viernes, 6 de mayo de 2011

REAL MADRID DE BALONCESTO: EL REY QUIERE OTRA VEZ SU CORONA

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El día que Arvydas Sabonis levantó la última Copa de Europa del Real Madrid, Carlos Suárez estaba de vacaciones con sus padres. Con sólo nueve años, el madrileño recuerda aquel partido con nitidez. «Sabonis era mi ídolo, cómo no me voy a acordar», reconoce el «Chimpa» a ABC, echando la vista atrás. Mientras él disfrutaba con el triunfo blanco, lejos de allí, en su Podgorica natal, Nikola Mirotic, que apenas levantaba unos palmos del suelo, ni siquiera podía imaginar que quince años después estaría luchando por devolver el brillo al club más laureado del mundo. «Como para acordarme. ¡Tenía 4 años! Ahora estoy aquí, donde siempre he querido estar. Estoy en el Real Madrid, el club más grande del mundo», apunta con orgullo el montenegrino, que recientemente ha renovado su compromiso con el Madrid hasta 2016.

Ambos encarnan a la perfección el espíritu de este Real Madrid. Una plantilla joven, con hambre de títulos, pero curtida ya en mil batallas. De hecho, para llegar a esta Final Four, los blancos han tenido que atravesar un campo de minas. Una de ellas —la dimisión de Ettore Messina— les estalló en la cara y amenazó con tirar por la borda la temporada, pero unos meses después, los mismos jugadores a los que se señaló por el adiós del italiano, están en Barcelona para intentar hacer historia en el Real Madrid.

Barcelona. Ciudad maldita en los últimos tiempos para el madridismo, que este fin de semana puede convertirse en talismán. Y es que, el destino ha querido que la vuelta del «Rey de Europa» a una Final Four haya sido en casa del eterno rival. El Palau Sant Jordi. Una motivación extra, para encarar los dos encuentros que separan al conjunto de Emanuele Molin del título. «Sabemos que el ambiente va a ser hostil. Estamos acostumbrados. Nos pasa casi siempre, pero este año ya hemos ganado en canchas complicadas como en Siena o Belgrado», asegura Vidal, uno de los dos únicos jugadores del Real Madrid que ya conocen lo que es jugar una Final Four. El otro es Prigioni, el metrónomo del equipo, de cuyas manos depende buena parte del futuro del equipo en el torneo.

Pensando en «Baby Shaq»

El primer paso hacia la gloria tendrán que darlo esta noche, ante el Maccabi. Dirigidos por David Blatt —el técnico que dejó a España con la miel en los labios en la final del Europeo de Madrid—, los israelíes son un equipo que aúna potencia física y velocidad al contragolpe. La baja de Doron Perkins, su mejor jugador en transición, es un alivio para Molin, que ahora deberá centrar sus esfuerzos en frenar a Schortsanitis, el pívot griego que pesa casi lo mismo que Sergio Rodríguez y Prigioni juntos. Para sacarle de la zona, el Madrid tendrá que multiplicar las ayudas a Tomic, mucho más liviano que «Big Sofo».

«No es que hayamos soñado con él, pero sí sabemos que es un jugador importante. Eso sí, si nos centramos en él y nos olvidamos del resto, nos pasarán por encima», apunta Felipe Reyes. Otro que tendrá que emplearse con dureza para secar a Schortsanitis es D'Or Fischer. El americano ha sido el mejor espía de Molin para preparar el partido, pues pasó dos años enrolado en las filas del Maccabi. «Conozco este equipo bastante bien y estoy intentando ayudar todo lo posible a mis compañeros a preparar este partido. Sé las características de muchos jugadores del Maccabi y espero que ello sirva al equipo», señala el americano, cuya actuación en cuartos de final fue clave.

Obradovic en el horizonte

En la otra semifinal, la figura de Obradovic aparece por encima del resto. Leyenda viva del baloncesto europeo, el serbio —inquilino del banquillo madridista en el triunfo de 1995— intentará levantar su octavo título, que sería el quinto con el Panathinaikos. El técnico tiene en Diamantidis su proyección sobre el parquet, y cuenta además con una plantilla muy compensada, con el ex madridista Fotsis en un gran momento. Los griegos son los favoritos después de dejar fuera al Barcelona en cuartos de final, aunque el Montepaschi no descarta dar la sorpresa. Gran parte de sus opciones pasan porque Bo McCalebb, su estrella, tenga un buen día.

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