LOS OTROS IMPUTADOS
Tomo como préstamo el título del artículo del catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, publicado el pasado 18 de septiembre en “
En 1985, mientras toda la atención mediática y política estaba pendiente del “caso Banca Catalana”, en el juzgado de Vic, fui espectador de primera fila de uno de los episodios mas oscuros de la historia judicial catalana que costó la vida al funcionario judicial Esteve Coll Cutrina. El juez Ramon Macià Gómez destapó una “olla” de corrupción que otros jueces no se atrevieron. Unos años mas tarde el mismo juez como sustituto, por vacaciones, del juez Luis Pascual Estevill destapaba el tinglado del juzgado de Instrucción nº 26 de Barcelona. A Luis Pascual Estevill le sentó tan mal la denuncia del juez sustituto que, en un ataque de cólera, lo acusó de “borracho, depresivo y mentiroso.
Cuando en el juzgado de Vic se había enterrado jurídicamente el cadáver del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina , en uno de los pasillos de
Si abres la página 114 del libro “El Virrei” de José Antich Valero, te viene a la memoria aquello de “cuando la política entra en los Tribunales de Justicía, la justicia sale por la ventana”. El “caso Banca Catalana” engrandeció al abogado Joan Piqué Vidal, bautizado, por los medios, con el título de “toga de oro”. Nos hemos preguntado por qué cerrada la puerta judicial del “caso Banca Catalana” empiezan a crecer los enanos del “todo vale”. Crecidos y creídos desfilaban por el triángulo de las cafeterías Mora-Balmoral-Farga de Diagonal. En el triángulo tenían despacho Luís Pascual Estevill y Javier de
En el artículo “Los otros imputados” del catedrático de Derecho Constitucional, leemos: -“En el juicio contra el juez Pascual Estevill y el abogado Joan Piqué Vidal no sólo deberían sentarse en el banquillo los acusados, sino también parte de la sociedad barcelonesa, los otros imputados. Se trata de esa parte formada por empresarios, profesionales y políticos que algunos llaman, sin realmente serlo burguesía catalana...”. En el “caso de corrupción judicial, con resultado de muerte” del juzgado de Vic, tampoco se sentaron en el banquillo de los acusados, todos lo que contaminaron el juzgado y ninguno de los que conocían que se contaminaba, los otros imputados que diría Francesc de Carreras. La anécdota : Osona es la comarca de Catalunya con mas imputados, condenados y encarcelados por delito ecológico. El fiscal del Medio Ambiente del TSJC José Joaquín Pérez de Gregorio, era el fiscal que debía perseguir a todos los que contaminaron con sobornos la oficina judicial del juzgado de Vic y a los que conocían que se contaminaba. El muerto se lo sacaron de encima con una simple “Nota del Jutjat” distribuida a la prensa local, en la que se faltaba a la verdad. La causa de la trágica muerte del funcionario Esteve Coll Cutrina no fue otra que la de una oficina judicial contaminada de irregularidades. El cadáver de Esteve apareció totalmente irreconocible en la vía del tren, en la misma mañana que debía entregar al juez Macià un “guión-declaración” que le había encargado el juez el día anterior. Aquella misma mañana Esteve había llamado por teléfono al juez Macià haciéndole saber que se dirigía al juzgado. Ni el testigo clave ni el guión llegaron al juzgado.
En 1981, el malogrado Ernest Lluch, denunció la inestabilidad del Partido Judicial de Vic: “La situación del partido judicial de Vic ha estado caracterizada por una gran inestabilidad, reflejada, sobre todo, en el cambio continuado de jueces. Ello ha sido acentuado, además, por la falta de jueces titulares, cuyas plazas han sido cubiertas por jueces titulares de distrito y, a su vez, éstos han sido sustituidos por licenciados de Derecho. De esa inestabilidad han surgido continuamente situaciones que no han colaborado en el respeto ciudadano a la justicia. Puesto que los cambios han dado lugar a decisiones no comprendidas”. Nadie le escuchó y sucedido lo que podía haberse evitado y eso que, en la denuncia, olvidó la ausencia de secretario judicial. Poco tiempo después de la denuncia de Ernest Lluch, desde las páginas de economía de un periódico de Barcelona se preguntaban ¿Qué pasa en el juzgado de Vic?. Pasaba, que la oficina judicial era centro de peregrinación de sociedades mercantiles y particulares para presentar expedientes de suspensión de pagos y quiebra. De las subastas se beneficiaban un grupo reducido de “personajes”. “Com ja vàrem informar en el seu moment, alguns diaris barcelonins es van fer ressó ja fa temps del gran nombre de suspensions de pagament que es presentavem al jutjat de Vic fins i tot d’empresas ubicades a altres punts de l’Estat, les quals pocs díes abans de fer suspensió es domiciliaven a Vic”- (El 9 Nou). Un Oficial con funciones de Secretario había convertido la oficina judicial en su oficina y el juzgado en su finca (disfrutaba del privilegio de vivienda de juez, en el mismo edificio del juzgado).
