Quisiera comentar solo las imágenes, que son importantes y a veces demuestran, sin quererlo sus protagonistas, la precariedad, no solo material sino espiritual de la nación.
Yo no soy experto en protocolo, sólo me guío en estos actos por impresiones.
Me pasa siempre, y no sólo observando este acto prácticamente a pie de trinchera, sino también en funerales oficiales más formales.
Yo no soy experto en protocolo, sólo me guío en estos actos por impresiones.
Me pasa siempre, y no sólo observando este acto prácticamente a pie de trinchera, sino también en funerales oficiales más formales.
Me fijo siempre en muchas cosas y la que más me llama la atención es la bandera que colocan cubriendo el o los féretros.
Aparece siempre desproporcionada, y como consecuencia inevitable: inestable, arrugada, cuando no descentrada o más caída de un lado.
incluso difícil el porte del ataúd, como puede apreciarse en el manejo del mismo, que un día se va a terminar cayendo. Para hacerlo mal, en mi opinión, mejor sería no colocarla.
Lo que es sin duda un símbolo de amparo, de abrigo de guarda, de pabellón, de fortaleza, se ve violentado por la improvisación burócrata que lo hace desprenderse casi del simbolismo y aparecer como el trapo arrugado que no termina de cubrir (que no significa envolver) a sus hijos; y tampoco de encubrir las vergüenzas de sus padrastros.
Esto se ha visto también en otros funerales más solemnes, que resultan desenfocados por estos "pequeños" detalles.
Deberíamos fijarnos en el respeto que tienen a su bandera en otras naciones, y no estaría mal, que alguno de los miles de asesores funcionariales, que de imagen saben un huevo, hicieran su trabajo precisamente donde la imagen es muy importante.
Honores de guerra para este soldado.
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