martes, 26 de marzo de 2013

11-M - PROFANACION TUMBA GEO


11. Profanación de la tumba del GEO presuntamente muerto en Leganés
La explosión que supuestamente quitó la vida al GEO se produjo sobre las 20.57 horas del 3 de abril de 2004 y el funeral se celebró en la intimidad sólo 18 horas después de la explosión que supuestamente le ocasionó la muerte, a las 15 horas del día 4 de abril, en Guadalajara, es decir, antes de las 24 horas reglamentarias. Pocas veces se desaprovechó propagandísticamente el sepelio de un agente de las fuerzas represivas del sistema, muerto en acto de servicio contra el terrorismo en un homenaje póstumo tan rápido y deslucido como ese.
Quince días después, durante la madrugada del lunes 19 de abril de 2004, la tumba de Francisco Javier Torronteras fue profanada por dos o más sujetos que accedieron subrepticiamente al Cementerio Sur. Los desconocidos se dirigieron al nicho todavía no identificado donde descansaban los restos mortales del agente fallecido, retiraron la lápida, y extrajeron el ataúd haciendo palanca con algunas herramientas —entre ellas un pico y una pala.
Luego trasladaron el féretro a una zona de nichos vacíos situada en uno de los extremos del cementerio, a más de 600 metros de la tumba profanada. La policía cree que, dada la distancia y que el camino es cuesta arriba, los profanadores emplearon una carretilla de obra para el traslado,. Allí, a unos 15 metros de una de las tapias que limitan el camposanto, rociaron el cuerpo con gasolina y le prendieron fuego. Antes de esto, le clavaron un pico en la cabeza y una pala en el pecho.
Según fuentes policiales, una vez cumplido su propósito los autores volvieron sobre sus pasos y, antes de abandonar el lugar, colocaron en su sitio la lápida que tapaba la entrada del nicho como si allí no hubiera pasado nada, sin duda para tratar de hacer más complicada la labor de identificación de los restos profanados. A raíz del hecho, el cadáver parcialmente quemado fue trasladado al Instituto Anatómico Forense, donde se certificó que esos restos calcinados corresponden efectivamente al difunto.
Al otro día de ocurridos los hechos, el Ministerio del Interior emitió un comunicado donde presentó como “hipótesis más probable”, que se trató “de una venganza promovida por islamistas radicales”. Según esta fuente oficial, los autores habrían llevado a cabo una labor de vigilancia previa del lugar del enterramiento y de los turnos de vigilancia antes de llevar a cabo la profanación.[1]
Según la versión de los trabajadores del Cementerio recogidas por la periodista Olga Esteban, del periódico La Razón”:
<<<tuvieron que venir preparados para poder saltar el muro, son más de dos metros, y seguro que utilizaron una escalera. Además, por la noche aquí casi no hay luz y todas las zonas son muy parecidas. Es muy fácil perderse, incluso por el día se pierden muchos de los visitantes que vienen a ver a sus familiares (…) por la noche hay un coche que patrulla todo el cementerio, tenían que tenerlo controlado para poder hacer lo que hicieron sin ser vistos (…)>> (Op. Cit. Cfr.: http://www.larazon.es/11m/abril2003.htm
¿Iba el subinspector de los GEO en la caja mortuoria que se introdujo en el nicho sin nombre el día del sepelio? ¿Qué pasó realmente el 3 de abril de 2004 en aquel piso de Leganés? Estos interrogantes deben agregarse al más de un centenar que vienen inquietando a la minoría más sensible de la sociedad española desde la semana siguiente al brutal atentado en los “trenes de la muerte”. Así lo puso de manifiesto en la Web un colectivo que sugestivamente se hizo llamar “Hazte Oír”, del que seguramente no forman parte quienes en las jornadas previas a las últimas elecciones —tras los sucesos del 11M— salieron a la calle para vocear las consignas “Queremos saber” y  “¿Quién ha sido?”: 
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Los interrogantes vinculados a la profanación de la tumba del subinspector Torronteras se suman a los que han surgido a raíz de las investigaciones sobre lo acontecido el 11-M. Las primeras declaraciones oficiales acerca de la autoría de esta aberración apuntaron hacia islamistas o gamberros, pero no se ha llegado a ninguna parte. La aclaración de la muerte y de la profanación de la tumba del subinspector Torronteras tal vez contribuyera a despejar ciertas incógnitas que aún suscita el trágico 11-M y el espectacular vuelco electoral del 14-M. Además, saber qué mató al subinspector Torronteras contribuiría a la aclaración de una muerte demasiado pronto olvidada, todo ello en aras de la salud democrática de la vida política española, muy crispada durante las últimas semanas. Y, sobre todo, permitiría ofrecer respuestas que la familia del asesinado se estará planteando todos los días desde la profanación de la tumba. Saber qué pasó llevaría el debido sosiego a la trágica desaparición de su ser querido y la profanación de su enterramiento.