Durante el periodo 1978-1985, ningún juez se atrevió a destapar la “olla” de corrupción, ni el juez J.A. Belloch (1978-79). La destapó el juez Ramon Macià Gómez, el 13 de junio de 1985. El mismo día que el Oficial, que había ejercido funciones de secretario, se encontraba detenido en el depósito municipal, el Decano del Colegio de Abogados de Vic, se apresura a declarar a la prensa, que el Colegio de Abogados había denunciado a varios jueces las presuntas irregularidades de la oficina judicial. Lo que no destaparon los jueces que ejercieron en el juzgado de Vic durante el periodo 1978-1985, lo destapó el juez Macià, al quedarse como único juez de los dos juzgados de Primera Instancia e Instrucción de Vic. El 7 de junio (ocho días antes de los trágicos sucesos) la prensa local informaba del cese del titular del juzgado nº 1 Jorge Campos y del nombramiento del juez Fernando Lacaba, como sustituto. ¿Por qué el juez Macià esperó quedarse como único juez? - Una de las respuestas nos llegaba nueve años después, en una entrevista que el juez Macià concedía al periodista Albert Om.
A.O. ¿Quan s’adona que el jutjat passa alguna cosa rara?
J.M. Per les converses que tenia amb alguns advocats, el que passava era patent. A més, abans d’arribar a Vic un company de carrera em va comentar part de la història. No és, doncs, que me n’adoni un día, que em llevi i m’il-lumini, sinó que és un procés més llarg”.
La entrevista tuvo lugar en el despacho del juzgado nº 10 de Barcelona. La publicó “El 9 Nou” el 11 de febrero de 1994.
El 15 de junio, mientras el juez Macià toma declaración al oficial que había ejercido funciones de secretario,
El juez Macià, una vez restablecido, acudía a
El juez Macià, tomó una media sin precedente en la historia judicial española : precintó la sección civil del juzgado de Vic. Si se precinta una oficina judicial, con el cadáver de un funcionario del juzgado en la vía del tren, es para que la inspección del CGPJ, acuda de inmediato. Si no se acude de inmediato pueden desaparecer pruebas de la trágica muerte del funcionario o de la situación contable de la oficina judicial. Acudiendo de inmediato se evitan rumores como la desaparición de documentos importantes y de efectivo del interior del vehículo del considerado testimonio clave. En las diligencias que determinan la muerte del funcionario judicial no existe testimonio de la relación juez-subordinado, de las últimas horas del subordinado. En medios jurídicos se comentaba, en voz baja, que el testimonio del juez , junto con la de otros testigos, era muy importante para dilucidar lo sucedido entre la mañana del viernes a la mañana del sábado, en la que aparece el cadáver del subordinado en la vía del tren. El padre de Esteve se lamentaba que los temores que atormentaron las últimas horas de su hijo nunca llegaron a juicio. El padre de Esteve, nunca entendió que en el juicio oral el Presidente del Tribunal Adolfo Fernández Oubiña, se negara a oír el testimonio del funcionario de la sección penal del juzgado nº 1 de Vic. Repetía: -“Si el Presidente del Tribunal leyó la declaración de Dalmau, en la fase de instrucción, no lo entiendo”.
