomaron huellas y si se analizaron todos los objetos encontrados en la vía del tren. Podía conocer porque, como en el secuestro de Olot, fue la Policía Municipal de Vic, la primera fuerza policial en llegar al vehículo de la víctima en el municipio de Seva. En un número especial del 20 Aniversario de “El 9 Nou”, su director general Jordi Molet nos recordó aquellos sucesos con el título “Suborns al Jutjat” “……
Es van fer moltes especulacions sobre la mort d’Esteve Coll,
l’única cosa certa és que ningú no s’ho esperava.
Poc abans d’anar al jutjat havia esmorzat amb la seva dona
i en el moment en què es varen separar
se li va perdre la pista,
fins que el cap d’unes hores es va saber
que havia mort atropellat pel tren.
Es va dir que el vespre abans havia rebut una trucada amenazadora
a casa seva en què el comminaven a no revelar el que sabia
de les practiques de suborn (…)
La investigació judicial va quedar suspesa mentre el jutje anava a Barcelona a explicar tot el que havia passat al president de l’Audiencia i a demanar instruccions.
A l’Audiencia ho tenian clar, la instrucció havia de continuar amb el mateix jutge, aixó sí un magistrat va recomanar a Macià que demanés protecció policial, perquè hi havia hagur rumors que la seva vida corria perill…”.
Si la vida del juez corría peligro, mas peligro corría la vida del guionista que podía desenmascarar a toda la trama que contaminó la oficina judicial
¿Por qué ni el juez ni la policía protegió al testigo clave?.
¿Y el guión?
Preguntas sin respuesta.
Juan Alberto Belloch, como Ministro de Justicia,
tenía autoridad para conocer el problema
de la ausencia de Secretarios Judiciales
que convierten al Oficial en dueño y señor de la oficina judicial,
con privilegio de vivienda de juez.
Podía conocer si un secretario denunció la situación de la oficina judicial.
Podía conocer como se razonó , en el Ministerio, la baja del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina.
Cuando ocurren los trágicos sucesos del juzgado de Vic, el Ministro de Justicia, era Don. Fernando Ledesma y la hoy Vicepresidenta del Gobierno Doña María Teresa Fernández de la Vega, formaba parte del gabinete del Ministro Ledesma.,
con el Ministro Belloch, fue secretaria de Estado de Justicia.
En el Hotel Majestic,
el Ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch, en presencia del también Ministro Pérez de Rubalcaba, me prometió interesarse por lo sucedido en el juzgado de Vic.. El Ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch, no cumplió su promesa.
Los padres de Esteve Coll Cutrina fallecieron preguntándose ¿Quién mató a Esteve?.
No hubo jucio moral.
La madre de Esteve no resistió,
fallecía al poco tiempo de la trágica muerte de su hijo.
Me solidaricé con los padres de Esteve y compartí su dolor, porque como a su hijo a mi, en momentos difíciles, también me dejaron solo.
Me considero una de las víctimas de lo que denunció Ernest Lluch,
el 27 de octubre de 1981.
El mal llamado “juicio de las banderas”
se había celebrado once días antes de la denuncia
del diputado socialista Ernest Lluch.
Pero aquel esperpéntico juicio,
con falta de garantías procesales
y la toma de partido del Ilustre Colegio de Abogados de Vic,
merece otro escrito.
Cerradas todas las puertas sigo insistiendo, así se lo prometí al padre de Esteve,
para que no se olvide uno de los episodios mas oscuros
de la historia judicial catalana,
en democracía.
Si no la conocieron o la olvidaron,
he tenido interés que la conocieran
y nunca la olvidaran
autoridades judiciales como
el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya Guillem Vidal i Andreu,
premio Justicia de la Generalitat
y el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Catalunya José Maria Mena Alvarez.
Cuando decido escribir al Presidente y al Fiscal Jefe del TSJC,
es porque el Magistrado Guillem Vidal
y el Fiscal José María Mena, existen,
pero para Ellos yo no existo.
