En caso que Camacho fuera llamado a declarar en condición de imputado podrá mentir lo que le venga en gana ya que la ley lo permite y podemos estar seguro que lo hará. Por si acaso dijera la verdad, en el supuesto que él ordenó el chivatazo cumpliendo órdenes de su superior, no tiene que temer por su futuro ya que, como arte de mágia, el ministro de justicia lo devuelve a su antigüo cargo en la fiscalía, algo que, salvo en contados casos, no ocurre. Así que me temo que no sabremos nunca dónde estuvo Camacho cuando se produjeron las llamadas, tampoco a quien ¿dejó? su teléfono móvil. Cómo única esperanza nos quedrá que el juez o el letrado de Dignidad y Justicia "aprieten" a la o las personas que hablaron con el teléfono de Camacho para aclarar quien era su interlocutor.
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