viernes, 18 de septiembre de 2009

PARA SER POLÍTICO HAY QUE VALER: PERO ¿VALER QUE?

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2 | Van Holden | 18/9/2009 - 10:46h

Es fácil criticar a los políticos en democracia, siempre hay algo que mejorar en nuestro entorno, y si es competencia del político, conviene exigírselo para que no se olvide que los elegimos para que cumplan su función y sirvan los intereses de los administrados.

Algo especial hay que tener para dedicarse a esta función de forma honesta, porque ser blanco de ataques permanentes justificados o no, requiere un tipo de persona con unas cualidades que no todos tenemos.

Por eso, para ser político, no vale cualquiera; no basta con ser más o menos mediocre y más o menos ambicioso.

Si la política es un coladero de amiguismo y mediocridad, se convierte en el triste y siniestro panorama que sufrimos los españoles desde hace años.

El origen del mal está en los propios partidos políticos, que no hacen una criba en sus filas basada en la excelencia y la capacidad, rigiéndose por criterios caciquiles y de favoritismo personal, aupando a los puestos más representativos a personas claramente inapropiadas.

La democracia no es un sistema que se pueda imponer por decreto, ni se sostiene por sí misma; la democracia necesita de cuidados permanentes y del apoyo sincero de todos, para que sea un sistema arraigado e indiscutible como norma de convivencia.

Es en gran medida un problema de educación y pedagogía que debe comenzar por los propios partidos políticos, si éstos no tienen un funcionamiento interno rigurosamente democrático, mal empezamos.

Esperanza Aguirre es fruto de nuestra democracia, pero un fruto exótico desgraciadamente, por lo poco corriente.

Es referencia del político que queremos, a nivel nacional, desbordando en popularidad su frontera madrileña; sin profundizar en su gestión, la gente percibe dignidad, saber estar, honestidad y valentía a la hora de representar a los administrado

Posiblemente debería ser la pauta a seguir, y como hay pocos como ella, por eso destaca más; estamos más acostumbrados, dentro y fuera de su partido a planteamientos políticos y personales basados en la ambiguedad y la ambición personal.

Para que un político destaque de verdad y sea querido y admirado por sus votantes, se lo tiene que merecer y ganar día a día.

Esperanza es la pieza de caza mayor a abatir por los marxistas en el poder (no Rajoy, les encanta que siga ahí) porque representa todo lo que ellos no son, nobleza, sinceridad y honestidad;

y saben, que por mucho que manipulen y mientan, esos son valores grabados en el ADN de las personas, y que por muy escondidos que estén, siempre terminan saliendo e imponiéndose como normas superiores y únicas de convivencia.

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