lunes, 5 de noviembre de 2012

EDUCACIÓN: ZAPATERO GASTO MUCHO PERO SECTARIMENTE

«La mejora educativa tiene poco que ver con más inversión, como se ve en España»

SOCIEDAD / ANDREAS SCHLEICHER, RESPONSABLE DE LA OCDE PARA PISA

«La mejora educativa tiene poco que ver con más inversión, como se ve en España»

 / . Andreas Schleicher defiende que los que más sufren si no hay «reválidas» son justo los de las clases más desfavorecidas

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Decir Andreas Schleicher (Hamburgo, 1962) es lo mismo que decir PISA («Programme for International Student Assessment», Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos). PISA, desde 2000, califica cada trienio la enseñanza de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico(OCDE). Con sus informes ha conseguido inquietar a los poderes políticos de los sistemas educativos de medio mundo. Por ello Schleicher es tan temido como cortejado. Schleicher ha estado en Madrid y ha mantenido esta conversación con ABC.
-¿Qué le parece la idea de nuestro ministro Wert de introducir «reválidas» en la enseñanza secundaria?
-Si usted dirigiera un supermercado y viera cómo la gente entra y no compra nada, día tras día, llegaría a la conclusión de que hay que cambiar. Eso sucede con la secundaria española. Pero no se trata principalmente de si introducimos diversos exámenes. Puede ser una solución. Aunque la pregunta decisiva es cómo fortalecer la forma individualizada de aprender.
-¿Por qué España saca unos resultados tan pobres en PISA?
-Es una pregunta muy difícil. España deja poco campo de maniobra. Hay un sistema de formación fuertemente centralizado. Para dar fruto hay que dejar a la escuela más espacio de libertad, los profesores han de tener mejores perspectivas de desarrollo y trabajar en comunicación con sus colegas. España aún no ha dado el paso a un modelo de formación con iniciativa. El mejor ministro de Educación no puede resolver los problemas de millones de estudiantes españoles, y de miles de profesores, si no se recurre al potencial que ellos mismos poseen, si ellos mismos no se ponen a resolver sus problemas. Esto tiene que ver poco con el dinero. España ha invertido de forma masiva en educación en los últimos años y sin embargo sigue estancada, como en 2000.
-En el informe «Education at a Glance 2012» ustedes señalaron la tragedia de los que ni trabajan ni estudian. ¿Qué ocurre en Occidente?
-El problema es todavía peor. Tenemos por una parte a los universitarios que no encuentran trabajo, y por otra a los empleadores que no hallan a gente con las competencias adecuadas. Lo que demuestra la falta de relación entre lo que se estudia y lo que la sociedad necesita. Efectivamente, esto no es solo un problema de España.
-En su país, en Alemania, ha habido universidades que se han opuesto a que se las someta a ránkings, porque los tachan de arbitrarios. ¿Quién controla al controlador?
-Creo que podemos mejorar solo lo que de alguna manera podemos medir. Lo que no podemos valorar, no lo podemos mejorar. Podemos cavilar sobre los baremos que aplicamos. Y hay que hacerlo. Hay que dar cuenta siempre de cómo se ha medido, de si se ha sido justo, eficiente, etc., pero por otra parte es cada vez más importante, en una sociedad en la que hay cada vez más escuelas, que estas den cuenta de lo que hacen. La evaluación es un instrumento fundamental para tener buenos resultados en educación, también por justicia con las clases sociales más desfavorecidas, que son las que más sufren las consecuencias de que no se evalúe. Las pruebas señalan dónde se ha de intervenir para mejorar.
-¿Sabe la educación realmente a dónde va con la invasión tecnológica? ¿Sigue siendo el profesor necesario?
-La revolución tecnológica abre un gran abanico de posibilidades. Pero no puede sustituir una buena clase, una buena enseñanza. La tecnología ayuda a los buenos profesores a ser todavía mejores profesores, pero la buena tecnología, por sí sola, no hace bueno a un mal profesor .
-Todos quieren ir a la universidad..., ¿pero no es la educación superior, por definición, para una elite?
-No todos deben aspirar a terminar un estudio universitario. Pero sí deben desear una forma de aprender que les acompañe siempre. Se necesita una oferta de formación mucho más amplia. Lo sencillo es lo que había antes, que la institución universitaria fuera para una elite. Las universidades se han convertido en instituciones masivas. Han de cambiar todavía más que los centros de secundaria si quieren afrontar el reto del tiempo presente.
-En España, tradicionalmente, la formación profesional está desprestigiada. ¿Es una experiencia generalizada?
-En Austria, Suiza y Alemania, la FP tiene un prestigio mayor que una formación académica. Ese prestigio se gana. Un ejemplo fantástico lo brinda Singapur. En el pasado, nadie allí quería que sus hijos fueran a la FP. Todos deseaban la mejor universidad. Hoy, la FP es lo más deseado en Singapur, porque su calidad ha mejorado extraordinariamente. No hay razón alguna por la que el Estado deba invertir más en la universidad que en la FP. El mercado del trabajo da señales claras. En España, los que hacen ahora FP ya tienen más probabilidades que los universitarios de encontrar un trabajo.
-¿No está la enseñanza demasiado estatalizada? ¿No se tendría que dar libertad total a los padres para que fundaran colegios sin problemas?
-Una buena pregunta. Si miramos a Finlandia (número uno en PISA), allí los padres de los centros públicos tienen más espacio de libertad y de creatividad que los padres de un colegio privado en España. Hay modelos muy instructivos acerca de cómo organizar bien la escuela para conseguir resultados apetecibles. No es una cuestión de escuela privada o pública. Tampoco eso marca la diferencia en España. Hay en España buenas y malas escuelas privadas. El punto clave es la responsabilidad, saber implicar con el proyecto y hacer partícipes a todos, por supuesto a los padres, del proyecto. Me parece que aquí España puede aprender mucho de los estados nórdicos de Europa.
-¿Se ha de enseñar Religión en el colegio, público o privado?
-No tengo una opinión formada al respecto. Según qué país, se aplican principios diferentes. Lo que pienso es que en la escuela se ha de ir más allá de las capacidades puramente académicas. La sociedad necesita gente responsable. Es importante que la escuela lo transmita. Algunos países lo consiguen con la Religión, pero no hay análisis empíricos sobre ello.
-¿Se ha convertido PISA en una finalidad en sí, en una burocracia?
-Somos un equipo de siete personas. no creo que se pueda hablar de burocracia. La fortaleza de PISA es el trabajo descentralizado. No pensamos en nosotros mismos, sino en la forma en que los sistemas educativos pueden mejorar. Además, PISA ha logrado acabar con el tópico de que no se puede mejorar la formación sin más dinero. El dinero explica solo el 20% del éxito. El meollo está en lograr una auténtica profesionalidad, en ganar a los mejores docentes para las materias más difíciles, y a los mejores directores para las escuelas más complicadas. Y hacer eso, además, mirando a los mejores del mundo.

Las nuevas pruebas de PISA en 2015 evaluarán el trabajo en equipo y los centros

Decir Andreas Schleicher (Hamburgo, 1962) es lo mismo que decir PISA («Programme for International Student Assessment», Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos). PISA, desde 2000, califica cada trienio la enseñanza de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico(OCDE). Con sus informes ha conseguido inquietar a los poderes políticos de los sistemas educativos de medio mundo. Por ello Schleicher es tan temido como cortejado. Schleicher ha estado en Madrid y ha mantenido esta conversación con ABC.
-¿Qué le parece la idea de nuestro ministro Wert de introducir «reválidas» en la enseñanza secundaria?
-Si usted dirigiera un supermercado y viera cómo la gente entra y no compra nada, día tras día, llegaría a la conclusión de que hay que cambiar. Eso sucede con la secundaria española. Pero no se trata principalmente de si introducimos diversos exámenes. Puede ser una solución. Aunque la pregunta decisiva es cómo fortalecer la forma individualizada de aprender.
-¿Por qué España saca unos resultados tan pobres en PISA?
-Es una pregunta muy difícil. España deja poco campo de maniobra. Hay un sistema de formación fuertemente centralizado. Para dar fruto hay que dejar a la escuela más espacio de libertad, los profesores han de tener mejores perspectivas de desarrollo y trabajar en comunicación con sus colegas. España aún no ha dado el paso a un modelo de formación con iniciativa. El mejor ministro de Educación no puede resolver los problemas de millones de estudiantes españoles, y de miles de profesores, si no se recurre al potencial que ellos mismos poseen, si ellos mismos no se ponen a resolver sus problemas. Esto tiene que ver poco con el dinero. España ha invertido de forma masiva en educación en los últimos años y sin embargo sigue estancada, como en 2000.
-En el informe «Education at a Glance 2012» ustedes señalaron la tragedia de los que ni trabajan ni estudian. ¿Qué ocurre en Occidente?
-El problema es todavía peor. Tenemos por una parte a los universitarios que no encuentran trabajo, y por otra a los empleadores que no hallan a gente con las competencias adecuadas. Lo que demuestra la falta de relación entre lo que se estudia y lo que la sociedad necesita. Efectivamente, esto no es solo un problema de España.
-En su país, en Alemania, ha habido universidades que se han opuesto a que se las someta a ránkings, porque los tachan de arbitrarios. ¿Quién controla al controlador?
-Creo que podemos mejorar solo lo que de alguna manera podemos medir. Lo que no podemos valorar, no lo podemos mejorar. Podemos cavilar sobre los baremos que aplicamos. Y hay que hacerlo. Hay que dar cuenta siempre de cómo se ha medido, de si se ha sido justo, eficiente, etc., pero por otra parte es cada vez más importante, en una sociedad en la que hay cada vez más escuelas, que estas den cuenta de lo que hacen. La evaluación es un instrumento fundamental para tener buenos resultados en educación, también por justicia con las clases sociales más desfavorecidas, que son las que más sufren las consecuencias de que no se evalúe. Las pruebas señalan dónde se ha de intervenir para mejorar.
-¿Sabe la educación realmente a dónde va con la invasión tecnológica? ¿Sigue siendo el profesor necesario?
-La revolución tecnológica abre un gran abanico de posibilidades. Pero no puede sustituir una buena clase, una buena enseñanza. La tecnología ayuda a los buenos profesores a ser todavía mejores profesores, pero la buena tecnología, por sí sola, no hace bueno a un mal profesor .
-Todos quieren ir a la universidad..., ¿pero no es la educación superior, por definición, para una elite?
-No todos deben aspirar a terminar un estudio universitario. Pero sí deben desear una forma de aprender que les acompañe siempre. Se necesita una oferta de formación mucho más amplia. Lo sencillo es lo que había antes, que la institución universitaria fuera para una elite. Las universidades se han convertido en instituciones masivas. Han de cambiar todavía más que los centros de secundaria si quieren afrontar el reto del tiempo presente.
-En España, tradicionalmente, la formación profesional está desprestigiada. ¿Es una experiencia generalizada?
-En Austria, Suiza y Alemania, la FP tiene un prestigio mayor que una formación académica. Ese prestigio se gana. Un ejemplo fantástico lo brinda Singapur. En el pasado, nadie allí quería que sus hijos fueran a la FP. Todos deseaban la mejor universidad. Hoy, la FP es lo más deseado en Singapur, porque su calidad ha mejorado extraordinariamente. No hay razón alguna por la que el Estado deba invertir más en la universidad que en la FP. El mercado del trabajo da señales claras. En España, los que hacen ahora FP ya tienen más probabilidades que los universitarios de encontrar un trabajo.
-¿No está la enseñanza demasiado estatalizada? ¿No se tendría que dar libertad total a los padres para que fundaran colegios sin problemas?
-Una buena pregunta. Si miramos a Finlandia (número uno en PISA), allí los padres de los centros públicos tienen más espacio de libertad y de creatividad que los padres de un colegio privado en España. Hay modelos muy instructivos acerca de cómo organizar bien la escuela para conseguir resultados apetecibles. No es una cuestión de escuela privada o pública. Tampoco eso marca la diferencia en España. Hay en España buenas y malas escuelas privadas. El punto clave es la responsabilidad, saber implicar con el proyecto y hacer partícipes a todos, por supuesto a los padres, del proyecto. Me parece que aquí España puede aprender mucho de los estados nórdicos de Europa.
-¿Se ha de enseñar Religión en el colegio, público o privado?
-No tengo una opinión formada al respecto. Según qué país, se aplican principios diferentes. Lo que pienso es que en la escuela se ha de ir más allá de las capacidades puramente académicas. La sociedad necesita gente responsable. Es importante que la escuela lo transmita. Algunos países lo consiguen con la Religión, pero no hay análisis empíricos sobre ello.
-¿Se ha convertido PISA en una finalidad en sí, en una burocracia?
-Somos un equipo de siete personas. no creo que se pueda hablar de burocracia. La fortaleza de PISA es el trabajo descentralizado. No pensamos en nosotros mismos, sino en la forma en que los sistemas educativos pueden mejorar. Además, PISA ha logrado acabar con el tópico de que no se puede mejorar la formación sin más dinero. El dinero explica solo el 20% del éxito. El meollo está en lograr una auténtica profesionalidad, en ganar a los mejores docentes para las materias más difíciles, y a los mejores directores para las escuelas más complicadas. Y hacer eso, además, mirando a los mejores del mundo.

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