Para el que fue Fiscal Anticorrupción tampoco existí.
“Hoy, por los silencios, creo firmemente que la trágica muerte del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina y el “probema” del juzgado, asustó a la Autoridad Judicial. La muerte de Esteve no fue un accidente”.
( de mi escrito al fiscal Carlos Jiménez Villarejo).
Al fiscal Carlos Jiménez Villarejo me hubiera gustado preguntarle
¿Por qué Marbella, sí.
Vic, no?.
Me pregunto si detrás del “si” estaba el Alcalde de Marbella
y del “no” el corporativismo.
Lo que si es cierto es, que en los dos juzgados los oficiales habían montado un negocio en la oficina judicial, como el que abre un establecimiento en el mercado de abastos.
En el “caso de juzgado de Marbella” hubo mucho “soroll” mediático,
la prensa de Barcelona
le dedicó páginas enteras
firmadas por especialistas en temas judiciales como
José Marti Gómez,
Eduardo Martín de Pozuelo
y Santiago Tarín,
la otra cara de la medalla del
“caso del juzgado de Vic”
“Deixem el mort en pau perquè si remanem la merda en sortirem tots enmardats i ara a l’Audiencia no hi convé soroll”.
Hubo una época que en un lugar bautizado como oasis catalán nunca pasaba nada.
En esa época un columnista de Madrid escribía :
“La corrupción en Cataluña,
que haberla hayla,
produce destellos,
relámpagos,
pero se apagan pronto,
sofocados por un admirable servicio de bomberos”.
La escritora Nuria Albó,
dejó una perla escrita en “El 9 Nou” :
Si el jutje de Vic fracassés,
sería una desgràcia.
Hi hauria molts fregaments de mans….”.
En mi opinión el juez fracasó
y los otros imputados como diría,
Francesc de Carrerras,
se frotaron las manos.
Tomo como préstamo el título del artículo del catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, publicado el pasado 18 de septiembre en “La Vanguardia”. En el mismo periódico leía que el “caso Estevill-Piqué” era el retrato de una época. Yo diría, el retrato de una época de la historia judicial catalana salpicada de puntos negros.
En 1985, mientras toda la atención mediática y política estaba pendiente del “caso Banca Catalana”, en el juzgado de Vic, fui espectador de primera fila de uno de los episodios mas oscuros de la historia judicial catalana que costó la vida al funcionario judicial Esteve Coll Cutrina.
El juez Ramon Macià Gómez destapó una “olla” de corrupción que otros jueces no se atrevieron. Unos años mas tarde el mismo juez como sustituto, por vacaciones, del juez Luis Pascual Estevill destapaba el tinglado del juzgado de Instrucción nº 26 de Barcelona.
A Luis Pascual Estevill le sentó tan mal la denuncia del juez sustituto que, en un ataque de cólera, lo acusó de “borracho, depresivo y mentiroso.
Cuando en el juzgado de Vic se había enterrado jurídicamente el cadáver del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, en uno de los pasillos de la Audiencia de Barcelona, tuve un breve encuentro con el abogado Joan Piqué Vidal, que había asistido a uno de los detenidos del “caso de corrupción” del juzgado de Vic.
Le pregunté por qué no se había investigado con mas rigor la trágica muerte del funcionario.
Su respuesta, posiblemente al confundirme con un colega, me dejó helado:
-“Deixem el mort en pau perquè si remanem la merda en sortirem tots enmardats i ara a l’Audiencia no hi convé soroll”-.
Bajando las escaleras de la Audiencia me preguntaba si lo del “soroll” era por el “caso Banca Catalana”. Si es cierto que un periódico tan influyente como “La Vanguardia” evitó “soroll” ocultando la noticia de la trágica muerte del funcionario judicial del juzgado de Vic.
Después de aquel breve encuentro con Piqué Vidal, me he preguntado muchas veces si el “caso Banca Catalana” influyó en el apagón mediático y judicial de los trágicos sucesos del juzgado de Vic.
