ELOY GONZALO
El héroe que no murió en Cascorro
Por Fernando Díaz Villanueva
A primera hora de la noche del 1 de diciembre de 1868, las monjitas de la inclusa de Madrid recogieron a un bebé que alguien había abandonado en la puerta. El recién nacido, acurrucado dentro del canastillo, llevaba una nota que decía: "Este niño nació a las seis de la mañana. Está sin bautizar y rogamos que le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo legítimo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel". |
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Los héroes no mueren así, de algo tan vulgar como una colitis, por eso nos inventamos una versión alternativa más acorde con la talla del personaje y de la gesta. Años después, cuando las heridas empezaban a cicatrizar, el ayuntamiento de Madrid repatrió el cadáver y le erigió un monumento en una plazuela del Rastro. Y allí quedó, inmortalizado para la eternidad, corriendo con su lata de petróleo, su fusil al hombro, su bayoneta calada y su determinación suicida. España perdió una guerra; Madrid, en cambio, ganó un héroe. Y qué héroe, el de Cascorro. Casi nada.
Los héroes no mueren así, de algo tan vulgar como una colitis, por eso nos inventamos una versión alternativa más acorde con la talla del personaje y de la gesta. Años después, cuando las heridas empezaban a cicatrizar, el ayuntamiento de Madrid repatrió el cadáver y le erigió un monumento en una plazuela del Rastro. Y allí quedó, inmortalizado para la eternidad, corriendo con su lata de petróleo, su fusil al hombro, su bayoneta calada y su determinación suicida. España perdió una guerra; Madrid, en cambio, ganó un héroe. Y qué héroe, el de Cascorro. Casi nada.
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