VUESTRO SEXO, HIJOS MÍOS
La mala madre
Por Remedios Morales
Copulantes queridos:
Contaba Lord Ormathwaite que, cuando nació el decimosexto hijo de Lady Louise Moncrieff, su hermana, allí presente, le dijo: "Todo va bien, Louise, acabas de tener otro niño". Y la pobre señora contestó: "Oh, querida, en realidad, no me importaría que fuera un loro". |
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Y yo me pregunto, ¿qué tiene un loro que no tenga un niño?
Pues, para empezar, una madre con más instinto maternal. Y, bien mirado, quizá un loro tenga más encanto que un decimosexto hijo.
¿Por qué iba a querer alguien, en su sano juicio, tener dieciséis entusiastas mojadores de camas, fabricadores de mocos y emisores de berridos nocturnos?
No negaré que los bebés tienen una apariencia apetitosa que los hace totalmente comestibles... porque llegan pertrechados con trucos muy sucios.
Los adultos estamos programados para quedar seducidos por las sonrisas, los mofletes, los hoyuelos, los michelines y los gorgoritos hasta tal punto que la mayoría de las mujeres (y Miguel Bosé) quieren vivir su propia experiencia maternal.
Además –todo hay que decirlo–, las mujeres conciben grandes expectativas acerca de los placeres de la maternidad, perciben presiones sociales para ser madres y obtienen cierto estatus si llegan a serlo.
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