martes, 10 de marzo de 2015

JOSE RODRIGUEZ, EL RELOJERO DE IRUELA Y DE LAS DOCE CAMPANADAS DE FIN Y PRINCIPIO DE AÑO


LA ÚLTIMA DEL PP DE MADRID CONTRA MI PRIMO EL RELOJERO DEL RELOJ DE LA PUERTA DEL SOL
ME HAN DADO  NÚMERO DE SOLICITUD, PERO NO ESTOY EN NINGÚN SITIO, NI POR MI DNI, NI POR EL NÚMERO DE SOLICITUD.

¿COMO ES POSIBLE QUE SE TENGA EL NÚMERO DE SOLICITUD Y NO APAREZCAS POR NINGUNA PARTE?

PORQUE NO LA QUIEREN CONCEDER

 
15-353 Solicitud 2015/3777830 Estatua D. José Rodríguez Losada
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Losada, el relojero de las doce campanadas
La Cabrera es el mito. Y el contraste.
En las entrañas de la tierra tenida por más pobre de la provincia hay oro, minas de oro, más que en ningún otro rincón de la provincia.
Desde el año 1916 si hay un lugar conocido en España, al que todos acuden en directo o a través de las emisoras de radio y televisión, es el reloj de la Puerta del Sol de Madrid para despedir cada año y recibir al siguiente con los sonidos de las doce campanadas de su reloj.
Detrás de ese reloj está la figura de un hombre de la comarca más alejada y olvidada, La Cabrera, y José Rodríguez Losada, que él fue quien construyó este artilugio.
Un tipo singular el relojero Losada. Como la propia Cabrera.
Nació en Iruela, creció allí como pastor de ganado y acabó por ser uno de los personajes más singulares del siglo XIX español: liberal, conspirador hasta el punto de que el absolutismo fernandino le puso precio a su cabeza, lo que provocó su huida a Londres donde también llegó a ser un influyente personaje y mejor relojero.
Intimo amigo del poeta y dramaturgo José Zorrilla, quien definió la profesión de su amigo como «constructor cronometrista».
Pero volvamos a La Cabrera que ya andamos por Londres y es demasiado viaje para estos fascículos, que encuentran mejor acomodo en Iruela, en lo que entonces era Reino de León, donde nació el niño José el 8 de mayo de 1797.
Era hijo de Miguel Rodríguez y María Conejero, de lo que se deduce que el apellido Losada se lo pone en homenaje a su tierra, a la jurisdicción a la que pertenece su pequeño pueblo, la de Losada, en la Cabrera Alta, adscrita al Marquesado de Villafranca.
Crece como todos los chavales del a época, ayudando en casa desde niño, pastorean do el ganado fundamentalmente.
Y en esas andaba en 1814, con 17 años, cuando cuenta el historiador Matías Rodríguez, conocido de Losada, que el chaval llegó a casa de noche, con el ganado, lleno de miedo pues se le había perdido una vaca, que era mucho tesoro.
Explica que no la encontró por ninguna parte, que rastreó toda la sierra hasta que la noche se le echó encima y ya escuchaba los aullidos de los lobos en la lejanía.
No sirven de nada las excusas y el chaval lleva tal paliza que marcha corriendo y escucha como le gritan: «No vuelvas a casa mientras no traigas la ternera».
Y no volvió. Vagó por la sierra y en la oscuridad intuyó un bulto. Lo palpó, lo sintió caliente y comprendió que era la sangre y la piel del animal al que habían matado los lobos.
Huye corriendo como un loco hasta caer desvanecido de cansancio en... Puebla de Sanabria.
Allí lo recoge un arriero y lo lleva hasta Extremadura. Sobre este pasaje de la huida existen otras versiones: Que el animal 'sólo' era una oveja, que eran cinco y no de su padre sino del cura de Valdecañada, que contrajo la viruela...
¿Y cómo llega a oficial del Ejército español e influyente personaje de la vida política?
Pues con la misma voluntad indomable que huyó de Iruela a Sanabria en una sola noche.
Su huida de España, narrada por Zorrilla, es digna de una novela de caballería, con persecución incluida.
Así llegó al Londres Victoriano donde comenzó de mozo de limpieza en una relojería, se casó con la viuda del dueño y se convirtió en el primer cronometrista de Inglaterra, proveedor de cronómetros para la Marina española, amigo de Zorrilla y Prim... un caballero.

Mirando a Iruela
No salió Losada de Iruela por la puerta grande, pero no olvidó nunca su tierra, como prueba incluso el apellido que adoptó, en 1860, con 63 años, sintiéndose ya enfermo, quiso visitar su pueblo y en Astorga conoció al citado historiador Matías Rodríguez, quien cuenta que lo que más le llamo la atención de la ciudad son los relojes del Consistorio y la Catedral. Viajó o caballo hasta Iruela, con viento y frío, envuelto en un capote y con gorro inglés. Del Londres Victoriano regresa a su vieja casa, en lo que unas rejillas comunican lo estancia de la familia con las del ganado, «para que suba el calor».
- Si lo sabré yo; dicen que comentó el relojero.
Al siguiente visitó la iglesia y nada más ver al párroco le comunico que regalará un altar para la iglesia, un retablo y un reloj para lo torre.
«También tendrá usted casullas, albas, estolas y todo lo que necesite para el culto».


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AÑADIDO IÑAKI-YO, MONUMENTAL

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