Sobre el “soroll” la respuesta la tiene Piqué Vidal.Y una parte de lo que olía mal lo hemos leído en las conclusiones del fiscal Carlos Ramos. Tenía razón el que fue comisario de policía de Vic y mas tarde jefe de la policía judicial de Barcelona.-“Lo del juzgado de Vic es la punta del iceberg, en el gran océano de la justicia”
.
Si abres la página 114 del libro “El Virrei” de José Antich Valero, te viene a la memoria aquello de “cuando la política entra en los Tribunales de Justicía, la justicia sale por la ventana”.
El “caso Banca Catalana” engrandeció al abogado Joan Piqué Vidal, bautizado, por los medios, con el título de “toga de oro”. Nos hemos preguntado por qué cerrada la puerta judicial del “caso Banca Catalana” empiezan a crecer los enanos del “todo vale”.
Crecidos y creídos desfilaban por el triángulo de las cafeterías Mora-Balmoral-Farga de Diagonal. En el triángulo tenían despacho
Luís Pascual Estevill
y Javier de la Rosa.
A principios de los noventa el triángulo era la zona mas caliente de Barcelona,
era tan caliente que durante los JJ.OO.
también tenían despacho
el director general de la Guardia Civil Luís Roldán
y militares de alta graduación del CESID.
Tomando café en las cafeterías del triángulo veías desfilar a todas las “parejas de baile” del juez y mas tarde vocal del CGPJ, así como las del “empresario modelo”. Nunca entendí que nadie denunciara aquellos “bailes” y mucho menos que no fueran noticia en la prensa barcelonesa.
En el artículo “Los otros imputados” del catedrático de Derecho Constitucional, leemos: -“En el juicio contra el juez Pascual Estevill y el abogado Joan Piqué Vidal no sólo deberían sentarse en el banquillo los acusados, sino también parte de la sociedad barcelonesa, los otros imputados. Se trata de esa parte formada por empresarios, profesionales y políticos que algunos llaman, sin realmente serlo burguesía catalana...”. En el “caso de corrupción judicial, con resultado de muerte” del juzgado de Vic, tampoco se sentaron en el banquillo de los acusados, todos lo que contaminaron el juzgado y ninguno de los que conocían que se contaminaba, los otros imputados que diría Francesc de Carreras.
La anécdota :
Osona es la comarca de Catalunya con mas imputados, condenados y encarcelados por delito ecológico. El fiscal del Medio Ambiente del TSJC José Joaquín Pérez de Gregorio, era el fiscal que debía perseguir a todos los que contaminaron con sobornos la oficina judicial del juzgado de Vic y a los que conocían que se contaminaba. El muerto se lo sacaron de encima con una simple “Nota del Jutjat” distribuida a la prensa local, en la que se faltaba a la verdad. La causa de la trágica muerte del funcionario Esteve Coll Cutrina no fue otra que la de una oficina judicial contaminada de irregularidades. El cadáver de Esteve apareció totalmente irreconocible en la vía del tren, en la misma mañana que debía entregar al juez Macià un “guión-declaración” que le había encargado el juez el día anterior. Aquella misma mañana Esteve había llamado por teléfono al juez Macià haciéndole saber que se dirigía al juzgado. Ni el testigo clave ni el guión llegaron al juzgado.
