Reservada para los de siempre, la Copa Davis dejó de ser un imposible para España cuando cambió el milenio, clara dominadora desde que en el 2000, con aquella final mágica en el Sant Jordi contra Australia, soltó lastre y se liberó, el preludio de lo que vendría luego en la década dorada del tenis nacional. De las últimas doce ediciones, España ha ganado cuatro veces el torneo, intratable cuando juega como local y peligrosísimo el equipo a domicilio hasta que aterrizó el pasado julio en Clermont-Ferrand, coqueta ciudad del centro de Francia que escondía múltiples trampas cuando medio país estaba pendiente de la final del Mundial de Sudáfrica. La campeona en 2008 y 2009 cayó de forma estrepitosa ante los franceses (5-0) en una pista supersónica y todos echaron de menos a Rafa Nadal, que ese fin de semana estaba en el palco de Johannesburgo animando a la selección de Vicente del Bosque. Hoy, ausente en la Davis desde la final de 2009 ante la República Checa, vuelve Nadal y se felicita el equipo. Para él siempre hay un sitio.
España estrena el año contra la imprevisible Bélgica en Charleroi, pista rápida que tampoco impresiona porque los locales se equivocaron en la instalación y es más lenta de lo que querían. Y por fin está Rafa Nadal, muy poco presente en las listas desde que Albert Costa, recomendado por los propios jugadores cuando abandonó Emilio Sánchez Vicario tras el éxito en Mar del Plata, asumió la capitanía. De hecho, en las seis citas en las que Costa se ha sentado en el banquillo, Nadal sólo ha estado presente en dos (Serbia y República Checa en 2009) y la estadística es más llamativa al comprobar que el balear ha defendido a España en cinco de las últimas catorce eliminatorias. La Davis le reclama y Rafa acude para la reconquista, recuperado de los problemas musculares que le castigaron en Australia cuando suspiraba por el cuarto grande del tirón. «He querido llegar muy preparado aquí, y he trabajado a conciencia. Quizás esté algo más nervioso de lo habitual, pero vengo bien de cabeza y de ilusión», confiesa, adaptado su calendario para la competición y recibido con los brazos abiertos por sus compañeros. «Es una noticia muy positiva. Tener al número uno aporta espíritu ganador y seguridad», resume Albert Costa.
Ferrer, lesionado
Casi con toda seguridad abrirá hoy la serie Verdasco porque Ferrer, impecable en lo que va de curso con dos títulos y las semifinales en Australia, podría ser baja con un pinzamiento en las cervicales. Se le intentará recuperar, pero no parece probable que pueda jugar. Fer se enfrentaría así a Xavier Malisse, talentoso tenista al que el ranking no le hace justicia (51), perdido a los treinta años en tierra de nadie por sus lesiones. Verdasco también jugará el sábado el dobles con Feliciano porque el otro individual es, obviamente, para Nadal, que se estrena ante Ruben Bemelmans, 144 del mundo y con escasa experiencia. Una sorpresa porque se daba por hecho que el elegido sería Olivier Rochus.
En el Spiroudome esta vez habrá ojo de halcón porque así lo ha querido España, que ha pagado por el servicio (50.000 euros) y de paso ha criticado a la Federación Internacional por utilizarlo sólo en las semifinales y en la final. Entre las novedades, si un equipo manda por 3-1 y el cuarto partido dura como mínimo cuatro mangas, el quinto punto es prescindible si los capitanes llegan a un acuerdo.
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