El “caso de corrupción judicial” se cerró en poco menos de un año con sólo dos condenados, el Oficial del juzgado y un empresario que mantenía una relación mercantil con el Oficial. Se cerró con una sentencia de los magistrados Adolfo Fernández Oubiña, José Luís Barrera Cogollos y César Planas, en la que se condenaba al funcionario y al industrial implicados en el caso por sendos delitos de cohecho. Nadie ingresó en prisión. Sin embargo, la misma sentencia absuelve al funcionario judicial del presunto delito de exenciones ilegales, (cobro de impuestos no acordados por ley) las famosas corruptelas conocidas en el ámbito de la abogacía como propinas, astillas, bufandas o lápices. En 1986, las propinas en metálico a funcionarios judiciales, según sentencia, no era delito. Las propinas una buena coartada cuando en el juicio oral el fiscal señaló que el Oficial de la sección civil había comprado un yate, dos pisos, dos coches y que llevaba un ritmo de vida inconcebible con el sueldo de funcionario. Al Tribunal nadie le enseñó las fotos del cadáver del funcionario judicial irreconocible y mutilado en la vía del tren. Recuerdo, que en el “caso de la villa olímpica” el juez instructor Adolfo Fernández Oubiña, si enseño las fotos del cadáver a los imputados de la paliza mortal. ¿Por qué tanta prisa en cerrar el caso?. Un procurador me comentó, que autentificar las rúbricas de los jueces en todos los expedientes de suspensión de pagos, quiebra, subastas y otros autos de la sección civil, así como cotejar todas las cuentas oficiales en las que operaba el oficial con funciones de secretario con firma conjunta o no con el juez, durante el periodo de 1978-1985 requería mucho tiempo. Hoy, el procurador Ramon Bayés me diría que lo que me comentó sobre las pruebas documentales y periciales ha prescrito en las estanterías de la casa de la justicia. Nunca se ha sabido si se investigó lo que era vox populi, los sobornos en obras de arte y otros objetos de gran valor. –“Jo no havía entes mai, perquè alguns homes de lleis, magistrats, procuradors o pixatinters –tant li fot- fossin personas tan sensiblement afeccionades a les obras d’art. Després he comprès que moltes obres d’art són penyoras rebudes, com a compensació a les hàbils maniobres de fer avançar o retardar els papers de la justicia”. (de un artículo firmado por el periodista Jaume Collell publicado en “El 9 Nou” trece días después de los trágicos sucesos). El oficial con funciones de secretario, vivía en el mismo juzgado y entre 1978-1985 nadie se había dado cuenta de lo que era vox populi.
Por los privilegios del oficial con funciones de secretario, por el desorden de la oficina judicial, por las largas ausencias de secretario judicial y por la trágica muerte del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, nadie pidió responsabilidades a nadie. Los jueces y magistrados en caso de negligencia exigen responsabilidades a todos los colectivos de la sociedad. Ni nadie pidió el testimonio de los jueces que ejercieron en el único juzgado de Vic, hasta principios de
Cerrada la puerta judicial, intenté abrir otra puerta. Fue en el Hotel Majestic de Barcelona. En la antigua cafetería del “Majestic” tuve la oportunidad de informar personalmente de lo sucedido en el juzgado de Vic, al entonces Ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch y ex juez de Vic. Como Ministro de Interior tenía autoridad para conocer toda la investigación policial, la actuación de la policía científica y del grupo de homicidios, podía conocer si se inventariaron todos los documentos u objetos que se encontraron en el interior del vehículo del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina, si se tomaron huellas y si se analizaron todos los objetos encontrados en la vía del tren. Podía conocer porque, como en el secuestro de Olot, fue
Los padres de Esteve Coll Cutrina fallecieron preguntándose ¿Quién mató a Esteve?. No hubo jucio moral. La madre de Esteve no resistió, fallecía al poco tiempo de la trágica muerte de su hijo. Me solidaricé con los padres de Esteve y compartí su dolor, porque como a su hijo a mi, en momentos difíciles, también me dejaron solo. Me considero una de las víctimas de lo que denunció Ernest Lluch, el 27 de octubre de 1981. El mal llamado “juicio de las banderas” se había celebrado once días antes de la denuncia del diputado socialista Ernest Lluch. Pero aquel esperpéntico juicio, con falta de garantías procesales y la toma de partido del Ilustre Colegio de Abogados de Vic, merece otro escrito.
Cerradas todas las puertas sigo insistiendo, así se lo prometí al padre de Esteve, para que no se olvide uno de los episodios mas oscuros de la historia judicial catalana, en democracía. Si no la conocieron o la olvidaron, he tenido interés que la conocieran y nunca la olvidaran autoridades judiciales como el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya Guillem Vidal i Andreu, premio Justicia de
Para el que fue Fiscal Anticorrupción tampoco existí. “Hoy, por los silencios, creo firmemente que la trágica muerte del funcionario judicial Esteve Coll Cutrina y el “probema” del juzgado, asustó a
La escritora Nuria Albó, dejó una perla escrita en “El 9 Nou” : Si el jutje de Vic fracassés, sería una desgràcia. Hi hauria molts fregaments de mans….”. En mi opinión el juez fracasó y los otros imputados como diría, Francesc de Carrerras, se frotaron las manos.
Ramon B. Quatrecases.
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