#30
Cuantos pesebreros e hijos de la prebenda, que antaño fueron declarados plaga. Los mismos y muchos más, que hoy vienen a cobrar su adeudo, de nuestro dinero, el que ya les pertenece, pues les ha sido otorgado el legítimo derecho de Pernada para ejercer desde la libertad, la franquicia del saqueo.
Cuanto dispendio para malgastar el esfuerzo del ciudadano de tantos años del deber cumplido.
Cuanto derroche de verbo hueco y solemne acompañado por el gesto insípido en la indolencia para tornar la realidad en espejismo de la fantasía. He venido a vosotros, solo para exaltar las virtudes como éxitos propios, desde el mérito de la lluvia, hasta la salida del sol y ante la adversidad, os anuncio, me declarare invidente
Cuanta alucinación y ensueño para un emperador que ansía el delirio de la megalomanía, un visionario transgénico cuyos anhelos de grandeza nos roban el sueño.
Cuanto esfuerzo para lucir esa sonrisa amplia en la hipocresía, que se despliega en la horizontal hasta alcanzar las proximidades de las aurículas y con el gesto fruncir el ceño para alinear las angulosas cejas y dar cabida a esa mirada amplia hacia el infinito y oblicua en la corta distancia, la propia de un necio que escudriña el vacío en busca de esas palabras huecas que dan sentido al silencio, ágape para los débiles y tentempié para endulzar los oídos de los ya convertidos.
Cuanto esfuerzo baldío para este Reino bananero convertido hoy en Hacienda Feudal. Hoy, sobre el rancio felpudo rojo, cabalgan las botas, erguidas en el desprecio, mientras arremeten en el paso firme y con puño en alto despliegan los dedos para emprender el signo de la victoria. Desde la amenaza y el amedrentamiento hemos sido declarados, Chaperos, pues ya no hay dinero.
Recaudaremos y para ello, dispondremos de un ejército, una manada y en jauría, incitaremos el camino de la desdicha para atesorar, desde la primera exudación hasta el último aliento.
Para sufragar el derroche, viviréis en la vigilia despojados de los sueños y en silencio dispondréis vuestro ánimo para dar la bienvenida a nuestra distinguida concurrencia, un ejército de palmeros, que como cabestros mamporreros, dispondrán a la toma de vuestros cuartos traseros, mientras, vosotros desde la sonrisa, dispondréis las tensas espaldas en la ternura, para dar cobertura a las trompas erguidas al viento, y en fila, para atracar vuestras nalgas, aquellas que ya fueron desgarradas en el estreñimiento, las mismas que ayer hicieron de este país de fechoría, un país laxativo, donde la deposición, es convertida en castaña, para ser modelada en boñiga y dar la bienvenida a tanto Preboste que practica el infame arte de la codicia.
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