En 1981, el malogrado Ernest Lluch, denunció la inestabilidad del Partido Judicial de Vic: “La situación del partido judicial de Vic ha estado caracterizada por una gran inestabilidad, reflejada, sobre todo, en el cambio continuado de jueces. Ello ha sido acentuado, además, por la falta de jueces titulares, cuyas plazas han sido cubiertas por jueces titulares de distrito y, a su vez, éstos han sido sustituidos por licenciados de Derecho. De esa inestabilidad han surgido continuamente situaciones que no han colaborado en el respeto ciudadano a la justicia. Puesto que los cambios han dado lugar a decisiones no comprendidas”. Nadie le escuchó y sucedido lo que podía haberse evitado y eso que, en la denuncia, olvidó la ausencia de secretario judicial. Poco tiempo después de la denuncia de Ernest Lluch, desde las páginas de economía de un periódico de Barcelona se preguntaban ¿Qué pasa en el juzgado de Vic?. Pasaba, que la oficina judicial era centro de peregrinación de sociedades mercantiles y particulares para presentar expedientes de suspensión de pagos y quiebra. De las subastas se beneficiaban un grupo reducido de “personajes”. “Com ja vàrem informar en el seu moment, alguns diaris barcelonins es van fer ressó ja fa temps del gran nombre de suspensions de pagament que es presentavem al jutjat de Vic fins i tot d’empresas ubicades a altres punts de l’Estat, les quals pocs díes abans de fer suspensió es domiciliaven a Vic”- (El 9 Nou). Un Oficial con funciones de Secretario había convertido la oficina judicial en su oficina y el juzgado en su finca (disfrutaba del privilegio de vivienda de juez, en el mismo edificio del juzgado). La Sección Primera de lo Penal de la Audiencia de Barcelona, lo condenó a un año de prisión menor, por un delito de cohecho continuado cometido entre los años 1978 y 1985. Presidió el Tribunal el Magistrado Adolfo Fernández Oubiña.
Durante el periodo 1978-1985, ningún juez se atrevió a destapar la “olla” de corrupción, ni el juez J.A. Belloch (1978-79). La destapó el juez Ramon Macià Gómez, el 13 de junio de 1985. El mismo día que el Oficial, que había ejercido funciones de secretario, se encontraba detenido en el depósito municipal, el Decano del Colegio de Abogados de Vic, se apresura a declarar a la prensa, que el Colegio de Abogados había denunciado a varios jueces las presuntas irregularidades de la oficina judicial. Lo que no destaparon los jueces que ejercieron en el juzgado de Vic durante el periodo 1978-1985, lo destapó el juez Macià, al quedarse como único juez de los dos juzgados de Primera Instancia e Instrucción de Vic.
El 7 de junio (ocho días antes de los trágicos sucesos) la prensa local informaba del cese del titular del juzgado nº 1 Jorge Campos y del nombramiento del juez Fernando Lacaba, como sustituto.
¿Por qué el juez Macià esperó quedarse como único juez? - Una de las respuestas nos llegaba nueve años después, en una entrevista que el juez Macià concedía al periodista Albert Om.
A.O. ¿Quan s’adona que el jutjat passa alguna cosa rara?
J.M. Per les converses que tenia amb alguns advocats, el que passava era patent. A més, abans d’arribar a Vic un company de carrera em va comentar part de la història. No és, doncs, que me n’adoni un día, que em llevi i m’il-lumini, sinó que és un procés més llarg”.
La entrevista tuvo lugar en el despacho del juzgado nº 10 de Barcelona. La publicó “El 9 Nou” el 11 de febrero de 1994.
El 15 de junio, mientras el juez Macià toma declaración al oficial que había ejercido funciones de secretario, la Policía Municipal de Vic, comunicaba al juez la trágica muerte del funcionario Esteve Coll Cutrina.
La trágica noticia llegaba a la misma hora que se esperaba a Esteve con el guión-declaración que debía de entregar al juez. En el juzgado se vivieron momentos de enorme confusión y de tal dramatismo que el juez Macià sufrió una presunta lipotimia, (no se conoce parte médico).
La indisposición del juez Macià obligó a que el juez de Distrito practicara la diligencia de levantamiento de cadáver.
El cadáver quedó irreconocible, y sólo pudo ser identificado porque la Policía Municipal, encontró su vehículo estacionado cerca del lugar de los hechos.
El juez Macià, una vez restablecido, acudía a la Audiencia de Barcelona, a consulta, acompañado por el juez Rubén Blasco, que había ejercido en el juzgado investigado hasta 1983 y que la casualidad o no le convertía en un testigo mas de aquel “sábado negro”. De la dramática visita a la Audiencia se tuvo noticia aquella misma noche.
