miércoles, 30 de junio de 2010

ESTATUTO: NO ME TOQUEN LA SELECCIÓN NACIONAL

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La suerte de las oligarquías catalanas lideradas por un títere charnego (charnego al que en el fondo de su alma desprecian por el hecho de ser eso, charnego) es que a la mayoría de la gente le trae sin cuidado la diferencia jurídica entre nación y nacionalidad. Porque no la entienden. Como he dado cuenta en mi anterior post, yo tampoco. En Cataluña, tan sin cuidado les trae, que más de la mitad del censo electoral no acudió ni a votar el estatut. Pero lo que sí les incumbe, y mucho, es su identidad nacional y los símbolos que les representan. Actualmente, el juego de la selección española de fútbol es el único fenómeno capaz de sacar banderas rojigualdas a la calle y los balcones. El día en que una selección catalana, extremeña o vasca, gallega o andaluza, pueda entrar en el bombo de un sorteo en el que también participa una selección española, no habrá ciudadano que pueda alegar ignorancia. Porque al igual que la discusión entre nación y nacionalidad puede tornarse bizantina e incomprensible, el lenguaje del fútbol sí que es universal. Y cuando todo el mundo, todo, entienda la aberración política y jurídica del estatut, la mezquindad de las instituciones se reflejará perfectamente en las calles.

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