Ante este estado de cosas ¿qué es lo que se puede hacer? (Op. Cit. 16/05/04)
Un año después, el primero de abril de 2005 la Policía seguía manteniendo en pié la misma hipótesis de la venganza como el móvil más probable de la profanación, argumentando que fue porque a los terroristas que presuntamente provocaron la explosión en el piso de Leganés, no se les había dado sepultura  como ordena el Corán, y que:
 <(Cadena “SER” 01/04/05)
A partir de aquí, en “LA VERDAD.ES” se atribuyó a fuentes de la investigación policial que:
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Este hallazgo, aseguran fuentes de la investigación, “afianza aún más” la hipótesis de que las, al menos dos personas que la madrugada del 19 de abril de 2004 sacaron el cuerpo del policía del ataúd, lo descuartizaron con un pico y una pala y lo quemaron, eran “muy cercanas” a los autores materiales de la masacre y, probablemente, incluso tuvieron acceso a ese ordenador, supuestamente perteneciente al jefe de la célula Serhane Ben Fakhet, El tunecino.>> (Op. Cit.)
http://servicios.laverdad.es/alicante/pg050404/prensa/noticias/Espana/200504/04/MUR-SUB-045.html
Que el disco duro de un ordenador afectado por una explosión —como la ocurrida en Leganés— conserve intacta la información contenida en él o pueda ser posible recuperarla, es verosímil. También es creíble que un sujeto como “El Tunecino” se rigiera por la interpretación del Corán que justifica la profanación de cadáveres por motivos de venganza religiosa o política.
Ya se sabe que los mitos religiosos sirven para todo, y es cierto que la mayoría de quienes solían coincidir con ese sujeto en las mezquitas, consideraban a Sarhane Ben Abdelmajid un "comecocos": “Con una visión distorsionada y fanática de la religión, acusaba a todos los que no pensaban como él, incluso a musulmanes moderados, de ser unos incrédulos (…) Se metía mucho con los cristianos, no se llevaba bien con casi nadie por este motivo. Si no le seguías la corriente, decía que ibas a ir al infierno”.
Miguel Ángel Pérez Martín es profesor del Doctorado de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, donde imparte un curso sobre el Mundo Islámico. Se hizo amigo del considerado “cerebro” de los atentados del 11-M, cuando éste llegó a Madrid en 1996. Pérez Martín explica en una carta remitida a “La Voz de Galicia”, su relación con “el Tunecino” y cómo el carácter de este joven estudiante cambió con el tiempo hasta desembocar en un estallido de violencia:
Respecto de lo que presuntamente indujo a que se hiciera con el cadáver del subinspector del GEO supuestamente fallecido en Leganés tras su sepelio, los musulmanes de “Webislam” censuran el eco que “El Periodista digital” se ha hecho de la versión que —según algunas agencias de prensa— ha dado la policía, donde se habla de “fanáticos islamistas” del entorno del “Tunecino”, a quienes se atribuye la profanación. El motivo de la provocación: no haber respetado las leyes del Islam respecto de cualquier difunto fiel a esa confesión religiosa, que exige no dejar pasar más de quince días sin proceder a sus exequias según el rito funerario musulmán, que es lo que no hizo el Estado Español con sus compañeros muertos durante la explosión de Leganés:
“Webislam” también censura lo difundido en otros medios que invocan la Sura 85 del Corán, donde se alude a que:
<(Op. Cit.: Las Grandes Constelaciones, aya 10)
Respecto de la primera interpretación, la redacción de “Webislam” afirma que el concepto coránico sobre el trato dado a todo musulmán una vez fallecido, es que ningún ser humano tiene atribuciones para ejercer venganza sobre otro u otros que obren contraviniendo la ley divina respecto de los fieles difuntos, ya que, desde ese momento, quedan bajo la protección de Dios y, por tanto, es él, Alah, quien se reserva el castigo a los que eventualmente violan el ritual funerario u otras normas del Corán. Así lo dicen:
 <<Esta afirmación es completamente absurda, y muestra la malicia de aquellos que la han difundido. La ley islámica es muy estricta respecto a la prohibición de mutilar o dañar los cadáveres. Una vez muerto, el cadáver pasa a estar bajo la protección de Dios, lo que implica que los seres humanos no pueden dañarlo ni profanarlo bajo ningún concepto, y mucho menos como un acto de venganza. El Corán afirma que dañar un cadáver es el mismo tipo de pecado que dañar a un ser vivo.>> (Ibíd)
En cuanto a la segunda interpretación, apelan a la razón desprejuiciada sobre la exégesis del texto en cuestión. Así, para los miembros de Webislam la idea de la venganza sobre quienes persiguen a los creyentes, entra dentro del mismo concepto de reprobación que quienes profanan tumbas y mutilan cadáveres por la misma causa, comportamientos ambos impropios de todo ser humano como individuo respecto de su prójimo, diciendo que:
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Lo inverosímil de la interpretación difundida denota la mala fe tanto de sus constructores como de aquellos medios que se han prestado a difundirla. Cada vez está más claro para la ciudadanía que estas noticias son fruto del odio hacia el islam, y de que existe un plan de propagación de la islamofobia a nivel internacional.
