Mártires concepcionistas, 14 víctimas del odio comunista a la religión católica – Juan E. Pflüger
La persecución religiosa en la zona controlada por el Frente Popular durante la Guerra Civil española alcanza su máxima crueldad en el ensañamiento que tuvo contra los elementos más débiles de lo que comunistas, socialistas y anarquistas consideraban el enemigo. Eso debían pensar de las 14 monjas concepcionistas-pese a que jamás cogieron un arma, ni atacaron a nadie y su única labor fue la beneficencia y la oración- que fueron perseguidas, torturadas y asesinadas en los primeros meses de la Guerra Civil. 14 mártires a las que ahora el Ayuntamiento de Madrid quiere quitar la calle que recuerda su asesinato.
El crimen contra estas 14 mujeres se cometió en tres fases, entre julio y noviembre de 1936. Las torturas y la saña de los milicianos que acabaron con sus vidas deja clara la bajeza moral que no se detuvo ni ante una anciana paralítica que se encontraba en silla de ruedas, como fue el caso de sor Asunción Monedero.
Las primeras 10 hermanas concepcionistas asesinadas vivían en el convento de la orden en las Rozas de Madrid. De allí fueron expulsadas tras incautarse el comité revolucionario local el edificio. Se trasladaron a Madrid, donde fueron acogidas en la calle Francisco Silvela, en un piso propiedad de un matrimonio benefactor de la orden. Los milicianos las descubrieron gracias al chivatazo de la portera del edificio contiguo. Desde ese momento, las hermanas eran visitadas a diario para recibir amenazas de muerte para intentar forzarlas a adjurar de sus creencias. Ante la inutilidad de las amenazas, los milicianos, en su mayoría comunistas y anarquistas,comenzaron a golpearlas durante las visitas que todos los días hacían al piso en el que estaban retenidas. Como las agresiones físicas tampoco surtían efecto, empezaron a aplicarles torturas. Durante los meses de julio y agosto, en pleno calor veraniego en Madrid, les retiraban el agua dejándolas dos días sin beber. En octubre y noviembre, lo que les retiraban era la ropa de abrigo. El martirio acabó el 8 de noviembre, cuando las diez hermanas allí retenidas fueron fusiladas en las cercanías de Madrid. Sus cuerpos no se han encontrado.
Otras dos hermanas de la misma orden, residentes en el convento de El pardo,fueron la segunda oleada de mártires concepcionistas. El 21 de julio el edificio fue confiscado y ellas se fueron refugiando en varias casas de vecinos hasta que fueron localizadas y expulsadas del municipio. Llegaron a Madrid, donde fueron acogidas por un matrimonio de edad avanzada hasta que fueron localizadas por un grupo de seis milicianos el 23 de agosto. Las dos hermanas fueron enviadas a una checa junto a sus benefactores y la empleada de estos. Se desconoce el paradero de los ancianos, pero las dos hermanas fueron fusiladas en Vicálvaro dos días después.
La tercera fase afectó a las hermanas que formaban la comunidad de la localidad toledana de Escalona.Nuevamente encontramos la misma forma de proceder. El convento es incautado por el comité revolucionario local y la comunidad expulsada del pueblo y enviadas a la Dirección General de Seguridad en Madrid donde son instadas a abandonar la fe y apostatar. Para forzar a las más jóvenes, las dos sores de mayor edad fueron separadas del grupo y enviadas a una checa donde fueron torturadas y finalmente fusiladas a finales del mes de octubre.
Las 14 mártires concepcionistas asesinadas en Madrid por comunistas, socialistas y anarquistas fueron las hermanas: Isabel Lacaba Andía, Petra Peirós Benito, Asunción Monedero, Manuela Prensa Cano, Balbina Rodríguez Higuera, Beatriz García Villa, Ascensión Rodríguez Higuera, Juana Ochotorena Arniz, Basilia Díaz Recio, Clotilde Campos Urdiales, Inés Rodriguez Fernández, Carmen Rodríguez Fernández, María de San José Ytoiz y Asunción Pascual Nieto.
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