martes, 13 de octubre de 2009

¿LOS MATÓ BONO? EL COUGAR NO ES EL ADECUADO PARA ESAS MISIONES

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Responsabilidades

Por Rafael L. Bardají

En letra impresa nº 417 | 17 de Agosto de 2005

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(Publicado en La Razón, 17 de agosto de 2005)

Si el presidente del gobierno visitara Washington D.C. podría ver con sus propios ojos muchos coches portando una pegatina que dice “Freedom doesn’t come free”.

Esto es, la libertad se paga. Los americanos, que tantas miles de vida han dado por la libertad de muchos pueblos, lo saben bien.

Nosotros, desgraciadamente marginados de las grandes cuestiones del mundo, lo entendemos peor.

Desde luego, los dirigentes del PSOE no lo entendieron para nada en Irak ni con el accidente del Yak-47 que le costó la vida a 62 militares de regreso de su misión humanitaria en Afganistán.

Ante el riesgo y el drama sólo supieron vociferar para descalificar al gobierno del PP.

Si uno tuviera la tentación de comportarse con la misma dosis de mezquindad y cinismo de la que hizo gala el equipo de Rodríguez Zapatero, podría pensar que la muerte de los 17 militares españoles tras precipitarse el helicóptero en el que sobrevolaban suelo afgano es la consecuencia de que el actual ministro de defensa, en su afán de contentar a su homólogo norteamericano Donald Rumsfeld, quien le pidió personalmente que las tropas españolas se hicieran cargo de un equipo de reconstrucción regional y se desplegaran lejos de Kabul, donde siempre habían estado, aceptara correr más riesgos de los necesarios.

Podría llegar a decirse que estos 17 militares que han perdido su vida
es el precio por la foto de Bono con un sonriente Rumsfeld. Pero pensar así, sería, como digo mezquino. Nuestras tropas están en Afganistán por algo mucho más importante que el ansia personal de cualquier político, están allí porque la España expansiva de los últimos años era consciente de su peso y de su responsabilidad en el tablero internacional, incluida la seguridad.

A José María Aznar nunca le tembló el pulso para enviar a nuestros soldados allende nuestras fronteras si con ellos España cubría su cuota como nación seria, solidaria y responsable. Me gustaría creer que nuestros hombres y mujeres desplegados hoy en Afganistán están allí por la convicción del actual ejecutivo socialista, pero me temo que siguen allí porque al gobierno de Rodríguez Zapatero le dio miedo retirarse también de aquel país tras su espantada de Irak.

Pero como el sacrificio de nuestros militares no debe ser en vano –y no lo es- no es la hora del revanchismo político, sino de ser responsables y actuar frente a la catástrofe, sea accidental o debida a un ataque, con unidad. Ese sentido de Estado que diferencia al PP en la oposición de cuando en ella estaban los socialistas, es ahora más necesario que nunca y es el momento donde los verdaderos líderes salen a relucir. No me es difícil imaginar a Mariano Rajoy actuando radicalmente distinto al PSOE de Zapatero.

En todo caso, también es la hora de la responsabilidad del actual ministro de defensa, José Bono. Es muy pronto para conocer con fiabilidad lo sucedido, pero él debe muchas explicaciones. No menos que las que exigió a su predecesor sobre el accidente del Yak. Se lo debe a las familias que han perdido a sus seres queridos y se lo debe a la nación en nombre de la cual estos militares han dado su vida.

Por ejemplo,
podría, para empezar,
dar cuenta de por qué nuestro contingente en Afganistán
emplea los helicópteros de fabricación francesa Cougar,
en lugar de los más apropiados para el transporte, los Chinook.

Cuando Bono, en pleno celo antiaccidentes, allá por el mes de abril, dejó en tierra la flota de helicópteros, condenó, de hecho, a los soldados de Afganistán a recurrir a los Cougar, los únicos con los debidos permisos de vuelo aparentemente.

Sin embargo, este aparato está mal preparado para despegar y volar en alturas como las afganas. De hecho, su reducida capacidad de empuje y la baja densidad del aire local obligaban a reducir significativamente su carga útil de tal modo que para resultar seguro nuestros militares montaran poco más de una docena de soldados en lugar de los teóricamente 23 que podría transportar en sus condiciones normales de vuelo.

Bono tiene ahora que explicar y justificar más que bien por qué nuestras tropas emplean helicópteros que por fuerza asumen un mayor riesgo al no ser idóneos para las misiones tácticas que tienen encomendadas. Eso para empezar.

En segundo lugar, el ministro de defensa tiene que explicar y justificar la misión por la que han muerto los 17 militares españoles, su autoridad y mando, así como su legitimidad y consistencia respecto al marco por el que actúan nuestras tropas allí. Hace muy poco dio pruebas de querer contentar de nuevo a su homólogo Rumsfeld e hizo suya la iniciativa de asumir nuevas misiones en Afganistán, como la lucha contra el narcotráfico, misiones que trascienden el actual mandato. Lo que estaban realizando nuestros soldados no es baladí para evaluar el riesgo al que se les sometía por decisiones políticas.

En fin, sé que no vale de consuelo para las familias que han perdido en suelo afgano a alguno de sus miembros, pero es una realidad que el oficio de militar es un oficio de alto riesgo. Quienes han pisado el campo de batalla lo saben más que bien.

El problema, no obstante, no es dar la vida, pues el sacrificio y el honor que conlleva es parejo al ser militar. El problema es dar la vida sin saber por qué.

Yo tengo muy claro que el sacrificio de nuestros hombres no es en balde. Me gustaría que el gobierno que los envía allí también lo supiera.

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