sábado, 21 de mayo de 2011

LAS SOLUCIONES NO PUEDEN SALIR DE UNOS JÓVENES INDIGNAOS, PERO, DE ROMERÍA

Lejos de la plaza

Las soluciones para regenerar España han de salir de las urnas, nunca de una romería

Día 21/05/2011

MARGARITA está bastante indignada: trabaja mucho, cobra poco y duerme menos. Pero no se ha sumado al alegre campamento de Sol. No tiene tiempo ni fuerzas. Cada día se levanta a las seis y media de la mañana para alcanzar el centro de Madrid, donde friega pisos por horas para ganarse los garbanzos y mantener a sus críos. Hora y media de autobús antes de que raye el alba, porque sus magros ingresos la han llevado al extrarradio del extrarradio.

Carlos, treintañero y padre de dos hijos, está indignado. Es natural de la Costa de la Muerte, una zona depauperada. Trabajar allí es, simplemente, misión imposible. Pero Carlos no se ha sumado a la vistosa marcha de la Puerta del Sol. No puede jugar a la revolución egipcia porque está viviendo en Ginebra, sudando en el tajo, como antes hizo su padre, quien conservaba allí algún contacto que le ha permitido emigrar.

Miguel, que frisa los cincuenta, está más que indignado. Miguel se sentía un bastión en su empresa tras 20 años de servicio. Su mujer, Ana, es funcionaria de nivel B. Entre los dos armaban un buen sueldo y se habían lanzado a pagarles a sus hijos una gran universidad. Era la mejor inversión posible tras una vida de esfuerzo. Todo se ha ido al garete. A Miguel lo ha atropellado un ERE y a los cincuenta no logra encontrar otro trabajo. A su mujer, el Gobierno le ha recortado la nómina. Pero no bajarán a Sol. Están tan tocados que no empatizan con la francachela reivindicativa de la plaza.

Anonimus, V de Vendetta, Txomin, Dani y Tronkis están indignados. Tienen razón: son jóvenes y les han cegado el futuro. Todos ellos están en la plaza. Y es que pueden permitírselo. Son universitarios. Disponen de coche propio, teléfono inteligente, dinero para salir, ropa pintona y guiso y cama gratis… todo sufragado puntualmente por papá y mamá. Un poco de botellón pseudo revolucionario en el parque temático de Sol siempre es ameno. A menos que las facturas te estén mordiendo los tobillos y tengas que agarrarte a lo que sea para que tu familia coma y tenga un techo.

Los siete años de frívolo experimento zapateril han arrasado las vidas de casi cinco millones de españoles. ¿Cómo no ofenderse ante un 20% de paro, un ridículo crecimiento del 0,3% y un déficit público del 9,2%? ¿Cómo no indignarse ante un Ejecutivo que no cree en los tribunales, que juega al Monopoly con el modelo de Estado al albur de sus intereses partidistas, que afronta la crisis a golpe de ocurrencias? Sobrevivimos en una España postrada e inviable, que exige una regeneración urgente. Pero las soluciones solo puede salir de las urnas, no de una romería.

Profetas de la vacuidad ácrata, desde la Puerta del Sol no ha emergido una sola idea que pueda traducirse en una mínima mejora de la economía real de los españoles. Resulta inadmisible y profundamente reaccionario que seis mil personas a las que nadie ha elegido pretendan pastorear desde una acampada el futuro de 47 millones de ciudadanos libres. Y entre tanto, el Gobierno, responsable último del naufragio, les ríe el pulso agarrado a la calculadora electoral.

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