Sin embargo, los que se dedican a propagar este tipo de informaciones conocen perfectamente el impacto de los medios de comunicación, especialmente en un campo tan desconocido como son las costumbres de los musulmanes. Por muchos desmentidos que realicemos, tememos que la imagen macabra del cuerpo calcinado sea vinculada al islam en la memoria de muchos ciudadanos.>> (Ibíd) Cfr.:
http://www.webislam.com/numeros/2004/252/noticias/profanadores_cadaveres.htm
    Para nosotros está claro que los mitos religiosos sirven para todo, y que si Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet y sus seguidores han actuado según la interpretación del Corán que les atribuye la Policía, en cualquier caso indica que todos estos pobres desgraciados no se han puesto a pensar jamás por sí mismos en lo que llegaron a ser, sino que han sido inducidos a caer en ese agujero y de allí no salieron. ¿Por influjo de quién? Sin duda de la fracción de la burguesía internacional estratégicamente más interesada en sacar partido político y provecho económico de semejante interpretación radical islamista del mito musulmán, la noción más dramáticamente enajenada.
Quienes ostentan el poder vitalicio en Arabia Saudí, Kuwait, los emiratos Árabes Unidos, Katar, o Nigeria, al mismo tiempo que popes religiosos y burócratas políticos son magnates burgueses considerados descendientes en línea directa del profeta. El concepto de “integrismo islámico” consiste precisamente en que, desde los tiempos de Mahoma, los dirigentes del Estado, al mismo tiempo que popes religiosos, son los líderes políticos y estrategas militares supremos. Lo de magnates económicos —como sucede con el waabismo saudí— es un agregado “perverso” del capitalismo “infiel”.
Pero, a diferencia de los países “democráticos”, donde es notorio que la mayor raigambre y alcance social del poder político está determinado por el poder económico más concentrado, el integrismo islámico trastorna esa visión de la realidad hasta el punto de proyectarla por completo invertida en la conciencia de los explotados, para quienes es la divinidad encarnada en los descendientes de Mahoma por línea directa, la que le confiere a los magnates burgueses de estos países el poder político y, a través de éstas dos precondiciones, el derecho hereditario a ejercer su condición de popes religiosos, que sin duda ejercen para beneficio propio y de la gran burguesía internacional aliada estratégica suya. 
Ya hemos explicado en otro sitio las raíces económico-sociales de la contradicción entre los intereses de la burguesía internacional vinculada a la burocracia político-religiosa en los países de confesión islámica y los de las metrópolis capitalistas más desarrolladas. Estas raíces son las que han nutrido las motivaciones políticas de genocidios como el 11S y el 11M. Ver: http://www.nodo50.org/gpm/11s/04.htm yhttp://www.nodo50.org/gpm05.htm
Cuando la Policía Nacional —esto es, el Estado español— demoniza el comportamiento y la personalidad de sujetos como “El Tunecino” —retocando incluso la fotografía que distribuyó entre los medios de prensa para que su rostro parezca más siniestro ante la opinión pública— escamotea no sólo la causa formal fundamental que determina férreamente ese tipo de comportamientos, sino la causa eficiente en que este mismo Estado ha convertido a “El Tunecino” y su entorno para endiñarles la comisión del 11M y la profanación de la tumba del GEO muerto durante el operativo en Leganés.
Pero lo que no ha podido ocultar, es que la orden superior dada a los GEO de irrumpir en aquél piso como un elefante en un bazar, no sólo se ha llevado por delante la vida del subinspector Jefe, Francisco Javier Torronteras Gadea, sino que ha evitado el testimonio de los terroristas ante el Juez, que forma parte del protocolo de actuación de ese cuerpo especial de operaciones policiales, y esa fue la intención con la que compareció aquél día para participar en el operativo. Además, semejante “orden superior” y las prisas por cumplirla, sumada a los otros indicios presentados aquí, han puesto como nunca antes en evidencia el verdadero carácter de este autoproclamado Estado de derecho”; tanto como que, a pesar de disponer previamente de toda la información necesaria para ello, transcurrido desde entonces casi año y medio, su Policía “democrática” no ha podido presentar ningún presunto culpable —de haber cometido la profanación de la tumba del GEO— ante la justicia.

[1] Según reportó “El Periodista Digital”, a estos indicios, los funcionarios, por el momento, no descartan, en modo alguno, otras dos hipótesis sobre la autoría: que detrás de la violación se encuentre un grupo de desequilibrados que buscan notoriedad con una profanación «especialmente dolorosa para la sociedad» o que se trate de un ritual satánico, igualmente a la búsqueda de trascendencia pública. No obstante, ni en el cuerpo ni en los alrededores se han encontrado los habituales símbolos cabalísticos. 

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