El mapa de la corrupción
Algunos políticos son como los aviones de la República:
no hace falta atacarles,
porque antes o después se estrellan solos.
En la dirección andaluza del PP hay dos o tres
que son carne de cañón,
pero Antonio Sanz tiene el raro mérito
de destacar sobre todos ellos.
Nadie le puede disputar el don innato
para autolesionarse haciendo cantinfladas.
Ahora el nº2 de Arenas
ha vuelto a las andadas con otro de sus quites gloriosos:
teniendo al PSOE cocido
en un escenario asfixiante
–un millón de parados,
el presupuesto incierto para el nuevo Gobierno
sin acabar de arrancar,
el grupo parlamentario en entredicho
tras votar a favor de las enmiendas
de la oposición contra una Ley,
la elección conflictiva de sus candidatos a las municipales-
Sanz ha irrumpido en escena para redirigir la artillería apuntando ahora…
¡contra él mismo!
Es un fenómeno.
Sólo ha necesitado presentar
un mapa de la corrupción en el que únicamente hay socialistas,
para provocar ayer la réplica mediática inevitable
cuestionando dónde están los corruptos del PP,
los activos regionales de la trama Gürtel,
los alcaldes condenados o bajo sospecha,
los numerosos conmilitones de Sanz
que están en la lista de imputados
desde Aljaraque hasta Alhendín.
Este es ya otro éxito de Sanz.
En lugar de mantenerse en un discreto segundo plano
mientras sus rivales se cocían a fuego lento,
atrapados en una telaraña espesa de problemas,
el nº2 del PP andaluz
ha puesto a su propio partido en el ojo del huracán
bajo los focos de la corrupción.
Los dirigentes socialistas deberían darle un homenaje
porque Sanz siempre está ahí para acudir en su auxilio.
Pero en Málaga, como quizá en toda Andalucía,
también los líderes del PP deben de estar brindando
por Supersanz.
Cuando disfrutaban confortablemente
desde el patio de butacas de la actualidad
del sainete de sus rivales desprestigiándose
y desprestigiando a sus candidatables,
se han encontrado este marrón innecesario.
Ahora van a tener que explicar
cómo califican a sus alcaldes de
Canillas de Albaida
o Salares
condenados por corrupción
aunque atornillados al cargo,
o en qué categoría incluyen
al alcalde de Alhaurín imputado
por el cobro de comisiones
y hasta media docena de delitos graves
aunque ellos lo amparen
como ‘perseguido político’,
o por qué el PP
ha colado en el mapa de la corrupción
al presidente de la Diputación condenado
por una pelea con un vecino o al director del Metro por un delito contra el honor, y según esta metodología a cuántas protofiguras del PP
están encubriendo en la cara oculta de su mapa de la corrupción…
Sencillamente Sanz les ha hecho un siete.
En el PP disfrutaban del viento a favor,
sin contratiempos,
hasta que el fenómeno ha vuelto a escena.
Es colosal.
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