Jueves , 25-03-10 - ABC
Zapatero no ha necesitado siquiera llegar al ecuador del semestre español en la UE para darse cuenta de que Europa no le resulta rentable.
El Gobierno intentó vender la presidencia como si nunca España la hubiera ejercido. Pese a la crisis, valía la pena tener un presupuesto de casi 100 millones de euros, porque iba a ser la tabla de salvación en medio del naufragio económico. Zapatero, un líder al frente de Europa, en órbita hacia la conjunción planetaria con Obama.
Sin embargo, el deseado acontecimiento galáctico se frustró y otra de las grandes citas previstas, la de la Unión por el Mediterráneo, en Barcelona, pende del delicado hilo de Oriente Próximo. Si no se encarrila el conflicto de aquí a junio, provocará un fracaso de la cumbre, como pasó en el décimo aniversario del Proceso de Barcelona en 2005, por la ausencia de los países árabes enfrentados a Israel.
Zapatero, además, ha comprobado que en Europa su papel como presidente de turno es testimonial, porque ya hay un presidente estable, que ejerce como tal. En la práctica, Alemania y Francia siguen cortando el bacalao en los grandes asuntos, como se ve en la crisis griega, en cuyo tratamiento la intervención de la presidencia española es manifiestamente mejorable. Esto, y el revés en objetivos como la orden europea de alejamiento para la violencia de género o el cambio de la Posición Común de la UE sobre Cuba, le han hecho ver que la aventura europea da más disgustos que prestigio.
Así que, se limita a asistir a a la cumbre de Bruselas y a la de seguridad nuclear de Obama en Washington, y este mes anuló un par de viajes a Budapest y Amsterdam para centrarse en frenar la sangría de votos que le vaticinan en Andalucía y Cataluña. En fin, que ha vuelto a aquello que decía alguno de los asesores de Aznar cuando éste se lanzaba a recorrer mundo y descuidaba el patio interior: «Más Soria y menos Siria».
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