jueves, 10 de septiembre de 2009

LOS TITIRITEROS SE APROVECHAN DE ZAPATERO, YO TE AYUDO, TU ME SUBVENCIONAS

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11 | Van Holden | 10/9/2009 - 08:48h

Los principios morales no son un adorno de la raza humana; la ética es lo que hace a las personas realmente diferentes, iguales por fuera, muy diferentes por dentro.

Nuestro gremio de "artistas" es un reflejo de nuestra sociedad, que por su notoriedad pública tienen un gran peso sobre los que los consideran referente de comportamiento y pensamiento.

Por esto, su responsabilidad es doble, por carecer ellos de moral y transmitir esto a la sociedad como ejemplo a seguir.

El problema de la sociedad española no es casual, ni producto de generación espontánea, como pudiera ser un virus; los comportamientos que contemplamos a nuestro alrededor fruto de la carencia de valores humanos, considerados desde la antigüedad como pautas de conducta imprescindibles para que el individuo mejore como persona y la sociedad evolucione, transmitidos en gran medida por la tradición religiosa y filosófica de la que procedemos, ha sido barrida por la barbarie.

Esto es un proceso mundial que en España vivimos con nuestras peculiaridades por nuestra propia Historia y cultura.

Aquí este proceso es de una crudeza y evidencia dolorosa por diferentes factores añadidos a nuestro carácter nacional.

Lo que más distingue la cultura española de otras, es nuestra naturalidad con la falsedad; el español medio es falso por naturaleza; personifica como nadie la bestia negra contra la que dirigió Cristo su evangelio, el fariseo.

El fariseo es aquel que se ampara en una ideología o una religión para aparentar una cosa y hacer la contraria.

El español no es así porque sea peor persona que otro paisano de otras latitudes; el español es así por autodefensa, aunque lo ha convertido en vicio y forma de vida.

Esto procede en gran medida de la Historia política y religiosa de España; España ha sido desde Viriato (y antes, posiblemente) una tiranía político-religiosa, y el paisano de celtiberia ha tenido que fingir de forma natural para sobrevivir y mantener un mínimo de independencia, aunque sólo fuera aparente.

Tiene que ver con nuestro papel en la formación de las civilizaciones y los pueblos occidentales; por la piel de toro pasó to quisqui; y cada uno dejó su poso de intolerancia e imposición de ideas; por tanto nuestro español histórico y actual se ha preocupado siempre mucho más por parecer que por ser, porque parecer le podría reportar beneficios, y ser, sólamente disgustos.

Si hay que parecer romano, el español, más romano que nadie; si hay que parecer musulmán, el español, más musulmán que nadie; si hay que parecer católico, el español, más católico que nadie; si hay que parecer monárquico, el español más monárquico que nadie; si hay que parecer republicano, el español más republicano que nadie; si hay que parecer falangista, una camisa azul oscuro la consigue cualquiera; si hay que parecer rojo, pañuelo al cuello y a cantar la Internacional; etc.

Españoles coherentes con sus ideas y sinceros con sus planteamientos, hay pocos; me da igual la ideología o la religión que profesen, porque su supervivencia en la sociedad sigue siendo su única religión y su credo, la mentira.

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