Lo que no se sabe es, si el Presidente de la Audiencia informó de la visita al Ministerio Fiscal y de los trágicos sucesos del juzgado de Vic al Consejo General del Poder Judicial. Si se informó al CGPJ no se entiende que la inspección acudiera al juzgado de Vic, pasados seis meses de los trágicos sucesos.
El 2 de diciembre, la visita de la inspección al juzgado de Vic fue tan breve que no duro ni una jornada laboral.
El juez Macià, tomó una media sin precedente en la historia judicial española : precintó la sección civil del juzgado de Vic.
Si se precinta una oficina judicial, con el cadáver de un funcionario del juzgado en la vía del tren, es para que la inspección del CGPJ, acuda de inmediato.
Si no se acude de inmediato pueden desaparecer pruebas de la trágica muerte del funcionario o de la situación contable de la oficina judicial.
Acudiendo de inmediato se evitan rumores como la desaparición de documentos importantes y de efectivo del interior del vehículo del considerado testimonio clave.
En las diligencias que determinan la muerte del funcionario judicial no existe testimonio de la relación juez-subordinado, de las últimas horas del subordinado.
En medios jurídicos se comentaba, en voz baja, que el testimonio del juez , junto con la de otros testigos, era muy importante para dilucidar lo sucedido entre la mañana del viernes a la mañana del sábado, en la que aparece el cadáver del subordinado en la vía del tren.
El padre de Esteve se lamentaba que los temores que atormentaron las últimas horas de su hijo nunca llegaron a juicio.
El padre de Esteve, nunca entendió que en el juicio oral el Presidente del Tribunal Adolfo Fernández Oubiña, se negara a oír el testimonio del funcionario de la sección penal del juzgado nº 1 de Vic.
Repetía: -“Si el Presidente del Tribunal leyó la declaración de Dalmau, en la fase de instrucción, no lo entiendo”.
El “caso de corrupción judicial” se cerró en poco menos de un año con sólo dos condenados, el Oficial del juzgado y un empresario que mantenía una relación mercantil con el Oficial.
Se cerró con una sentencia de los magistrados Adolfo Fernández Oubiña, José Luís Barrera Cogollos y César Planas, en la que se condenaba al funcionario y al industrial implicados en el caso por sendos delitos de cohecho.
Nadie ingresó en prisión.
Sin embargo, la misma sentencia absuelve al funcionario judicial del presunto delito de exenciones ilegales, (cobro de impuestos no acordados por ley) las famosas corruptelas conocidas en el ámbito de la abogacía como propinas, astillas, bufandas o lápices.
En 1986, las propinas en metálico a funcionarios judiciales, según sentencia, no era delito.
Las propinas una buena coartada cuando en el juicio oral el fiscal señaló que el Oficial de la sección civil había comprado un yate, dos pisos, dos coches y que llevaba un ritmo de vida inconcebible con el sueldo de funcionario.
Al Tribunal nadie le enseñó las fotos del cadáver del funcionario judicial irreconocible y mutilado en la vía del tren.
Recuerdo, que en el “caso de la villa olímpica” el juez instructor Adolfo Fernández Oubiña, si enseño las fotos del cadáver a los imputados de la paliza mortal.
¿Por qué tanta prisa en cerrar el caso?.
Un procurador me comentó, que autentificar las rúbricas de los jueces en todos los expedientes de suspensión de pagos, quiebra, subastas y otros autos de la sección civil, así como cotejar todas las cuentas oficiales en las que operaba el oficial con funciones de secretario con firma conjunta o no con el juez, durante el periodo de 1978-1985 requería mucho tiempo.
Hoy, el procurador Ramon Bayés me diría que lo que me comentó sobre las pruebas documentales y periciales ha prescrito en las estanterías de la casa de la justicia. Nunca se ha sabido si se investigó lo que era vox populi, los sobornos en obras de arte y otros objetos de gran valor. –“Jo no havía entes mai, perquè alguns homes de lleis, magistrats, procuradors o pixatinters –tant li fot- fossin personas tan sensiblement afeccionades a les obras d’art.
