Congreso
Un risómetro para el Hemicirco
Pablo Molina
Los oradores del Congreso, rollizos mamoncetes de la ubre presupuestaria, no compiten en rigor político o eficacia dialéctica, sino en ver quién provoca las mayores risotadas en su grupo parlamentario respectivo.
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Si la actividad de los diputados en las Cortes Generales
importara algo a los españoles que pagamos sus sueldos,
probablemente hubiéramos asistido ya a alguna
cacerolada de impresión
en las escalinatas del Congreso
en pago a los espectáculos,
a cual más lamentable,
que se vienen sucediendo
en su interior
a lo largo
de los últimos días.
Con cinco millones de parados,
un millón de hogares sin ingresos periódicos,
los comedores sociales abarrotados
y un Gobierno que colabora con una banda terrorista,
los depositarios
de la soberanía nacional
se limitan a competir entre ellos
a ver quién dice
la soplapollez
más ingeniosa,
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