viernes, 7 de agosto de 2009

FELIPE GONZÁLEZ EN EL COMITE DE SABIOS DE LA UE (MANDA HUEVOS CON LO QUE HIZO)

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Es que en la CE no saben historia:
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de Internet
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Felipe González y el Comité de Sabios Europa está lista. Si Felipe González puede figurar en algún comité de Sabios (expertos, prefiere llamarlo él con falsa modestia), Europa tiene sus horas contadas. Siempre he sostenido que este hombre fue una de las peores enfermedades que pudo contraer España, aunque en aquellas fechas -lamentablemente- le di mi voto.
Nunca le volví a votar, pero no creo que alcance a vivir lo suficiente como para purgarlo.
Felipe González nos trajo todas las grandes enfermedades de que hoy adolece España de forma crónica. Mucho y muy seguido se han hecho cosas para paliarlo, pero todos los esfuerzos se han develado como insuficientes porque el daño fue demasiado grande.
Aquel hombre que parecía traer un soplo de aire fesco, a pesar de los Flick de entonces y de las cosas de la Lockeed, enseguida se develó como una tragedia más que como una solución o un respiro.
España, mediante medias verdades y vergonzantes manipulaciones fue entrando en una debacle que aun hoy nos concierne.
No sólo se cargó cuanto de ideología pudiera quedar -que no era poca-, sino que todos los valores sociales y humanos fueron depreciándose hasta prácticamente convertirse en sus contrarios, instaurándose el Principio que nos asuela:
«Todo vale.»
Por lo pronto, la corrupción campeó por sus fueros públicamente y sin ningún rubor, sumergiendo a la sociedad en una sentina de la que aún no ha salido, menudeando de tal modo los escándalos que aún colean, si es que no se institucionalizaron.
Fue durante su Gobierno cuando las más prestigiosas instituciones del país quedaron bajo sospecha, como sucediera gracias a Roldán con la Guardia Civil, con lo de las compras de papel con el BOE, con lo de la señora Miró en RTVE, con lo del señor Rubio en el Banco de España o con los militares con lo de El Corte Inglés;
fue bajo su batuta cuando se produjeron despropósitos legales como la Ley Boyer sobre los impagos de viviendas, merced al cual con dos simples avisos de retraso en los pagos (bastaba con unas horas), sin taquígrafos ni jueces ni nada a cualquier ciudadano se le podía echar de su casa sin derecho de réplica, tal y como sucedió en miles de casos por toda la geografía nacional; fue bajo su batuta cuando los escándalos más sangrantes hicieron a no pocos llorar de desesperación y se degradaron todos los valores, apareciendo por doquier conseguidores, manipuladores y freakys, además de listas negras, mientas quienes valían pero eran críticos comenzaron a ser arrinconados;
y fue bajo su batuta cuando se pervirtieron las promesas electorales, convirtiendo en sí lo que fuera no (OTAN, verbigracia), incluso hasta el extremo de que quienes encabezaron año tras año las manifestaciones de protesta -Solana, por ejemplo-, fueron promovidos a Secretarios Generales de aquello contra lo que movieron ánimos y voluntades.
Pero de todos sus males -que son muchos e incontables-, Felipe González fue el que introdujo en España (coyunturalmente y de forma provisional, según sus propias palabras) los contratos basura que hoy ponen contra las cuerdas de la supervivencia a millones de Españoles.
Se lo cargó casi todo, dejando a España como un ejido.
Pocos políticos han sido tan perversamente perniciosos como Felipe González.

Que les pregunten a los trabajadores de Altos Hornos del Mediterráneo o a los saharauis o a tantos como les dijo digo y les hizo Diego. Más allá de los Filesa, Times Sport y todo ese ventilador que rociaba excrementos a diestro y siniestro, estaban los continuos escándalos de la estructura legal, como el Caso Estevill, los del terrorismo consentido, como el caso Lasa-Zabala, la Guerra Sucia, el caso Guerra, y mil más que sumergieron a España en el pozo negro que habitamos y aún rezuma, extendiendo sus maneras a una sociedad en general en el que «Todo valía», propiciando casos como el de las KIO, el Banesto y afectando incluso al mismísimo Banco de España.
Todo valía.
Lo que no vale ahora es la falta de memoria, la amnesia voluntaria que ha favorecido que se endiose a personaje semejante, elevándole a sabio de Europa.
Si alguien con su expediente puede ocupar puesto así, siquiera siendo considerado como candidato, sin duda Europa vive sus horas más tristes, si es que no se ha vuelto loca. Felipe González, en el mejor de los casos, debería ser apartado de cualquier órgano de decisión, siquiera sea como opinante: es peligroso.
De no ser así y ser incluido en cualquier clase de Comité asesor, sus conclusiones no podrán ser jamás estimadas como derechas, si es que se atiende a su currículo.
Las decisiones que otros órganos puedan tomar apoyándose en las conclusiones de ese Comité -¡que el Cielo nos coja confesados!-, no podrán ser más que perversos despropósitos que beneficiarán a la vista o de tapadillo a lo peor de lo posible.
La experiencia, así lo grita. En España hubo un antes y un después de Felipe González.
Nos encontramos de pleno en el lamentable después; un después en el que goza del mayor descrédito la clase política, el conjunto institucional, la Justicia, la simple ética, el orden laboral y casi todas las demás estructuras sociales:
¿de veras que es esto lo que quiere Europa?... Por fuerza, Europa tiene propensiones suicidas...
si es que por algún lado no está la mano de quien odia a Europa con todo su ser, como los EEUU o Gran Bretaña.

COSAS DEL GAL

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