http://www.periodistadigital.com/periodismo/prensa/2012/11/05/almudena-grandes-enric-juliana-manifiesto-jabois-marius-carol-rajoy-mas-bardem.shtml
-
El manifiesto publicado por El País con la rúbrica de numerosos 'abajofirmantes' ha hecho correr ríos de tinta dedicada a plasmar opiniones en la prensa de Madrid y Barcelona. Resulta llamativo, eso sí, que este 5 de noviembre de 2012 el diario de PRISA no ofrece ninguna columna sobre la cuestión, mientras que es un tema que prácticamente monopoliza los artículos de El Mundo.
-
- Joaquín Leguina: "A los hijos de Zapaterismo les importa un higo el paro y que Cebrián cobre 13 millones anuales"
- Losantos se cachondea de Mas: "con la independencia, a Don Jordi-Benjamin Button-Pujol le volverá a crecer el pelo"
- Salvador Sostres: "Los catalanistas han vivido de escandalizarse con Federico o con Intereconomía"
- La Vanguardia contra Pedrojota y Cebrián: "uno hubiera rodado películas clandestinas con Nacho Vidal, el otro podría ejercer de broker en Wall Street"
- Manuel Jabois, sobre Amancio Ortega: "podía haberse hecho millonario comunista, montar un periódico y dejar tirado en la calle al personal"
Por la justicia social
y la razón democrática
LLAMAMIENTO A LA CATALUÑA FEDERALISTA
Y DE
IZQUIERDAS
El resultado de la convocatoria electoral
anticipada del próximo 25 de noviembre será decisivo para el futuro de los
ciudadanos y ciudadanas de Cataluña. Desde hace dos años que CiU
llegó al Gobierno de la Generalitat, hemos vivido un proceso político
paradójico. Por un lado, el Gobierno de Artur Mas se ha situado a la cabeza de
un modelo de política fiscal y de duros recortes sociales, educativos y
sanitarios, que nos alejan del modelo social de los países más avanzados de
Europa, a la vez que las Cortes españolas han dado soporte
reiterado a las políticas laborales más regresivas de la democracia.
La alianza CiU-PP ha hecho posible
también un retroceso escandaloso en los medios públicos de comunicación,
revirtiendo los pasos hacia una mayor libertad, que habían dado los Gobiernos
progresistas a España y Cataluña. Y por otro lado, CiU ha consumado en poco
tiempo un giro estratégico oportunista, poniéndose delante de un movimiento
independentista que pretende iniciar un proceso de secesión de Cataluña.
La sociedad catalana está padeciendo una
grave crisis económica que ya se ha convertido en una crisis social y política,
que se ha traducido en un aumento de la pobreza y la desigualdad y
en una merma en el principio de igualdad de oportunidades. Muchas personas hoy
están padeciendo y viendo truncados sus proyectos vitales. Esta situación
reclama por parte de todos un ejercicio de responsabilidad política y ética,
sobre todo en un momento en el que el descrédito de los partidos y las
instituciones es extraordinariamente grave.
Consideramos que la ruptura con España no es
la única salida de futuro y que el inicio de un proceso de secesión en un
contexto como el actual pone en peligro la cohesión social y no es el camino
para mejorar las condiciones de vida de los catalanes, ni desde el punto de
vista económico, ni social ni cultural.
Hoy muchos proponen la independencia como un
camino “mágico” para salir de las dificultades, desvinculándonos del peso
muerto que, dicen, representa España. Un discurso en el que se mezclan verdades
a medias y exageraciones diversas, particularmente por lo que hace a las
relaciones fiscales entre Cataluña y el estados, hasta el punto que es habitual
escuchar afirmaciones tan populistas y agresivas como “España nos roba”.
Paralelamente, algunos sectores independentistas han conseguido extender la
idea de que la secesión, que quiere decir la ruptura del Estado, sería un
proceso sin costes económicos excesivos, sin fractura social, políticamente
amable, en el que todo serán solo beneficios.
El soberanismo cree que el fenómeno de la
globalización solo puede tener consecuencias positivas para Cataluña y por eso
ha asumido sin complejos el modelo económico neoliberal. Para la sociedad
catalana, disponer de un Estado propio sería un “buen negocio”, se afirma. El
énfasis en las virtudes económicas de la independencia, que no se sostienen en
un riguroso análisis, no es otra cosa que una calculada estrategia para
esquivar una realidad social rotunda desde hace muchas generaciones: el hecho
de que la mayor parte de la ciudadanía de Cataluña compartimos catalanidad y
españolidad en grados diversos.
Rehuimos las visiones apocalípticas sobre una
virtual secesión, pero tampoco estamos dispuestos a aceptar acríticamente los
argumentos azucarados del independentismo. No creemos que pertenecer a España
sea una obligación perpetua, pero no compartimos tampoco las razones de los que
sostienen la necesidad histórica de la ruptura. Pensamos que la secesión no es
la respuesta razonable a los problemas de la sociedad catalana en el marco de
las complejidades, interdependencias y soberanías compartidas del siglo XXI.
Especialmente, no es la respuesta inteligente en el contexto de una Europa que
necesita avanzar hacia niveles más elevados de unidad política en el marco de
una crisis que amenaza su propia supervivencia. La comparación entre beneficios
y costes sociales es mucho más favorable en el caso de un mejor encaje federal
de Cataluña a España y a Europa, que no en el caso de la
independencia.
