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OPINIÓN
El próximo 11 de septiembre una gran multitud se manifestará por las calles de Barcelona pidiendo la independencia de Catalunya. Con tal motivo, tiene gran interés leer el reciente libro editado por los historiadores Enric Ucelay-Da Cal y Arnau González i Vilalta (Contra Companys, 1936, Publicacions de la Universitat de València, 2012). En él se recogen un conjunto de trabajos sobre un asunto todavía no aclarado, sucedido durante el trágico otoño de 1936, el llamado caso Rebertés, relacionado con una trama que, al parecer, pretendía, entre otros objetivos, la independencia de Catalunya.
El origen del libro quizás está en la pregunta que, por dos veces, en 1975 y en 1980, formuló el profesor Ucelay-Da Cal a Josep Tarradellas: “¿Qué me puede explicar del caso Rebertés, de su muerte, de su asesinato?”. En la primera ocasión, todavía en Saint-Martin-le-Beau, el más tarde president le respondió que se trataba de un “asunto de faldas” y que era demasiado delicado comentarlo. En 1980, ya expresident, Tarradellas le reiteró que tratar esta cuestión resultaba todavía inoportuno. Cada vez más intrigado, Da Cal le propuso narrarle su versión y, si advertía algún grave error, por favor le interrumpiera. Tarradellas escuchó atentamente sin decir palabra y al acabar preguntó: “¿Cómo ha podido usted conocer todo esto?”. Era evidente que se trataba de un asunto incómodo y, por tanto, el historiador decidió seguir investigando.
En una brillante introducción, los editores sostienen que el asunto Rebertés podría ser estudiado también en clave de novela negra ya que contiene todos sus ingredientes: un asesinato, dos jefes rivales, una guapa chica rubia y un jugoso botín. Pero el caso da para mucho más porque tiene un trasfondo político muy relevante: tras el posible “asunto de faldas” al que aludía Tarradellas, había cuestiones de mayor calado. El libro es un conjunto de trabajos sobre todas estas cuestiones, hasta hoy poco investigadas. Sirve también para reflejar la incompetencia, frivolidad, personalismos y falta de ideales de buena parte de la clase política republicana. Toda derrota militar suele venir precedida de una debacle civil y moral. Desmenuzar el asunto Rebertés lo demuestra.
En efecto, Andreu Rebertés fue asesinado a las cinco semanas de ser nombrado por Lluís Companys comisario general de Orden Público de la Generalitat. Se trataba de un turbio personaje político de segunda fila, al parecer recomendado por la guapa y rubia Carme Ballester, recién casada con Companys. Los jefes rivales son Companys, president de la Generalitat, y Joan Casanovas, president del Parlament. El botín es dudoso: unos hablan de lingotes de oro procedentes del Banco de España y retenidos por Rebertés en la aduana; otros de una presunta herencia de Rebertés a la que se oponía su madrastra; unos terceros del control de la zona fronteriza pirenaica, hasta entonces en manos anarquistas, un objeto muy codiciado por ser una fuente de contrabando de mercancías y necesario para la huida, previo pago, de personas a Francia. Además, en esta zona se estaban desplegando las unidades militares que debían constituir el embrión del futuro ejército de la Catalunya independiente.
En el trasfondo político, además del enfrentamiento de los anarquistas con los demás, es relevante la lucha interna dentro de los nacionalistas: por un lado los independentistas radicales de Estat Català -que incluía al grupo de Nosaltres Sols, simpatizantes del fascismo- y, por otro, los más obreristas de ERC, partidarios de pactar con comunistas y anarquistas (que, a su vez, resolverán a tiros sus diferencias en mayo del año siguiente).
Como se sabe, en el verano de 1936 el desbarajuste y los crímenes estaban a la orden del día. Ante tal situación, Estat Català propone en otoño “catalanizar la revolución”, es decir, barrer del mapa a los anarquistas, para lo cual era necesario prescindir de Companys, su protector. Acusado y detenido Rebertés por crímenes y arbitrariedades cometidas desde su nuevo cargo, culpó a Estat Català de estar tramando un complot contra el Govern en complicidad con el despechado Casanovas. Dicho complot implicaba, además de eliminar a los anarquistas, destituir a Companys y sustituirlo por Casanovas, declarar la independencia de Catalunya y pactar una paz separada con Franco mediante la ayuda diplomática, bien de Francia y Gran Bretaña -Casanovas era el encargado-, bien de Alemania e Italia -de lo cual se encargaban los de Nosaltres Sols-.
Todo quedó en nada excepto que Rebertés, el hombre que sabía demasiado, fue asesinado tras ser encerrado en Montjuïc, mientras los demás conjurados escapaban a Francia. La independencia se aplazaba y la guerra todavía duraría dos años más.
¿Qué hay de verdad en todo esto? Sin duda algo y probablemente mucho, aunque es muy posible que nunca se llegue a saber la verdad completa. Setenta y seis años después se sigue insistiendo en separar a Catalunya de España. Es el cuarto intento, tras el 14 de abril de 1931, el 6 de octubre de 1934 y el otoño del 1936. Dicen que, a veces, a la cuarta va la vencida.
Francesc de Carreras. Catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.
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