miércoles, 12 de septiembre de 2012

S420 FAMILIA REAL: ANTES MOFARSE DE ELLA ERA DISTINTO, PERO CREO QUE LO QUE PASA AHORA, ES PORQUE SE LO HAN GANADO A PULSO

Ahora mofarse de la Casa Real está de moda. Ya no es políticamente incorrecto. De hecho, todo humorista que se precie está obligado a incluir un gag con Urdangarin o los elefantes de por medio. Y hasta un periodista tan conservador como Zarzalejos ha llegado a desvelar los romances del rey . Aunque esto es algo nuevo. La información sobre la Casa Real siempre fue un tabú periodístico y el humor sobre la realeza no pasaba de las inofensivas imitaciones de Manel Fuentes. Pero siempre hay algún descerebrado dispuesto a cruzar la línea. Y el primero no fue El Jueves, como muchos creen. El primero, o al menos uno de los primeros, fue el TMEO una revista de cómic irreverente y gamberro, que en febrero de 1995 se pasaba por el Arco del Triunfo la boda de la Infanta Elena y Marichalar.

http://www.nosinmimochila.com/2012/06/cuando-mofarse-de-la-casa-real-era-peligroso-de-verdad/

El caso es que, pese a todos los augurios, el TMEO logró librarse de la justicia y la policía, aunque no por mucho tiempo. Finalmente tuvieron que acudir a la Audiencia Nacional. Se habían metido en otro problemilla “real”. Así lo cuenta la gente del TMEO en Esquire :
La pareja de la guardia civil que paró aquel día la furgoneta de nuestro repartidor tenía poco sentido del humor. Registraron el vehículo y robaron un par de números del TMEO, pero molestaron poco más. Pocas semanas después nos llegó una citación de la audiencia nacional causada por una denuncia de uno de aquellos picoletos. La denuncia era por injurias a la corona en una página en la que anunciábamos unas pegatinas con la cara de varias personalidades con la boca abierta destinadas a ser pegadas en el interior del inodoro para poder darse el gustazo de cagar encima. Algunas de esas pegatinas eran miembros de la familia real. Tuvimos suerte porque la denuncia del guardia civil era por la fabricación de esas pegatinas y las pegatinas no existían: era un anuncio de broma. El juez se enteró de esto en el interrogatorio en la audiencia de Madrid y desestimó la denuncia. 


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