08:25 (17-04-2011) | 0
“Tras la Semana Santa, las elecciones del 22-M, y no se engañen: el PSOE representa el caos absoluto, todo lo malo que le puede suceder a un país, un auténtico desastre interno y hasta universal”.
En un mes, elecciones. No habrá generales; ya hemos perdido la oportunidad de que el país, en la situación crítica en que se encuentra, se pronunciara por un cambio de modelo gubernamental. Ya no es posible: el reglamentismo electoral no da para más. Así que a conformarnos con las municipales y autonómicas, que tampoco son moco de pavo. Las posiciones de partida en esta campaña, que empieza formalmente en la noche del 5 al 6 del próximo mayo, son en todo caso idénticas a las que se hubieran producido con una convocatoria anticipada de generales. Y no solamente las posiciones, sino casi también los objetivos. El PSOE intenta sostenerse, mal que bien, en unos resultados que no lo conduzcan directamente a un abismo orgánico de insondables consecuencias, y el PP ensaya la posibilidad cercana de aproximarse al poder político.
No hay más cera que la que arde. Unos y otros ya han avisado, y con razón, de que las encuestas de intención de voto que se están publicando son engañosas. La mayoría de ellas porque son extraordinariamente chapuceras; ¿se puede otorgar crédito alguno a sondeos de apenas mil entrevistas telefónicas que ni siquiera se sabe a ciencia cierta que se han realizado? De ninguna forma. Los españoles deben saber que una muestra sociológica modesta tiene un precio desorbitado, inasequible para la mayoría de las instituciones que quisieran descubrir por anticipado cuál es el futuro político que nos espera. Apartir de esta constancia, que cada uno extraiga sus conclusiones.
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