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Ángel Gómez Giraldo
Ciertamente la palabra amor figura entre los vocablos más bellos de nuestro idioma y cuando la persona la pronuncia lo hace con un tono tan romántico que es fácil entender que sale del corazón. Es a la vez el sobrenombre que utilizan mutuamente los amantes. Se le entiende pues como el más cariñoso de los apelativos y el más meloso para algunos.
Cuando el hombre empezó a expresar sus sentimientos libremente, sin egoísmos, haciéndole al mismo tiempo el mejor quite a los prejuicios, ya que hubo un tiempo bastante largo durante el cual se vivió en los silencios del amor, se popularizó una frase a manera de “tatequieto” o freno para aquellos poetas e intelectuales que le daban una definición meramente romántica al amor. La frase es la siguiente: “ El amor no se define; se hace”. Y parece que todos la entendimos y aprendimos sin ningún esfuerzo, porque después de esto la población mundial aumentó considerablemente.
Quien haya sido el creador de la frase no deja de tener razón ya que el amor como la poesía se siente hasta que explota. Borges dijo: “Creo sentir la poesía y creo no haberla enseñado, ni estar capacitado para hacerlo”.
Lo sublime
Santa Teresa sublimizó de tal manera el sentimiento del amor que llegó a expresar: “No temo al infierno por ser un lugar de tormento sino porque es un sitio donde no hay amor”. Y, ¿ quién se atreve hoy a contradecirla siendo cosa sabida que vivir sin amor es un infierno?
De otra parte, el amor como las historias donde Cupido se recrea interesa a todos los mortales y es por lo que la literatura está llena de historias de amor. Y se continuará escribiendo y se continuarán escuchando porque el “amor no acaba” ya que los expertos enseñan que, es cosa innata en el ser humano su gran capacidad de amar.
Para no contradecirme tengo que confesar que siempre he demostrado interés y atención firme al escuchar historias de amor. Las que son contadas durante los conversatorios, reuniones y tertulias de amigos.
La más reciente fue una de esas que surgen con la aroma del café que se sirve una vez preparado o al instante y que me llegó con la etiqueta del amor posesivo:
Todo dizque empezó cuando la pareja de amantes llegó a vivir a un pueblo de mujeres andorreras o sea aquellas que permanecen más por fuera que dentro de la casa.
El amor de ella era para él una tienda bien surtida y veía por sus ojos. Y fue precisamente por los ojos por donde ella le hizo entrar el amor llenando las paredes de la casa con mensajes y grafitis con una variedad de miscelánea puesto que los había desde los prudentes y románticos hasta los escandalosamente morbosos.
Lo llegó a exaltar de tal manera que le hizo un retrato que llevó al altar del amor que entronizó en la alcoba matrimonial.
No le encendió velas porque sus amigas la hicieron desistir de tal idea haciéndole saber que podía terminar con el matrimonio ya que existía la posibilidad de que se incendiara la casa. Ambos eran demasiado jóvenes para morir incinerados.
El fanatismo de esta mujer llegó a tal extremo que hizo cosas peores en el momento en que advirtió que la mirada de su amado salía por la gran ventana del comedor para ir e encontrarse con la de las andorreras que lo observaban desde la calle.
Esto para ella fue tanta tortura que el almuerzo se le hacía una sopa tan amarga que cada vez comía menos.
Cuando ya estaba perdiendo las curvas dio con la solución: sellar la ventana. Entonces se convirtió en albañil y utilizando guantes de obrero de la construcción, con sus propias manos cambió los cristales de la gran ventana por adobe y cemento. Por allí no volvió a entrar el sol pero la esposa fue feliz a la hora de comer.
Sin embargo la historia no termina aquí porque las andorreras pusieron a este amor posesivo contra la pared con una asonada diaria a la casa lanzando piedras donde antes estaba la ventana en un intento por abrirla de nuevo.
Una mañana de esas que empieza con un sol semidescobijado por las nubes, la casa apareció con la puerta principal abierta de par en par como si fuera la boca de un fantasma buscando a quién engullirse. Cuando las andorreras acudieron hasta allí para enterarse de lo sucedido, enmudecieron: la vecina, esposa tan celosa había desaparecido de la noche a la mañana con su hombre y esposo.
El misterioso
Claro está que el amor es también cosa misteriosa y existen personas que son verdaderos tragaldabas del amor y tienen más de uno según se desprende de otra historia que escuché de los labios de una amiga que visité y que moría por contar algo nuevo. La misma empezó diciendo que tiene una prima hermana que vive en la casa con dos maridos. El primero es real y el segundo es simbólico. Y todo pareciera ser que el de verdad le sabe hacer por dos maridos porque desde que decidió tenerlo en la casa, su sonrisa fingida pasó a ser la de mujer plenamente satisfecha.
La cuestión tiene tanto de largo como de ancho, ya que nuestra dama una noche se acostó casada y amaneció soltera separándose sólo de cuerpo para hacer un negocio entero ya que aunque consiguió otro marido dejó al primero en la casa para tener el aporte económico de dos y así vivir tres de la mejor manera.
Como no se presentó rivalidad entre los dos maridos, los vecinos sostenían que allí pastan dos machos cabríos por no decir cabrones. La que contó esta historia justificó el comportamiento de los dos esposos con el argumento de que son hombres civilizados. Falta ver cuáles son los intereses de cada uno de los personajes para mantenerse en trío. Sea como sea, Platón decía que, “Eros es el que da paz a los hombres, calma a los mares, silencia a los vientos, da lecho y sueño a la inquietud”.
Las preferencias
Asimismo hay que tener en cuenta que como el amor apasionado es casi siempre causa de sufrimiento y fugaz para uno de los dos, muchas personas le dan el máximo valor al amor fraterno, el que es propio de la amistad, subrayando que esta es eterna. Que nunca muere como ocurre con el amor pasional.
Para finalizar, permítanme retornar al comienzo del texto o a la primera frase que enseña que el amor no se define sino que se hace para contrastarla con otra un poco contradictoria: la de Antonio Cisneros, el poeta peruano más importante en la actualidad que concluye uno de sus poemas con el siguiente verso: “Es difícil hacer el amor pero se aprende”.
Nota
El gazapo es un error o equivocación que por inadvertencia se deja escapar al escribir o al hablar, y todos los medios lo cometen. En la crónica del domingo 12 les hice uno al ponerle como esposo a la actriz mexicana María Félix el cantante ecuatoriano Olimpo Cárdenas cuando hacía referencia al compositor Agustín Lara, también mexicano y quien en verdad lo fue quizás porque los dos lograron bastante fama cada uno en su campo y están en nuestra memoria musical. Los primeros en hacer la observación como es lógico, fueron las personas que leen el periódico virtual y a las que agradezco la observación.
Esto nos hace reflexionar sobre lo que se viene diciendo en los medios de comunicación: Que los periódicos de hoy ya no son los de antes gracias a internet que obliga a los periodistas a ser precisos y a interactuar con sus lectores.
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