lunes, 12 de marzo de 2012

El Aborto de las españolas es para destruir nuestra raza en beneficio de los moros tienen ganas de invadirnos



España, país de fracasadas
Me tomo unos minutos entre patrulla y patrulla de protección de embarazadas, para escribirles la columna de esta semana. Por si no teníamos suficiente con nuestra lucha por sacar a España del pozo económico en la que Zapatero nos la ha dejado, además debemos enfrentarnos con otros ogros que no esperábamos, como el de la guerra que una buena parte de la sociedad ha iniciado por acabar con la pura raza española, y no me refiero a la de los caballos, sino a la de hombres y mujeres como usted y como yo, herederos de la más gloriosa estirpe que el mundo ha conocido.
Porque la maléfica campaña
contra las embarazadas
que ha puesto al descubierto
nuestro moderado Ruiz Gallardón,
va dirigida específicamente
contra las santas mujeres españolas,
mientras las inmigrantes
continúan dando a luz
como conejas,
con la clara intención de invadir España
desde dentro,
ya que históricamente
ha sido inexpugnable
desde el exterior.
En los pocos días que llevamos organizados en la defensa del feto español, nos hemos encontrado con situaciones que ponen los pelos de punta. El acoso al que se ven sometidas nuestras embarazadas por parte de la mayor parte de la progresía, que ve el embarazo como un acto de conservadurismo extremo, sólo es comparable a la persecución que padecieron los cristianos en tiempos de Roma. Como ellos, las pocas mujeres españolas que resisten los ataques y llevan su gestación hasta el final, son auténticas mártires que merecen nuestra más absoluta admiración.
Lo más malvado de esta pérfida campaña, es que no son los agresores directamente los que provocan el aborto, sino que utilizan artes tan demoníacas que consiguen que sean las propias madres las que lo hagan de forma presuntamente voluntaria. Como si Dios hubiera dotado a las mujeres de la suficiente capacidad de discernimiento, como para poder decidir por sí mismas sobre temas de semejante trascendencia.
Pero no nos tomen ustedes por unos timoratos. Hasta nosotros entendemos que hay supuestos como el embarazo de la amante, de la criada, o incluso el de una hija por un hombre que no le conviene, en los que el aborto desde siempre ha sido admitido como un mal menor. Eso sí, siempre con nuestra supervisión, aprobación y asumiendo, como caballeros que somos, los gastos que fueren necesarios.
Nadie, como nuestra santa Esperanza Aguirre, ha definido mejor la situación actual: “El aborto no es un derecho, es un fracaso”. España parece estar llena de fracasadas, es decir, de mujeres sin derecho. Les dejo, regreso a las calles de España, a ver si encuentro una embarazada a la que proteger de si misma.

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