Por todo esto, reconociéndonos herederos de
la izquierda catalana que ha defendido siempre ”Cataluña, un solo pueblo”,
alzamos nuestra voz para defender abiertamente que la ruptura con España no es
la mejor opción ni para salir de la crisis ni para articular una alternativa
desde la izquierda a las políticas de austeridad europeas. Además, los riesgos,
las tensiones y las incertidumbres de un proceso de secesión no son el mejor
escenario para mejorar las condiciones de vida de la gente, particularmente de
los sectores más humildes y vulnerables.
Hasta el día de hoy no ha habido apenas
controversia democrática, donde los interrogantes de la ruptura hayan podido
ser debatidos ampliamente en el marco de un debate público basado en los
principios del pluralismo democrático. El federalismo tiene profundas raíces
entre los sectores progresistas de Cataluña y cuenta con experiencias de éxito
en otros Estados del mundo que habrían de ser tenidas en cuenta. Reclamamos a
las fuerzas políticas de izquierdas que, en un momento electoral como
este, sean valientes, escuchen a la gente, hagan un esfuerzo pedagógico, se atrevan
a hablar claro y apuesten por explorar y explicar a la ciudadanía los caminos
de un nuevo federalismo, desacomplejado y exigente con el Estado, donde la
ciudadanía de Cataluña se pueda sentir bien desde sus identidades compartidas.
Queremos una España federal en el marco de
una Europa federal y socialmente justa. No se nos escapan las dificultades de
los que proponemos y la sensación real hasta hoy de un cierto fracaso en
este propósito. Por un lado, porque las izquierdas españolas mayoritarias no han
querido jugar esta carta y, por otro, porque la derecha española es
profundamente nacionalista y se atrinchera cuando le conviene en el inmovilismo
constitucional. En Cataluña, en los últimos años se han ido acumulando muchos
agravios e incomprensiones, desde la desgraciada sentencia del Tribunal
Constitucional sobre el Estatuto hasta los reiterados incumplimientos de los
sucesivos Gobiernos españoles en materia de inversión.
La relación entre los Gobiernos democráticos
de España y Cataluña se ha caracterizado por la irresponsabilidad de aquellos
que han tenido voluntad de monopolizar y apropiarse de las ideas de España
y de Cataluña, con objetivos partidistas claros. Asimismo, creemos que no hay
razones suficientes para desfallecer y que, en cualquier caso, la alternativa
de la secesión es enormemente inquietante y peligrosa para la cohesión social.
Nos sentimos cómplices de las voces que, desde otros territorios de España,
expresan su disgusto e impotencia ante la imagen monolítica que desde Cataluña
algunos proyectan de España, una imagen tan injusta e irreal como la que desde
el resto del Estado muchos tienen de Cataluña. En este sentido, es del todo
imprescindible que se ponga en marcha un movimiento federalista de alcance
español que sirva también para subrayar que son más las cosas que nos unen que
no las que nos separan.
Las próximas elecciones al Parlamento de
Cataluña no pueden convertirse en un plebiscito en el que “independencia sí,
independencia no” sea el tema único de campaña. Democráticamente es
imprescindible juzgar la acción política del Gobierno saliente y confrontar los
programas electorales con relación a todos los otros aspectos en los que
nuestro Parlamento tiene competencias y atribuciones específicas,
particularmente en el campo de las políticas de bienestar. Igualmente, no
podemos dejar de recordar que el presidente Mas llega a estas elecciones bajo
la sombra de la corrupción y de la responsabilidad de su partido, CDC, en
el caso del saqueo al Palau de la Música.
Estas elecciones, en cambio, sí que pueden
ser el comienzo de un ejercicio colectivo para debatir y articular las
diferentes alternativas políticas (todas ellas legítimas) con relación al
denominado “encaje” de Cataluña dentro de España y Europa. Pero desde un debate
libre y plural, sereno y ordenado sobre las razones que llevan a unos,
desde el llamado “derecho a decidir”, a pedir la ruptura y a los otros a pedir
un nuevo acuerdo. Un proceso que se resuelva desde los principios
democráticos, en el marco de un Estado de derecho, y que, si procede,
concluya con la celebración de un referéndum. Hoy el principal riesgo no es que
Cataluña (o España) pierda soberanía, sino que vayamos hacia atrás en temas de
democratización, que los ciudadanos de toda Europa pierdan todavía más
soberanía ante los mercados y el capital. No la recuperaremos si no nos
esforzamos en derribar las fronteras que quedan entre los europeos, en vez de
crearnos otras nuevas.
Por todo esto, queremos hacer un llamamiento
a la ciudadanía progresista de Cataluña para que el próximo 25 de noviembre se
movilicen y confíen en aquellas formaciones políticas que presenten
programas nítidamente de izquierdas y que incluyan una renovada y potente
opción federal. Que pongan también en el centro del debate electoral la forma
como se han efectuado los políticas de recortes del Estado de bienestar
realizadas por el Gobierno de Mas, con el apoyo del PP. Y que confronten la
existencia de diferentes alternativas ante la crisis. Que reclamen de la Unión
Europea políticas de impulso al crecimiento económico a fin de evitar que la
austeridad recaiga solo en los servicios públicos y las prestaciones sociales.
Es decir, una Europa unida al servicio de la gente. En definitiva, que apuesten
con claridad por un modelo de Estado federal en el que la mayor parte de la
ciudadanía de Cataluña pueda sentirse cómoda y reconocida, compartiendo con
otros pueblos un proyecto común de convivencia, justicia y cohesión
social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario