También en el Palacio de La Moncloa puede contemplarse una escena parecida. Su actual inquilino, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha convertido en una especie de pelele del que todos se burlan, al que todos critican y mantean sin piedad.
Esta semana, hemos visto cómo su vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, en sintonía con el vicepresidente segundo, Manuel Chaves, el ministro de Fomento, José Blanco, y los presidentes de las Autonomías del País Vasco y Extremadura, Patxi López
y Guillermo Fernández Vara, respectivamente, a punto estuvieron de derribarlo con la preparación de un congreso extraordinario.
El presidente de la patronal, Joan Rosell, que antes de las elecciones ya se negó a firmar el acuerdo sobre los convenios, volvió esta semana a darle la espalda.Todo indica que la foto de la firma no se producirá jamás, pese a la buena voluntad de Rosell. Hasta los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez, y de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, otros grandes aliados de Zapatero, se ponen gallitos y le retan a legislar.
Rosell se ha topado, en realidad, con la patronal de Madrid, que preside Arturo Fernández, y por extensión, con Esperanza Aguirre, quienes marcaron en la junta directiva que la CEOE celebró esta semana las líneas rojas de los convenios.
El ex presidente de la Oficina Económica de La Moncloa, David Taguas, advirtió en la última junta de la patronal que hay que ?hacer caso a los mercados y no al Gobierno?.
Qué diferente es ver los toros desde la barrera o desde el coso taurino. Taguas preside ahora Seopan, la patronal de los grandes constructores, cuyos negocios están amenazados por la falta de obra pública la escasez del crédito para refinanciar las deudas.
En el sector de la construcción, el ambiente está que arde. En torno a 45.000 millones se estima la inversión pública prometida por Blanco a comienzos de legislatura que sigue sin ser licitada.
Los banqueros han cerrado a cal y canto el grifo del crédito, después de las escenas de sofá celebradas en La Moncloa; ninguna de las grandes entidades financieras acudió al rescate de cajas como la CAM, pese a la presiones tanto de la vicepresidenta, Elena Salgado, como del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez.
Hasta Telefónica parece aprovechar el vacío de poder para ampliar su ERE a casi la mitad de su plantilla española con el respaldo de las fuerzas sindicales.
Los mercados financieros afortunadamente han pasado esta semana de puntillas por los problemas de la economía española y siguen confiando en la voluntad reformista del presidente.
Un estudio de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) en el que se desmentía que hubiera déficit oculto en las autonomías, aunque sí morosidad, ayudó a tranquilizar la situación.
Es igual como se llame. El asunto es que existen miles de millones guardados en los cajones, pendientes de pago a sus proveedores, en su mayoría pequeñas y medianas empresas. Las cuantías mayores se esconden en las empresas públicas creadas por comunidades autónomas y ayuntamientos para desviar el coste de sus servicios.
La prensa anglosajona, tanto Financial Times (FT) como The Wall Street Journal (WSJ), ha echado, en esta ocasión, una mano. El primero elogió la voluntad reformista de Zapatero y el segundo predijo que los posibles agujeros públicos por descubrir serán menores. La realidad, como señala hoy Nouriel Roubini en elEconomista, es que sin reformas estamos condenados.
La impresión es que la capacidad de maniobra del presidente se reduce justo en el momento en que es necesario tomar medidas drásticas para encaminar la coyuntura. Sus decisiones dependerán más de la voluntad de Blanco y Rubalcaba, en cuyas manos está el futuro de los socialistas, que de las necesidades, reales de la economía española.
Su papel es cada vez más similar al del pelele de Goya.
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