Després he comprès que moltes obres d’art són penyoras rebudes, com a compensació a les hàbils maniobres de fer avançar o retardar els papers de la justicia”. (de un artículo firmado por el periodista Jaume Collell publicado en “El 9 Nou” trece días después de los trágicos sucesos).
El oficial con funciones de secretario, vivía en el mismo juzgado y entre 1978-1985 nadie se había dado cuenta de lo que era vox populi.
Por los privilegios del oficial con funciones de secretario, por el desorden de la oficina judicial, por las largas ausencias de secretario judicial y por la trágica muerte del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, nadie pidió responsabilidades a nadie. Los jueces y magistrados en caso de negligencia exigen responsabilidades a todos los colectivos de la sociedad. Ni nadie pidió el testimonio de los jueces que ejercieron en el único juzgado de Vic, hasta principios de 1985. A nadie le interesó conocer o investigar si las denuncias del Colegio de Abogados a varios jueces por presuntas irregularidades en la sección civil del juzgado tenían firma y fecha.. ¿Quién controla los fondos y las cuentas de la Justicia?. En 1993, la Generalitat de Catalunya, otorgó la Creu de Sant Jordi, al que fue Presidente de la Audiencia Territorial Cesáreo Rodríguez Aguilera. Disentí, por escrito, ante el President Pujol, por la concesión de tal alto galardón. Disentí porque creía y creo que la maquinaria judicial, en el caso del juzgado de Vic, no llegó al fondo, paro en el superficie. Cuando la Justicia hace imposible la verdad es desmoralizador.
Cerrada la puerta judicial, intenté abrir otra puerta. Fue en el Hotel Majestic de Barcelona. En la antigua cafetería del “Majestic” tuve la oportunidad de informar personalmente de lo sucedido en el juzgado de Vic, al entonces Ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch y ex juez de Vic.
Como Ministro de Interior tenía autoridad para conocer toda la investigación policial, la actuación de la policía científica y del grupo de homicidios, podía conocer si se inventariaron todos los documentos u objetos que se encontraron en el interior del vehículo del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, si se tomaron huellas y si se analizaron todos los objetos encontrados en la vía del tren. Podía conocer porque, como en el secuestro de Olot, fue la Policía Municipal de Vic, la primera fuerza policial en llegar al vehículo de la víctima en el municipio de Seva. En un número especial del 20 Aniversario de “El 9 Nou”, su director general Jordi Molet nos recordó aquellos sucesos con el título “Suborns al Jutjat” “……
Es van fer moltes especulacions sobre la mort d’Esteve Coll,
l’única cosa certa és que ningú no s’ho esperava.
Poc abans d’anar al jutjat havia esmorzat amb la seva dona
i en el moment en què es varen separar
se li va perdre la pista,
fins que el cap d’unes hores es va saber
que havia mort atropellat pel tren.
Es va dir que el vespre abans havia rebut una trucada amenazadora
a casa seva en què el comminaven a no revelar el que sabia
de les practiques de suborn (…)
La investigació judicial va quedar suspesa mentre el jutje anava a Barcelona a explicar tot el que havia passat al president de l’Audiencia i a demanar instruccions.
A l’Audiencia ho tenian clar, la instrucció havia de continuar amb el mateix jutge, aixó sí un magistrat va recomanar a Macià que demanés protecció policial, perquè hi havia hagur rumors que la seva vida corria perill…”.
Si la vida del juez corría peligro, mas peligro corría la vida del guionista que podía desenmascarar a toda la trama que contaminó la oficina judicial
¿Por qué ni el juez ni la policía protegió al testigo clave?.
¿Y el guión?
Preguntas sin respuesta.
Juan Alberto Belloch, como Ministro de Justicia,
tenía autoridad para conocer el problema
de la ausencia de Secretarios Judiciales
que convierten al Oficial en dueño y señor de la oficina judicial,
con privilegio de vivienda de juez.
