CIENCIA
La crisis de la ciencia
Por Jorge AlcaldeEn 1894 Albert Michelson, el primer Nobel estadounidense, escribió, lleno de júbilo ante el poder asombroso de la ciencia que estaba descubriendo: "Las leyes más importantes de la física y la cosmología ya están explicadas". Su entusiasmo no difiere mucho del que demostró el físico Max Born, también laureado con el Nobel, cuando en 1928 aseguró estar convencido de que la física terminaría de resolver todas las preguntas que nos hacemos sobre el cosmos en "no mucho más de seis meses". |
Hubieron de pasar, desde luego, mucho más de seis meses para que Stephen Hawking escribiera en Una breve historia del tiempo sobre "la más que cercana fecha en la que la física habrá dado una explicación definida al funcionamiento de universo". A finales del pasado siglo, John Horgan sentenció en El fin de la ciencia que no podían esperarse más grandes avances en lo relacionado con el método científico, que a los investigadores ya no les quedaba nada nuevo por descubrir y que la empresa científica se reducía ya a un mero trabajo de ajuste fino, especulación y afinado de las ideas generales, definitivamente planteadas.
Es decir, que desde hace más de un siglo (cuando menos) pensadores de todo pelo se han visto tentados a creer que la ciencia ya lo sabe todo. El último ejemplo de esta fascinación sin límite por la razón nos lo acaba de regalar Stephen Hawking, que en su recién publicado The grand designparece que propone la posibilidad de explicar el cosmos sin necesidad de acudir a explicación sobrenatural alguna. Es decir, de nuevo la certeza de que la ciencia ha llegado o está a punto de llegar a la última estación de su viaje: la muerte de Dios.
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