Podía conocer si un secretario denunció la situación de la oficina judicial.
Podía conocer como se razonó , en el Ministerio, la baja del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina.
Cuando ocurren los trágicos sucesos del juzgado de Vic, el Ministro de Justicia, era Don. Fernando Ledesma y la hoy Vicepresidenta del Gobierno Doña María Teresa Fernández de la Vega, formaba parte del gabinete del Ministro Ledesma.,
con el Ministro Belloch, fue secretaria de Estado de Justicia.
En el Hotel Majestic,
el Ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch, en presencia del también Ministro Pérez de Rubalcaba, me prometió interesarse por lo sucedido en el juzgado de Vic.. El Ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch, no cumplió su promesa.
Los padres de Esteve Coll Cutrina fallecieron preguntándose ¿Quién mató a Esteve?.
No hubo jucio moral.
La madre de Esteve no resistió,
fallecía al poco tiempo de la trágica muerte de su hijo.
Me solidaricé con los padres de Esteve y compartí su dolor, porque como a su hijo a mi, en momentos difíciles, también me dejaron solo.
Me considero una de las víctimas de lo que denunció Ernest Lluch,
el 27 de octubre de 1981.
El mal llamado “juicio de las banderas”
se había celebrado once días antes de la denuncia
del diputado socialista Ernest Lluch.
Pero aquel esperpéntico juicio,
con falta de garantías procesales
y la toma de partido del Ilustre Colegio de Abogados de Vic,
merece otro escrito.
Cerradas todas las puertas sigo insistiendo, así se lo prometí al padre de Esteve,
para que no se olvide uno de los episodios mas oscuros
de la historia judicial catalana,
en democracía.
Si no la conocieron o la olvidaron,
he tenido interés que la conocieran
y nunca la olvidaran
autoridades judiciales como
el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya Guillem Vidal i Andreu,
premio Justicia de la Generalitat
y el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Catalunya José Maria Mena Alvarez.
Cuando decido escribir al Presidente y al Fiscal Jefe del TSJC,
es porque el Magistrado Guillem Vidal
y el Fiscal José María Mena, existen,
pero para Ellos yo no existo.
Para el que fue Fiscal Anticorrupción tampoco existí.
“Hoy, por los silencios, creo firmemente que la trágica muerte del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina y el “probema” del juzgado, asustó a la Autoridad Judicial. La muerte de Esteve no fue un accidente”.
( de mi escrito al fiscal Carlos Jiménez Villarejo).
Al fiscal Carlos Jiménez Villarejo me hubiera gustado preguntarle
¿Por qué Marbella, sí.
Vic, no?.
Me pregunto si detrás del “si” estaba el Alcalde de Marbella
y del “no” el corporativismo.
Lo que si es cierto es, que en los dos juzgados los oficiales habían montado un negocio en la oficina judicial, como el que abre un establecimiento en el mercado de abastos.
En el “caso de juzgado de Marbella” hubo mucho “soroll” mediático,
la prensa de Barcelona
le dedicó páginas enteras
firmadas por especialistas en temas judiciales como
José Marti Gómez,
Eduardo Martín de Pozuelo
y Santiago Tarín,
la otra cara de la medalla del
“caso del juzgado de Vic”
“Deixem el mort en pau perquè si remanem la merda en sortirem tots enmardats i ara a l’Audiencia no hi convé soroll”.
Hubo una época que en un lugar bautizado como oasis catalán nunca pasaba nada.
En esa época un columnista de Madrid escribía :
“La corrupción en Cataluña,
que haberla hayla,
produce destellos,
relámpagos,
pero se apagan pronto,
sofocados por un admirable servicio de bomberos”.
La escritora Nuria Albó,
dejó una perla escrita en “El 9 Nou” :
Si el jutje de Vic fracassés,
sería una desgràcia.
Hi hauria molts fregaments de mans….”.
En mi opinión el juez fracasó
y los otros imputados como diría,
Francesc de Carrerras,
se frotaron las manos.
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